la poesía y lo onírico se contienen mutuamente en una conexión profunda
por
otro lado escribir es como soñar ya que se parece en cuanto que las dos son
acciones creadoras que implican nuestro pensamiento, mecanismos de la
imaginación, deseos y sentimientos
desde
tiempos antiguos se le dio a los sueños una entidad mágica, una especie de
comunicación con otros mundos, o incluso un mensaje premonitorio
de
hecho ya en esos tiempos esas creencias implicaban un trabajo de
interpretación: una suerte de traducción del mundo simbólico que aparece al
soñar
en el
principio del siglo XX el surgimiento del psicoanálisis viene también de la
mano de los sueños: Sigmund Freud realiza un análisis que ya va a ser más
científico que religioso, abriendo puertas de un nuevo paradigma que revolucionó
nuestra idea de lo humano: la de la existencia de un universo inconsciente, de
fuerzas que están dentro nuestro más allá de la voluntad y lo racional
de
hecho esos sueños analizados expresan deseos inconscientes
Por su
parte Cortázar, que tampoco es ajeno a la fascinación de lo
esotérico
y de lo mágico como una erupción insospechada de lo cotidiano, prefiere el
acercamiento psicoanalítico al sueño. Reconoce en éste un
instrumento
de penetración en los meandros más profundos de la psiquis,
donde
el "otro", la alteridad, el oscuro habitante, se revela, en
contraposición con la "persona", conocida y luminosa:
El
sueño, esa nieve dulce
que
besa el rostro, lo roe hasta encontrar
debajo,
sostenido por hilos musicales,
el otro
que despierta
Borges
tiene una Conferencia sobre la pesadilla en la que también reflexiona sobre los
sueños y el soñar
“Dunne
es un escritor inglés de este siglo. No conozco título más interesante que el
de su libro, Un experimento con el tiempo. En él imagina que cada
uno de nosotros posee una suerte de modesta eternidad personal:
a esa modesta eternidad la poseemos
cada noche. Esta noche dormiremos, esta noche soñaremos que
es miércoles. Y soñaremos con el miércoles y con el día siguiente, con el
jueves, quizá con el viernes, quizá con el martes… A cada hombre le está dado,
con el sueño, una pequeña eternidad personal que le permite ver su pasado
cercano y su porvenir cercano.
Todo esto el soñador lo ve de un solo vistazo, de igual modo
que Dios, desde su vasta eternidad, ve todo el proceso cósmico. ¿Qué sucede al
despertar? Sucede que, como estamos acostumbrados a la vida sucesiva, damos
forma narrativa a nuestro sueño, pero nuestro sueño ha sido múltiple y ha sido
simultáneo.
Veamos un ejemplo muy sencillo. Vamos a suponer que yo
sueño con un hombre, simplemente la imagen de un hombre (se trata de un sueño
muy pobre) y luego, inmediatamente, sueño la imagen de un árbol. Al
despertarme, puedo dar a ese sueño tan simple una complejidad que no le
pertenece: puedo pensar que he soñado en un hombre que se convierte en árbol,
que era un árbol. Modifico los hechos, ya estoy fabulando.”
…
“Esto lo dice, de modo seco y lacónico, Calderón: la vida es
sueño. Y lo dice, ya con una imagen, Shakespeare: “estamos hechos de la
misma madera que nuestros sueños”; y, espléndidamente, lo dice el poeta
austríaco Walter von der Vogelweide, quien se pregunta (lo diré en mi mal
alemán primero y luego en mi mejor español) : “Ist es mei Leben getraümt
oder ist es wahr?: “¿He soñado mi vida, o fue un sueño?” No está seguro. Lo
que nos lleva, desde luego, al solipsismo; a la sospecha de que sólo hay un
soñador y ese soñador es cada uno de nosotros. Ese soñador —tratándose de
mí—, en este momento está soñándolos a ustedes; está soñando esta sala y esta
conferencia. Hay un solo soñador; ese soñador sueña todo el proceso cósmico, sueña
toda la historia universal anterior, sueña incluso su niñez, su mocedad. Todo
esto puede no haber ocurrido: en ese momento empieza a existir, empieza a soñar
y es cada uno de nosotros, no nosotros, es cada uno. En
este momento yo estoy soñando que estoy pronunciando una conferencia en la
calle Charcas, que estoy buscando los temas —y quizá no dando con ellos—, estoy
soñando con ustedes, pero no es verdad. Cada uno de ustedes está soñando
conmigo y con los otros.
Tenemos esas dos imaginaciones: la de considerar que los
sueños son parte de la vigilia, y la otra, la espléndida, la de los poetas, la
de considerar que toda la vigilia es un sueño. “
En el espacio del sueño se produce la obra alquímica de
transformación de los materiales de desecho de la existencia en el oro puro de
la poesía
por otra parte la filósofa Anne Dufourmantelle en su libro Inteligencia del sueño (2020)
hace hincapié en nuestra capacidad creadora que los sueños expresan
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En presencia del sueño
Creemos vivir en otra parte que en nuestros sueños. Pero
hagamos la hipótesis inversa: no los dejamos jamás, nuestros sueños velan por
nosotros.
El sueño es pura inteligencia. La condición humana nos
invita a dar hospitalidad a esta nueva relación con el mundo que viene dentro
del sueño a nuestro encuentro. Nuestra tarea sería reconocer que no solo es la
cifra secreta de nuestro deseo sino que, en inteligencia con lo real, instruye
nuestro ser en la noche de nuestra sensibilidad. Lo que el sueño puede hacer es
inmenso. Reparar, rememorar, profetizar, escuchar, poner en guardia,
aterrorizar, apaciguar, revelar, liberar. Y nos permite olvidar.
El sueño es un modo singular de presencia. Eso que deposita
en nosotros seres vivos o desaparecidos, animales, objetos, luces, espacios, la
fuerza de una aparición. La pregunta es saber si podemos alojarlo, llegar a una
proximidad con el enigma onírico del mundo, si podemos admitir lo que el genio
del sueño llama: una conversión.
Corres sobre un dique. Una inmensa ola avanza en el
horizonte. La noche viene.
Tal vez soñamos con el solo fin de experimentar eso: ser un
sobreviviente.
El sueño cierra el bucle de un cierto tiempo de nuestra vida
para abrir otro. Es la seña de que alguna cosa llega. Ni solamente presagio, ni
únicamente expulsión que ha escapado a las garras de la censura, es portador de
este continuum de vida en el que es tan difícil proyectarse. Es una representación
de alguna cosa que la conciencia no puede formularse más que en imágenes… El
universo onírico es golpeado por esta extrañeza tomada del corazón de nuestra
realidad: este paisaje, esta casa, esta persona, sí los reconozco y sin embargo
su huella ya no es la misma. Se han convertido en “los negativos” de un
escenario cargado de soluciones mágicas o maléficas que el pensamiento puede
desarrollar para descubrir allí un sentido. Como para los creadores cuya obra
los precede, el sueño viene justo antes de que la transformación tenga lugar,
de que la crisálida se abra. Es el revelador, a veces dramático, a veces
maravilloso, pero a menudo inquietante, de aquello que se hace presente en
nosotros mismo
La escritura –como en un sueño- se vuelve imagen y el cuerpo
flota en una zona intermedia para darle letra antes de deshacerse.
y el acto poético nace de la transformación de los
materiales existenciales residuales, operación posible en el ámbito del sueño.
Que a través del sueño, o en el estado de duermevela, sea posible acceder a las
zonas más profundas de la psiquis y llegar a conocer así el aspecto más
misterioso y revelador de la personalidad fue algo establecido por el
psicoanálisis y que más tarde se iba a convertir en el campo de trabajo
privilegiado por los surrealistas
precisamente fue el surrealismo un movimiento artístico y de
escritura que le dio al sueño una supremacía al momento de pensar lo poético
La principal aportación de los surrealistas a la concepción
artística del sueño es que deja de ser considerado un vacío, un agujero de la
consciencia para ser entendido como la otra mitad de la vida, un plano de
experiencia consciente cuyo conocimiento y liberación incide de manera especial
en el enriquecimiento y ampliación del mundo interior, principal objetivo de
los surrealistas.
En este sentido Goya y su representación plástica del sueño
como un ámbito de la realidad humana, sin las connotaciones sobrenaturales o
míticas con las que había sido mostrado en el arte anterior, abre
definitivamente la senda que abordarán un siglo después los surrealistas.
Goya es además quién escribe El sueño de la razón produce
monstruos o La fantasía abandonada de la razón produce monstruos imposibles:
unida con ella es madre de las artes y origen de las maravillas»
Por otra parte Carl Jung comienza con el psicoanálisis y
luego se separa del mismo hacia una mirada más espiritual en la que los sueños
constituyen un mundo de símbolos profundos, muchos de los cuales son milenarios
y compartidos en una especie de inconsciente colectivo
Pero además para Jung el inconsciente o, mejor dicho, la
capa más profunda de la psique inconsciente de cada individuo —el inconsciente
colectivo—, tiene un carácter transpersonal, está conectado a todo lo que
existe. Los sueños son, por tanto, fuentes de mensajes espirituales y
existenciales trascendentes. La psique inconsciente y los sueños que produce
tienen una función reguladora con respecto a la vida del sujeto, facilitando su
proceso de crecimiento y acercamiento a la totalidad de su ser
Cuando Jung pasó unos meses con los elgoni, un pueblo que
vivía en la selva de Elgon en África oriental, descubrió que ellos daban
importancia a los sueños. Cuando alguno de ellos tenía un sueño que trataba
sobre su vida individual, se consideraba relativamente irrelevante. Pero cuando
alguien tenía un sueño referido al pueblo, al colectivo, se congregaban para
escucharlo y le prestaban especial atención. Los elgoni llamaban a estos
últimos “sueños grandes” (Bennet, 1983). También Jung pensaba que los sueños
podían representar y traer mensajes tanto de la psique individual como de la
colectiva (Bennet, 1983). Aquellos que provienen más claramente del
inconsciente colectivo tienen un mayor impacto subjetivo, son altamente
simbólicos y vívidos y pueden generar cambios importantes en la vida del
soñante, Jung les llamó “sueños arquetípicos”
un poco
más de Borges, que también habla de la pesadilla:
“He citado
a Thomas Browne. Dice que los sueños nos dan una idea de la excelencia
del alma, ya que el alma está libre del cuerpo y da en jugar y soñar. Cree que
el alma goza de libertad. Y Addison dice que, efectivamente, el alma, cuando
está libre de la traba del cuerpo, imagina, y puede imaginar con
una facilidad que no suele tener
en la vigilia. Agrega que de todas
las operaciones del alma (de la mente, diríamos ahora, ahora no usamos la
palabra alma), la más difícil es la invención. Sin embargo, en el sueño
inventamos de un modo tan rápido que equivocamos nuestro pensamiento con
lo que estamos inventando.
Soñamos leer un libro y la verdad es que estamos inventando
cada una de las palabras del libro, pero no nos damos cuenta y lo tomamos por
ajeno. He notado en muchos sueños ese trabajo previo, digamos, ese trabajo de
preparación de las cosas.
Recuerdo cierta pesadilla que tuve. Ocurrió, lo sé, en la
calle Serrano, creo que en Serrano y Soler, salvo que no parecía Serrano y
Soler, el paisaje era muy distinto: pero yo sabía que era en la vieja calle
Serrano, de Palermo. Me encontraba con un amigo, un amigo que
ignoro: lo veía y estaba muy cambiado. Yo nunca había visto su cara pero sabía
que su cara no podía ser ésa. Estaba muy cambiado, muy triste. Su rostro estaba
cruzado por la pesadumbre, por la enfermedad, quizá por la culpa. Tenía la mano
derecha dentro del saco (esto es importante para el sueño). No podía verle la
mano, que ocultaba del lado del corazón. Entonces lo abracé, sentí que
necesitaba que lo ayudara: “Pero, mi pobre Fulano, ¿qué te ha pasado? ¡Qué
cambiado estás!” Me respondió: “Sí, estoy muy cambiado”. Lentamente fue sacando
la mano. Pude ver que era la garra de un pájaro”
Si la poesía se nutre de sueño en un sentido esencial y
simbólico, ella se nutre también de los sueños mismos: el poeta ama
"contar sueños", que serán reales o inventados, y de los cuales no
necesariamente se debe derivar un mensaje particular
el material que encontramos en los sueños y en la poesía es
que nuestra subjetividad deforma el mundo
cambian los colores
retornan los aromas
las personas cambian
de rostro
los tamaños se agigantan
lo lejano se acerca en un segundo
los objetos cobran vida propia
los animales hablan
palabras de estados de locura, paisajes que transforma el
delirio, imágenes de la poesía son como sueños
un
libro muy hermoso de Gastón Bechelard “Poética
de la ensoñación” también relaciona sueños y poesía, precisamente con un estado
intermedio que es la ensoñación:
Aunque Valéry diga34 ʺque
sólo nos comprendemos a nosotros mismos
gracias a la velocidad de nuestro pasaje por las palabrasʺ, la ensoñación, la lenta ensoñación descubre las profundidades en
la inmovilidad de una palabra. Mediante la ensoñación creemos descubrir en una
palabra el acto que nombra. Les mots rêvent quʹon les nomme [Las palabras
sueñan que se las nombra] Escribe un poeta.35 Quieren que se sueñe al
nombrarlas. Y esto, simplemente, sin ahondar en el abismo de las etimologías.
En su ser actual, las palabras amasando sueños, se vuelven realidades
Para conocer la felicidad de las imágenes, vale más seguir
la ensoñación sonámbula, escuchar, como hacía Nodier, el somniloquio de un
soñador. La imagen sólo puede ser estudiada mediante la imagen, soñando las
imágenes tal como se reúnen en la ensoñación. El sueño nocturno puede muy bien ser una lucha
violenta o astuta contra las censuras. La ensoñación nos permite conocer el
lenguaje sin censura. En la ensoñación solitaria podemos decírnoslo
todo a nosotros mismos
podemos
escribir nuestros sueños
hay
personas que tienen ese hábito
podemos
soñar con la lapicera: dejando que las imágenes irracionales surjan por si
mismas como propone el surrealismo
podemos
inventar sueños
narrar
sucesos mágicos revelados por sueños
y
muchas variantes más
termino
con este poema de Antonio machado:
ERA UN NIÑO QUE SOÑABA
Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía…
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedose el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!
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