domingo, 13 de noviembre de 2022

capítulo 30 – escribir es sueño

 




la poesía y lo onírico se contienen mutuamente en una conexión profunda

por otro lado escribir es como soñar ya que se parece en cuanto que las dos son acciones creadoras que implican nuestro pensamiento, mecanismos de la imaginación, deseos y sentimientos

desde tiempos antiguos se le dio a los sueños una entidad mágica, una especie de comunicación con otros mundos, o incluso un mensaje premonitorio

de hecho ya en esos tiempos esas creencias implicaban un trabajo de interpretación: una suerte de traducción del mundo simbólico que aparece al soñar

en el principio del siglo XX el surgimiento del psicoanálisis viene también de la mano de los sueños: Sigmund Freud realiza un análisis que ya va a ser más científico que religioso, abriendo puertas de un nuevo paradigma que revolucionó nuestra idea de lo humano: la de la existencia de un universo inconsciente, de fuerzas que están dentro nuestro más allá de la voluntad y lo racional

de hecho esos sueños analizados expresan deseos inconscientes

 

Por su parte Cortázar, que tampoco es ajeno a la fascinación de lo

esotérico y de lo mágico como una erupción insospechada de lo cotidiano, prefiere el acercamiento psicoanalítico al sueño. Reconoce en éste un

instrumento de penetración en los meandros más profundos de la psiquis,

donde el "otro", la alteridad, el oscuro habitante, se revela, en contraposición con la "persona", conocida y luminosa:

El sueño, esa nieve dulce

que besa el rostro, lo roe hasta encontrar

debajo, sostenido por hilos musicales,

el otro que despierta

 

Borges tiene una Conferencia sobre la pesadilla en la que también reflexiona sobre los sueños y el soñar

Dunne es un escritor inglés de este siglo. No conozco título más interesante que el de su libro, Un experimento con el tiempo. En él imagina que cada uno de nosotros posee una suerte de modesta  eternidad  personal:  a  esa  modesta  eternidad  la  poseemos  cada  noche.  Esta noche dormiremos, esta noche soñaremos que es miércoles. Y soñaremos con el miércoles y con el día siguiente, con el jueves, quizá con el viernes, quizá con el martes… A cada hombre le está dado, con el sueño, una pequeña eternidad personal que le permite ver su pasado cercano y su porvenir cercano.

Todo esto el soñador lo ve de un solo vistazo, de igual modo que Dios, desde su vasta eternidad, ve todo el proceso cósmico. ¿Qué sucede al despertar? Sucede que, como estamos acostumbrados a la vida sucesiva, damos forma narrativa a nuestro sueño, pero nuestro sueño ha sido múltiple y ha sido simultáneo.

Veamos un ejemplo muy sencillo.  Vamos a suponer que yo sueño con un hombre, simplemente la imagen de un hombre (se trata de un sueño muy pobre) y luego, inmediatamente, sueño la imagen de un árbol. Al despertarme, puedo dar a ese sueño tan simple una complejidad que no le pertenece: puedo pensar que he soñado en un hombre que se convierte en árbol, que era un árbol. Modifico los hechos, ya estoy fabulando.”

 

“Esto lo dice, de modo seco y lacónico, Calderón: la vida es sueño. Y lo dice, ya con una imagen, Shakespeare:  “estamos hechos de la misma madera que nuestros sueños”; y, espléndidamente, lo dice el poeta austríaco Walter von der Vogelweide, quien se pregunta (lo diré en mi mal alemán primero y luego en mi mejor español) : “Ist es mei Leben getraümt oder ist es wahr?: “¿He soñado mi vida, o fue un sueño?” No está seguro. Lo que nos lleva, desde luego, al solipsismo; a la sospecha de que sólo hay un soñador y ese soñador es cada uno de nosotros.  Ese soñador —tratándose de mí—, en este momento está soñándolos a ustedes; está soñando esta sala y esta conferencia. Hay un solo soñador; ese soñador sueña todo el proceso cósmico, sueña toda la historia universal anterior, sueña incluso su niñez, su mocedad. Todo esto puede no haber ocurrido: en ese momento empieza a existir, empieza a soñar y es cada uno de nosotros, no nosotros, es cada uno. En este momento yo estoy soñando que estoy pronunciando una conferencia en la calle Charcas, que estoy buscando los temas —y quizá no dando con ellos—, estoy soñando con ustedes, pero no es verdad. Cada uno de ustedes está soñando conmigo y con los otros.

Tenemos esas dos imaginaciones: la de considerar que los sueños son parte de la vigilia, y la otra, la espléndida, la de los poetas, la de considerar que toda la vigilia es un sueño. “


BORGES LA PESADILLA


 

En el espacio del sueño se produce la obra alquímica de transformación de los materiales de desecho de la existencia en el oro puro de la poesía

 

por otra parte la filósofa     Anne Dufourmantelle en su libro          Inteligencia del sueño (2020) hace hincapié en nuestra capacidad creadora que los sueños expresan


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 En presencia del sueño

Creemos vivir en otra parte que en nuestros sueños. Pero hagamos la hipótesis inversa: no los dejamos jamás, nuestros sueños velan por nosotros.

El sueño es pura inteligencia. La condición humana nos invita a dar hospitalidad a esta nueva relación con el mundo que viene dentro del sueño a nuestro encuentro. Nuestra tarea sería reconocer que no solo es la cifra secreta de nuestro deseo sino que, en inteligencia con lo real, instruye nuestro ser en la noche de nuestra sensibilidad. Lo que el sueño puede hacer es inmenso. Reparar, rememorar, profetizar, escuchar, poner en guardia, aterrorizar, apaciguar, revelar, liberar. Y nos permite olvidar.

El sueño es un modo singular de presencia. Eso que deposita en nosotros seres vivos o desaparecidos, animales, objetos, luces, espacios, la fuerza de una aparición. La pregunta es saber si podemos alojarlo, llegar a una proximidad con el enigma onírico del mundo, si podemos admitir lo que el genio del sueño llama: una conversión.

Corres sobre un dique. Una inmensa ola avanza en el horizonte. La noche viene.

Tal vez soñamos con el solo fin de experimentar eso: ser un sobreviviente.

El sueño cierra el bucle de un cierto tiempo de nuestra vida para abrir otro. Es la seña de que alguna cosa llega. Ni solamente presagio, ni únicamente expulsión que ha escapado a las garras de la censura, es portador de este continuum de vida en el que es tan difícil proyectarse. Es una representación de alguna cosa que la conciencia no puede formularse más que en imágenes… El universo onírico es golpeado por esta extrañeza tomada del corazón de nuestra realidad: este paisaje, esta casa, esta persona, sí los reconozco y sin embargo su huella ya no es la misma. Se han convertido en “los negativos” de un escenario cargado de soluciones mágicas o maléficas que el pensamiento puede desarrollar para descubrir allí un sentido. Como para los creadores cuya obra los precede, el sueño viene justo antes de que la transformación tenga lugar, de que la crisálida se abra. Es el revelador, a veces dramático, a veces maravilloso, pero a menudo inquietante, de aquello que se hace presente en nosotros mismo

https://escaramuza.com.uy/nota/lee-un-fragmento-de-laquo-inteligencia-del-sueno-raquo-de-anne-dufourmantelle/1047


La escritura –como en un sueño- se vuelve imagen y el cuerpo flota en una zona intermedia para darle letra antes de deshacerse.

y el acto poético nace de la transformación de los materiales existenciales residuales, operación posible en el ámbito del sueño. Que a través del sueño, o en el estado de duermevela, sea posible acceder a las zonas más profundas de la psiquis y llegar a conocer así el aspecto más misterioso y revelador de la personalidad fue algo establecido por el psicoanálisis y que más tarde se iba a convertir en el campo de trabajo privilegiado por los surrealistas

precisamente fue el surrealismo un movimiento artístico y de escritura que le dio al sueño una supremacía al momento de pensar lo poético

La principal aportación de los surrealistas a la concepción artística del sueño es que deja de ser considerado un vacío, un agujero de la consciencia para ser entendido como la otra mitad de la vida, un plano de experiencia consciente cuyo conocimiento y liberación incide de manera especial en el enriquecimiento y ampliación del mundo interior, principal objetivo de los surrealistas.

En este sentido Goya y su representación plástica del sueño como un ámbito de la realidad humana, sin las connotaciones sobrenaturales o míticas con las que había sido mostrado en el arte anterior, abre definitivamente la senda que abordarán un siglo después los surrealistas.

Goya es además quién escribe El sueño de la razón produce monstruos o La fantasía abandonada de la razón produce monstruos imposibles: unida con ella es madre de las artes y origen de las maravillas»

Por otra parte Carl Jung comienza con el psicoanálisis y luego se separa del mismo hacia una mirada más espiritual en la que los sueños constituyen un mundo de símbolos profundos, muchos de los cuales son milenarios y compartidos en una especie de inconsciente colectivo

Pero además para Jung el inconsciente o, mejor dicho, la capa más profunda de la psique inconsciente de cada individuo —el inconsciente colectivo—, tiene un carácter transpersonal, está conectado a todo lo que existe. Los sueños son, por tanto, fuentes de mensajes espirituales y existenciales trascendentes. La psique inconsciente y los sueños que produce tienen una función reguladora con respecto a la vida del sujeto, facilitando su proceso de crecimiento y acercamiento a la totalidad de su ser 

 

Cuando Jung pasó unos meses con los elgoni, un pueblo que vivía en la selva de Elgon en África oriental, descubrió que ellos daban importancia a los sueños. Cuando alguno de ellos tenía un sueño que trataba sobre su vida individual, se consideraba relativamente irrelevante. Pero cuando alguien tenía un sueño referido al pueblo, al colectivo, se congregaban para escucharlo y le prestaban especial atención. Los elgoni llamaban a estos últimos “sueños grandes” (Bennet, 1983). También Jung pensaba que los sueños podían representar y traer mensajes tanto de la psique individual como de la colectiva (Bennet, 1983). Aquellos que provienen más claramente del inconsciente colectivo tienen un mayor impacto subjetivo, son altamente simbólicos y vívidos y pueden generar cambios importantes en la vida del soñante, Jung les llamó “sueños arquetípicos”

 

un poco más de Borges, que también habla de la pesadilla:

“He citado a Thomas Browne. Dice que los sueños nos dan una idea de la excelencia del alma, ya que el alma está libre del cuerpo y da en jugar y soñar. Cree que el alma goza de libertad. Y Addison dice que, efectivamente, el alma, cuando está libre de la traba del cuerpo, imagina, y puede  imaginar  con  una  facilidad  que  no  suele  tener  en  la  vigilia.  Agrega  que  de  todas  las operaciones del alma (de la mente, diríamos ahora, ahora no usamos la palabra alma), la más difícil es la invención.  Sin embargo, en el sueño inventamos  de un modo tan rápido que equivocamos nuestro pensamiento con lo que estamos inventando.

Soñamos leer un libro y la verdad es que estamos inventando cada una de las palabras del libro, pero no nos damos cuenta y lo tomamos por ajeno. He notado en muchos sueños ese trabajo previo, digamos, ese trabajo de preparación de las cosas.

Recuerdo cierta pesadilla que tuve. Ocurrió, lo sé, en la calle Serrano, creo que en Serrano y Soler, salvo que no parecía Serrano y Soler, el paisaje era muy distinto: pero yo sabía que era en la vieja calle Serrano, de Palermo.  Me encontraba  con un amigo, un amigo que ignoro: lo veía y estaba muy cambiado. Yo nunca había visto su cara pero sabía que su cara no podía ser ésa. Estaba muy cambiado, muy triste. Su rostro estaba cruzado por la pesadumbre, por la enfermedad, quizá por la culpa. Tenía la mano derecha dentro del saco (esto es importante para el sueño). No podía verle la mano, que ocultaba del lado del corazón. Entonces lo abracé, sentí que necesitaba que lo ayudara: “Pero, mi pobre Fulano, ¿qué te ha pasado? ¡Qué cambiado estás!” Me respondió: “Sí, estoy muy cambiado”. Lentamente fue sacando la mano. Pude ver que era la garra de un pájaro”

 

Si la poesía se nutre de sueño en un sentido esencial y simbólico, ella se nutre también de los sueños mismos: el poeta ama "contar sueños", que serán reales o inventados, y de los cuales no necesariamente se debe derivar un mensaje particular

 

el material que encontramos en los sueños y en la poesía es que nuestra subjetividad deforma el mundo

cambian los colores

retornan los aromas

las personas  cambian de rostro

los tamaños se agigantan

lo lejano se acerca en un segundo

los objetos cobran vida propia

los animales hablan

palabras de estados de locura, paisajes que transforma el delirio, imágenes de la poesía son como sueños

un libro muy hermoso de Gastón Bechelard   “Poética de la ensoñación” también relaciona sueños y poesía, precisamente con un estado intermedio que es la ensoñación:

Aunque Valéry diga34 ʺque sólo nos comprendemos a nosotros mismos gracias a la velocidad de nuestro pasaje por las palabrasʺ, la ensoñación, la lenta ensoñación descubre las profundidades en la inmovilidad de una palabra. Mediante la ensoñación creemos descubrir en una palabra el acto que nombra. Les mots rêvent quʹon les nomme [Las palabras sueñan que se las nombra] Escribe un poeta.35 Quieren que se sueñe al nombrarlas. Y esto, simplemente, sin ahondar en el abismo de las etimologías. En su ser actual, las palabras amasando sueños, se vuelven realidades

 

Para conocer la felicidad de las imágenes, vale más seguir la ensoñación sonámbula, escuchar, como hacía Nodier, el somniloquio de un soñador. La imagen sólo puede ser estudiada mediante la imagen, soñando las imágenes tal como se reúnen en la ensoñación.  El sueño nocturno puede muy bien ser una lucha violenta o astuta contra las censuras. La ensoñación nos permite conocer el lenguaje sin censura. En la ensoñación solitaria podemos decírnoslo   todo a nosotros mismos

bachelard


podemos escribir nuestros sueños

hay personas que tienen ese hábito

podemos soñar con la lapicera: dejando que las imágenes irracionales surjan por si mismas como propone el surrealismo

podemos inventar sueños

narrar sucesos mágicos revelados por sueños

y muchas variantes más

termino con este poema de Antonio machado:

ERA UN NIÑO QUE SOÑABA

Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedose el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!



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