domingo, 25 de junio de 2023

capítulo 15 – inventarios de mundos

 



me resulta atractivo comparar con un poco de humor aunque también encaminando al tema de hoy dos textos

 

uno la canción de Marolio

 

Mate, café, harina y palmitos

Yerba, mermelada, cacao, picadillo

Paté, caballa, arroz y arvejas

Sardinas y atún, choclo y lentejas

Marolio le da sabor a tu vida

Marolio está desde el comienzo del día

 

y el otro el poema de Borges, Los justos:

 

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

 

a simple vista podríamos pensar que son textos opuestos absolutamente, uno una canción publicitaria y el otro un poema genial de un gran escritor

pero y si nos preguntamos qué tienen en común?

nos encontramos con cierta musicalidad y un anudamiento muy atractivo a nuestro lenguaje y a la poesía que es

LA ENUMERACIÓN

 

entre tantos textos antiguos, para reafirmar una descripción y una fuerza poética ya sea infundir fe o temor o hacer visible, en la Biblia antigua:

 Y a Leviatán, ¿lo pescarás con un anzuelo?
¿Podrás atarle la lengua con una cuerda?
2 (40.26) ¿Podrás pasarle un cordel por las narices

o atravesarle con un gancho la quijada?
3 (40.27) ¿Acaso va a rogarte que le tengas compasión,
y a suplicarte con palabras tiernas?
4 (40.28) ¿Acaso harás que te prometa
ser tu esclavo toda la vida?
5 (40.29) ¿Jugarás con él como con un pajarito?
¿Lo atarás como juguete de tus hijas?
6 (40.30) ¿Se pondrán a regatear por él en el mercado?
¿Lo cortarán en pedazos para venderlo?
7 (40.31) ¿Podrás atravesarle el cuero con flechas,
o la cabeza con arpones?
8 (40.32) Si llegas a ponerle la mano encima,
te dará tal batalla que no la olvidarás,
y nunca volverás a hacerlo.

9 (1) Con sólo ver a Leviatán,
cualquiera se desmaya de miedo.
10 (2) Si alguien lo provoca, se pone furioso;

nadie es capaz de hacerle frente.
11 (3) ¿Quién, que se le enfrente, saldrá sano y salvo?
¡Nadie en todo el mundo!
12 (4) No dejaré de mencionar sus patas
y su fuerza sin igual.
13 (5) ¿Quién puede quitarle el cuero que lo cubre,
o atravesar su doble coraza protectora?
14 (6) ¿Quién puede abrirle el hocico,
con su cerco de terribles dientes?
15 (7) Sus lomos son hileras de escudos
cerrados y duros como la piedra.
16 (8) Tan apretados están unos contra otros,
que ni el aire puede pasar entre ellos.
17 (9) Tan unidos y trabados están,
que nadie puede separarlos.
18 (10) Sus estornudos son como relámpagos;
sus ojos brillan como el sol cuando amanece.
19 (11) De su hocico salen llamaradas
y se escapan chispas de fuego.
20 (12) De sus narices sale humo,
como de una caldera que hierve al fuego.
21 (13) Su aliento enciende las brasas,
de su hocico salen llamas.
22 (14) Su cuello es tan fuerte
que ante él todos se llenan de miedo.
23 (15) Aun la parte carnosa de su cuerpo
es dura e impenetrable, como hierro fundido.
24 (16) Tiene el corazón duro como la roca,
duro como piedra de moler.
25 (17) Cuando él se levanta, los dioses se espantan
y huyen llenos de terror.
26 (18) Ni espada ni lanza ni flecha ni dardo
sirven de nada para atacarlo.
27 (19) Para él, el hierro es como paja,
y el bronce como madera podrida.
28 (20) Las flechas no lo hacen huir;
lanzarle piedras es como lanzarle paja.
29 (21) Un golpe de mazo le es como un golpe de caña;
se ríe al oír silbar las jabalinas.
30 (22) Cuando se arrastra, abre surcos en el barro,
como si lo hiciera con afilados trillos.
31 (23) Hace hervir como una olla al mar profundo;
como una caldera para mezclar ungüentos.
32 (24) Va dejando en el agua una estela
blanca y brillante como melena de canas.
33 (25) No hay en la tierra nada que se le parezca;
fue hecho para no sentir miedo jamás.
34 (26) Hace frente aun a los más arrogantes,
y es el rey de todas las fieras.

 

(Libro de Job – Capítulo 14)

 

enumerar, acumular, hacer como listados que atrapan un poquito de lo infinito del universo, genera además de ese recorte un cierta música, la fluidez de ir “bajando” entre los elementos

tomando mano de posibilidades como nexos como la y o sencilla puntuación

 

y la ceguera, que es penumbra y cárcel,

y la vejez, aurora de la muerte,

y la fama, que no merece nadie, [...]

y unas monedas y un reloj de arena

y que una tarde, igual a tantas otras,

se resigna a estos versos.

 

Borges

 

 

circula una clasificación, arbitraria como decimos siempre, pero que no orienta  en los diversos sentidos que puede tener la enumeración, tanto en la poesía como en otros usos del lenguaje en la vida:

  • Enumeración ascendente o clímax: por la que los elementos se ordenan de menor a mayor según importancia o desde abajo hacia arriba según su posición espacial.
  • Enumeración descendente o anticlímax: por la que los elementos se ordenan de mayor a menor según su importancia o de arriba abajo según su posición espacial. (En ocasiones consideran estas dos primeras enumeraciones de la misma clase)
  • Enumeración simple: por la cual se disponen de manera continuada todo tipo de conceptos o características comunes.
  • Enumeración caótica: por la que los elementos se disponen sin orden ni concierto ni con una relación clara.

 

En la situación de poesía será más comúnmente la llamada enumeración caótica:

 

Whitman, inspirándose en la  Biblia , es el primer poeta moderno en usar

este procedimiento. Según Spitzer, “el vigoroso asíndeton” empleado por

Whitman “acerca violentamente unas a otras las cosas más dispares, lo más

exótico y lo más familiar, lo gigantesco y lo minúsculo, la naturaleza y los

productos de la civilización humana como un niño que estuviera hojeando

el catálogo de una gran tienda”

 

 

Más ejemplos de Borges:

en “El idioma analítico de John Wilkins”, en Otras inquisiciones (1952), a propósito de

[...] cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de conocimientos

benévolos

 

. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen

en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d)

lechones, (e) sirenas, (f ) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta

clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados

con un pincel finísimo de pelo de camello, (1) etcétera, (m) que acaban

de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas. (Borges 2009: 104)

 

y el memorable fragmento de el cuento El aleph:

 

Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer en el pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemon Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico, yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplican sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.


EL ALEPH


Una gran influencia para toda la poesía moderna es Walt Whitman, quien hizo de la enumeración una de las características más notables de su estilo:

 

 

Una hoja de hierba

Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles.

Descubro que en mí,
se incorporaron, el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.


poema completo


Quien recibe su influencia entre muchos es Pablo Neruda:

 

ODA A LOS NÚMEROS

Pablo Neruda

Qué sed
de saber cuánto!
Qué hambre
de saber
cuántas
estrellas tiene el cielo!

Nos pasamos
la infancia
contando piedras, plantas,
dedos, arenas, dientes,
la juventud contando
pétalos, cabelleras.
Contamos
los colores, los años,
las vidas y los besos,
en el campo
los bueyes, en el mar
las olas. Los navíos
se hicieron cifras que se fecundaban.
Los números parían.
Las ciudades
eran miles, millones,
el trigo centenares
de unidades que adentro
tenían otros números pequeños,
más pequeños que un grano.
El tiempo se hizo número.
La luz fue numerada
y por más que corrió con el sonido
fue su velocidad un 37.
Nos rodearon los números.

NERUDA COMPLETO


como vemos en la llamada enumeración caótica se mezclan planos diversos: objetos, acciones, conceptos, sentimientos

 

por otra parte, la enumeración puede ser buscada o surgir espontáneamente, puede ser todo el texto o un fragmento

 

un poema puede ser una simple enumeración libre o enmarcarse en algo, como en el ejemplo de María Elena Walsh en el que elije poner todo en una cajita de fósforos:

 

EN UNA CAJITA DE FÓSFOROS

En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.

Un rayo de sol, por ejemplo.
(Pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra).
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.

Les voy a contar un secreto:
En una cajita de fósforos
yo tengo guardada una lágrima,
y nadie, por suerte la ve.
Es claro que ya no me sirve.
Es cierto que está muy gastada.

Lo sé, pero qué voy a hacer,
tirarla me da mucha lástima.
Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros.
«Basura», dirán, «cachivaches,
no sé por qué juntan todo esto».
No importa, que ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.

En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas no tienen mamá.

 

 

 

 

Como decíamos el año pasado enumerar –y a esa consigna nos arrojaremos alegremente- puede ser casi una sencilla lista de cosas, las relaciones entre cada parte pueden ser conscientes o aparecer espontáneamente. Es una de las tantas experiencias y ejercicios en los que surge en nuestro escribir lo inesperado.


domingo, 11 de junio de 2023

Capítulo 14 – la descripción

 






contar cómo es algo: un lugar, una habitación, un paisaje

una vestimenta

en un plano entre comillas objetivo

y en otro plano el cómo influyen en los espacios, los escenarios de un relato, los sentimientos o estados de ánimo

un pasillo entonces es lúgubre

y una mañana en la montaña es luminosa, por lo tanto se le transmite al lector lo alegre

no es fácil describir

a veces uno no sabe si es la forma, el tamaño, el color

porque entre otras razones la percepción de las cosas es diferente a cada cual y a cada momento

y además la descripción “objetiva” nos llevaría a un imposible –al que Lacan llama lo real-  sería millones de páginas, una pesadilla borgeana, describir solo una habitación en TODA su realidad

cada objeto sus materiales sus texturas su historia etc.

por lo que –nos demos cuenta o no- recurrimos a los lugares comunes y estereotipos

decimos: era una oficina de administrativos

y ya nosotros el lector “ve” en su mente computadoras, camisas, escritorios, etc.

y también tenemos la demanda de la singularidad

decimos un árbol

o un álamo un alerce, un árbol altísimo con una rama cortada, su piel rugosa un musgo que le crece


tomado de por ahí

La descripción literaria o descripción subjetiva es una forma de descripción, propia de los textos poéticos o literarios, en la cual se presta más atención a las impresiones y sensaciones que el objeto o la situación descritos suscitan en quien los describe, que a la caracterización real y objetiva de cómo son.

Dicho de otra forma, se trata de una manera de describir que no hace tanto énfasis en decir cómo es la cosa en realidad, sino más bien en cómo se la aprecia o cómo se la puede pensar subjetivamente, con el fin de obtener así un efecto estético. En esto la descripción subjetiva, propia de textos literarios o poéticos, se distingue de otras formas de descripción propias de textos periodísticoscientíficos y prácticos.

Como ocurre en los textos de tipo literario, en una descripción subjetiva se hace hincapié en el lenguaje y la manera en que está siendo usado, más que en los rasgos objetivos de la cosa que está siendo descrita. Así, mientras una descripción científica y objetiva probablemente arrojaría mediciones exactas de las dimensiones de un objeto (su peso, sus proporciones, su composición), una descripción literaria y subjetiva podría decir a qué otro objeto se asemeja o qué situaciones evocan en un personaje que lo observa.

Características de la descripción literaria

La descripción literaria se caracteriza por lo siguiente:

  • Consiste en ofrecer al lector los rasgos de un objeto, una situación o un referente determinado. Pero a diferencia de otras formas de descripción, en este caso se utiliza un lenguaje poético, subjetivo.
  • No se propone describir de manera objetiva y comprobable la cosa, brindando sus detalles y mediciones, sino causar en el lector una impresión estética, artística.
  • Acude muy a menudo a las metáforas como formas de establecer descripciones comparativas y atribuir rasgos fuera de lo común a los referentes descritos. Asimismo, utiliza figuras retóricas como la hipérbole, la humanización, el oxímoron, entre muchas otras.
  • No suele utilizar el lenguaje técnico ni métodos formales de descripción, y no aspira a ser útil o aplicable al mundo real.

Tipos de descripción literaria

La descripción literaria se puede clasificar en dos tipos: estática y dinámica.

  • Descripción estática. Es aquella en la que el tiempo del relato se enlentece o se detiene, es decir, se deja de lado la acción de la historia narrada para enfocarse en la descripción del ambiente o de los sentimientos del momento. Se la puede reconocer porque emplea verbos de reposo y observación, como “parecer”, “ser”, “haber”, “situarse”, “verse”, o bien porque el tono general es enunciativo.
    Un claro ejemplo de este tipo de descripción podemos verlo en el siguiente párrafo de la novela Doña Bárbara (1929) del autor venezolano Rómulo Gallegos (1884-1969):
    “Tierras áridas, quebradas por barrancas y surcadas de terroneras. Reses flacas, de miradas mustias, lamían aquí y allá, en una obsesión impresionante, los taludes y peladeros del triste paraje. Blanqueaban al sol las osamentas de las que ya habían sucumbido, víctimas de la tierra salitrosa que las enviciaba hasta hacerlas morir de hambre, olvidadas del pasto, y grandes bandadas de zamuros se cernían sobre la pestilencia de la carroña”.
  • Descripción dinámica. Es aquella en la que el tiempo de la narración no se detiene o enlentece tanto, sino que transcurre gracias a la incorporación de ciertos elementos dinámicos. Esto quiere decir que la descripción permite que la acción avance, en lugar de detenerla para explicar cómo lucen las cosas. Este tipo de descripción es muy común a la hora de narrar situaciones de cambio o en las que acontecen sucesos simultáneos.
    Un ejemplo de este tipo de descripción lo tenemos en el relato “Ciudad de Dios” del autor brasileño Rubem Fonseca (1925-2020):
    “Su nombre es João Romeiro, pero es conocido como Zinho en la Ciudad de Dios, una favela en Jacarepaguá, donde controla el tráfico de drogas. Ella es Soraia Gonçalves, una mujer dócil y callada. Soraia supo que Zinho era traficante de drogas dos meses después de que empezaron a vivir juntos en un condominio de clase media alta en la Barra de Tijuca. ¿Te molesta?, preguntó Zinho, y ella contestó que ya había tenido en su vida un hombre dedicado al Derecho que no pasaba de ser un canalla”.

Funciones de la descripción literaria

La descripción literaria cumple con las siguientes funciones dentro del texto literario:

  • Permite crear una atmósfera. Es decir, brinda detalles necesarios para que el lector pueda sumergirse en el universo del relato y pueda imaginar más vívidamente el modo en que las cosas ocurren en la ficción.
  • Permite generar suspenso. Dado que ralentiza la acción del texto literario, la descripción permite dilatar o enlentecer la llegada de la resolución de la anécdota o alargar momentos climáticos para que generen así más intriga y mayor respuesta emocional del lector.
  • Permite aproximar al lector a un personaje. En general, en los textos literarios, los personajes más y mejor descritos son aquellos que más próximos emocionalmente le resultan al lector, y con los que más se identifica. En cambio, aquellos que le resultan más oscuros y desconocidos, le importan menos y juegan por ende un rol más secundario en su lectura.
  • Permite recrear el punto de vista del narrador. Especialmente cuando el relato es contado por un personaje, se necesitan detalles y descripciones para que la manera de contar luzca verdaderamente suya, y no como un relato contado por una voz neutra, genérica.
artículo


en principio solemos asociar la descripción con lo visual

sin embargo los olores

un aroma a piso de madera encerado

los sonidos

por la pequeña ventana entraba el rugido del mar

texturas

el áspero muro de la prisión

hacen a  esa reconstrucción y recreación que le damos al lector

por otro lado los adjetivos transforman la escena

 

una misma plaza puede ser hermosa o desolada

un mismo color puede ser amargo o alegre

y en ello también tomamos mano a la comparación

la calle estaba oscura como una tumba

-notamos que no es lo mismo que decir solamente la calle estaba oscura-


en el borde de la cama, como un león dormido, quedó su abrigo abollado

 

de otro artículo tomamos la descripción en otras tipologías:

Gustave Flaubert: la descripción realista

El realismo literario fue una de las corrientes estéticas más influyentes del siglo XIX. Practicado por autores como Balzac, Tolstoi o Dickens, se apoyaba fuertemente en la descripción. Si alguna vez agarraste La guerra y la paz, seguramente te encontraste con largos párrafos de minuciosa descripción. Este estilo se caracteriza por su exhaustividad, su objetividad, su minuciosidad y su amplitud. El narrador, casi siempre una tercera persona omnisciente, suele recorrer grandes paisajes llenos de gente, y los describe con lentitud y detalle, como haría un traveling cinematográfico (aunque décadas antes de la invención del cine, claro). Algo así ocurre en la famosa escena de la feria de Madame Bovary:

El prado empezaba a llenarse, y las amas de casa tropezaban con sus grandes paraguas, sus cestos y sus chiquillos. A menudo había que apartarse delante de una larga fila de campesinas, criadas, con medias azules, zapatos bajos, sortijas de plata, y que olían a leche cuando se pasaba al lado de ellas. Caminaban cogidas de la mano, y se extendían a todo lo largo de la pradera, desde la línea de los álamos temblones hasta la tienda del banquete. Pero era el momento del concurso, y los agricultores, unos detrás de otros, entraban en una especie de hipódromo formado por una larga cuerda sostenida por unos palos. 

Allí estaban los animales, con la cabeza vuelta hacia la cuerda, y alineando confusamente sus grupas desiguales. Había cerdos adormilados que hundían en la tierra sus hocicos; terneros que mugían; ovejas que balaban; las vacas, con una pata doblada, descansaban su panza sobre la hierba, y rumiando lentamente abrían y cerraban sus pesados párpados a causa de las moscas que zumbaban a su alrededor. Unos carreteros remangados sostenían por el ronzal caballos sementales encabritados que relinchaban con todas sus fuerzas hacia donde estaban las yeguas. Estas permanecían sosegadas, alargando la cabeza y con las crines colgando, mientras que sus potros descansaban a su sombra o iban a mamar; y de vez en cuando, y sobre la larga ondulación de todos estos cuerpos amontonados, se veía alzarse el viento, como una ola, alguna crin blanca, o sobresalir unos cuernos puntiagudos, y cabezas de hombres que corrían. En lugar aparte, fuera del vallado, cien pasos más lejos, había un gran toro negro con bozal que llevaba un anillo de hierro en el morro, tan inmóvil como un animal de bronce. Un niño andrajoso lo sostenía por una cuerda. 

Fuente: Pexels

Edgar Allen Poe: la descripción siniestra

La mayoría de las formas de describir son menos objetivas que la realista. Autores como Poe, por ejemplo, están más preocupados por producir un efecto sobre sus lectores —miedo, repugnancia, inquietud— que por adecuarse a la realidad. Y por eso sus descripciones se cargan de adjetivos y se llenan de comparaciones, metáforas y asociaciones funestas, como en “La caída de la Casa Usher”:

Durante todo un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo, crucé solo, a caballo, una región singularmente lúgubre del país; y, al fin, al acercarse las sombras de la noche, me encontré a la vista de la melancólica Casa Usher. No sé cómo fue, pero a la primera mirada que eché al edificio invadió mi espíritu un sentimiento de insoportable tristeza. Digo insoportable porque no lo atemperaba ninguno de esos sentimientos semiagradables por ser poéticos, con los cuales recibe el espíritu aun las más austeras imágenes naturales de lo desolado o lo terrible. Miré el escenario que tenía delante —la casa y el sencillo paisaje del dominio, las paredes desnudas, las ventanas como ojos vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles agostados— con una fuerte depresión de ánimo únicamente comparable, como sensación terrena, al despertar del fumador de opio, la amarga caída en la existencia cotidiana, el horrible descorrerse del velo. Era una frialdad, un abatimiento, un malestar del corazón, una irremediable tristeza mental que ningún acicate de la imaginación podía desviar hacia forma alguna de lo sublime.

Fuente: Pixabay.

Felisberto Hernández: la descripción extraña

El siglo XX trajo muchas novedades en materia de descripción. Una de las más particulares fue un estilo profundamente extrañado, casi alienígena, como el que recorre los textos de Felisberto Hernández. Quizás su recurso más característico sea personificar a los objetos y cargarlos de intenciones y emociones, como si estuviera en el palacio de La bella y la bestia. Eso produce una sensación inquietante, que va muy bien con sus relatos extraños y desconcertantes. Algo así ocurre en su cuento “El balcón”, que narra la historia de amor entre una mujer y su balcón de invierno:

El comedor estaba en un nivel más bajo que la calle y a través de pequeñas ventanas enrejadas se veían los pies y las piernas de los que pasaban por la vereda. La luz, no bien salía de una pantalla verde, ya daba sobre un mantel blanco; allí se había reunido, como para una fiesta de recuerdos, los viejos objetos de la familia. Apenas nos sentamos, los tres nos quedamos callados un momento; entonces todas las cosas que había en la mesa parecían formas preciosas del silencio. Empezaron a entrar en el mantel nuestros pares de manos: ellas parecían habitantes naturales de la mesa. Yo no podía dejar de pensar en la vida de las manos. Haría muchos años, unas manos habían obligado a estos objetos de la mesa a tener una forma. Después de mucho andar ellos encontrarían colocación en algún aparador. Estos seres de la vajilla tendrían que servir a toda clase de manos. Cualquiera de ellas echaría los alimentos en las caras lisas y brillosas de los platos; obligarían a las jarras a llenar y a volcar sus caderas; y a los cubiertos, a hundirse en la carne, a deshacerla y a llevar los pedazos a la boca. Por último los seres de la vajilla eran bañados, secados y conducidos a sus pequeñas habitaciones. Algunos de estos seres podrían sobrevivir a muchas parejas de manos; algunas de ellas serían buenas con ellos, los amarían y los llenarían de recuerdos, pero ellos tendrían que seguir viviendo en silencio.

Fuente: Pexels

Silvina Ocampo: la descripción poética

Algunos autores prefieren describir usando los recursos de la poesía; buscan producir imágenes bellas, y para eso recurren a metáforas y comparaciones imprecisas y evocativas, con un estilo marcadamente subjetivo. De alguna manera, sirven para transmitir las emociones del narrador sin nombrarlas directamente, algo que va muy bien con relatos íntimos, marcados por la subjetividad de los personajes. Silvina Ocampo, que además de escribir grandes cuentos fue una reconocida poeta, hace esto en “Cielo de claraboyas”:

La reja del ascensor tenía flores con cáliz dorado y follajes rizados de fierro negro, donde se enganchan los ojos cuando uno está triste viendo desenvolverse, hipnotizados por las grandes serpientes, los cables del ascensor.

Era la casa de mi tía más vieja adonde me llevaban los sábados de visita. Encima del hall de esa casa con cielo de claraboyas había otra casa misteriosa en donde se veía vivir a través de los vidrios una familia de pies aureolados como santos. Leves sombras subían sobre el resto de los cuerpos dueños de aquellos pies, sombras achatadas como las manos vistas a través del agua de un baño. Había dos pies chiquitos, y tres pares de pies grandes, dos con tacos altos y finos de pasos cortos. Viajaban baúles con ruido de tormenta, pero la familia no viajaba nunca y seguía sentada en el mismo cuarto desnudo, desplegando diarios con músicas que brotaban incesantes de una pianola que se atrancaba siempre en la misma nota. De tarde en tarde, había voces que rebotaban como pelotas sobre el piso de abajo y se acallaban contra la alfombra.

Raymond Carver: la descripción ascética

No todas las descripciones son floreadas y cargadas de recursos. El minimalismo también es una opción. Raymond Carver, como otros autores del llamado “realismo sucio”, prefiere mantenerla en el mínimo indispensable, limpiando sus textos de adjetivos, comparaciones y metáforas. Los objetos y los espacios aparecen a medida que los personajes los encuentran; pocas veces hay descripciones independientes en párrafos apartados de la acción. El efecto es descarnado y en algún punto contenido, cosa que se condice con el estilo de sus narraciones, como en “Vecinos”:

Bill respiró profundamente al entrar en el apartamento de los Stone. El aire ya estaba denso y era vagamente dulce. El reloj en forma de sol sobre la televisión indicaba las ocho y media. Recordó cuando Harriet había vuelto a casa con el reloj; cómo había venido a su casa para mostrárselo a Arlene meciendo la caja de latón en sus brazos y hablándole a través del papel del envoltorio como si se tratase de un bebé.

Kitty se restregó la cara con sus zapatillas y después rodó en su costado pero saltó rápidamente al moverse Bill a la cocina y seleccionar del reluciente escurridero una de las latas colocadas. Dejando a la gata con su comida se dirigió al baño. Se miró en el espejo y a continuación cerró los ojos y volvió a mirarse. Abrió el armarito de las medicinas. Encontró un frasco con pastillas y leyó la etiqueta: Harriet Stone. Una al día según las instrucciones, y se la metió en el bolsillo. Regresó a la cocina, sacó una jarra de agua y volvió al salón. Terminó de regar, puso la jarra en la alfombra y abrió el aparador donde guardaban el licor. Del fondo sacó la botella de Chivas Regal. Bebió dos veces de la botella, se limpió los labios con la manga y volvió a ponerla en el aparador.

Fuente: Pexels

Cómo describir espacios: ejercicios de escritura creativa

La descripción es una técnica y, como cualquier técnica, se perfecciona con la práctica. Hay muchos ejercicios que pueden ayudar a dominar las distintas formas de descripción.

  • Ejercicio 1: imitación y estilo propio. Un primer ejercicio que proponemos para mejorar tu escritura descriptiva es tomar dos de los autores que mencionamos más arriba y describir el mismo espacio imitando sus estilos. ¡Vas a ver cómo cambia la descripción según cada uno! Luego, en una tercera descripción podrías plantear cuál te gustaría que sea tu estilo personal: ¿es más poético o más minimalista? ¿Evoca emociones? ¿Usa metáforas?
  • Ejercicio 2: cinco sentidos. Otro buen ejercicio para hacer mejores descripciones de espacios y objetos es no centrarse únicamente en lo visual, sino tratar de evocar los otros sentidos. Por ejemplo, si queremos describir una habitación, más allá de los colores de las paredes y el nivel de luz, podemos hablar del olor a humedad, de la textura del suelo o del sonido de una gotera en una habitación contigua.
  • Ejercicio 3: tres efectos. Finalmente, podemos describir un mismo espacio desde distintas perspectivas, buscando producir distintos efectos. ¿Cómo describirías tu cuarto para generar miedo? ¿Y extrañeza? ¿Y alegría? El ejercicio consiste en describir el mismo espacio tres veces, buscando generar tres efectos completamente distinto. Cada estilo va a llevarte a usar ciertos recursos en particular, o a resaltar ciertos aspectos y no otros.

En general, a la hora de describir, lo mejor es hacerlo con intención y criterio. Largas parrafadas de descripción poética quedan fuera de lugar en una novela de acción; descripciones ascéticas pueden ser insuficientes para un cuento de terror. Lo importante es aprender a adaptar el estilo a las necesidades de cada texto. Con eso en mente, no vas a tener problema con tus descripciones espaciales. 

artículo

cómo describiríamos nuestra propia casa?

ese ejercicio es difícil porque tiene que ver con un extrañamiento, con lo que la costumbre y la rutina parcela de nuestros sentidos,,, imaginamos que la describiría mejor un visitante ajeno

como decimos siempre es un dibujar con palabras en la mente del otro, del que lee o escucha una de las maneras de

acerca de un mundo real que no podemos asimilar

mostrar nuestras opciones imaginarias

 


domingo, 4 de junio de 2023

capítulo 13 – caligramas

 



Siempre y desde sus orígenes escribir fue dibujar

en unas culturas se nota más que en otras

 

como en la caligrafía china  o los jeroglíficos egipcios

 

nuestra manera de “crear” las letras fue a través de  una larga evolución de dibujos y marcas que fueron creciendo en relación a sonidos repetidos y que llegaron a estandarizarse (es decir funcionar con normas que no cambian) después de procesos de miles de años

 

este origen vuelve a hacerse presente en diversas formas modernas como un logo, o un grafiti callejero

 

esta manera rectilínea de líneas todas en el mismo sentido rectas como renglones y párrafos cuadrado es relativamente reciente si la comparamos con la antigüedad muy milenaria del lenguaje y de la palabras escrita a su vez

 

 

               

La palabra "caligrama" fue creada por el poeta Guillaume Apollinaire en 1918. Este neologismo es el resultado de la unión de dos palabras "ideograma" y "caligrafiía". El primero designa los símbolos gráficos que representan unidades de sentido, como los signos del alfabeto chino; la segunda es el nombre que recibe el arte de la escritura.

 

se dice que el registro más antiguo sobre este tipo de poesía visual proviene de Simmias de Rodas, un poeta griego del siglo III a.C., quien tuvo una inmensa labor artística, pero que sólo se conservan tres poemas visuales de él: “Alas”, “Huevo” y “Hacha”. Posteriormente, Raban Maur, un poeta y teólogo alemán del siglo IX, creó la obra Liber de laudibus Sanctae Crucis, donde compuso 28 caligramas místicos sobre diversas temáticas divinas. Finalmente, en el siglo XVI, Rabelais también creó caligramas, principalmente su “Botella divina”, donde escribe sobre este objeto y hace referencias a otras situaciones particulares a través de la metáfora.

Como se observa, Guillaume Apollinaire no fue el creador de este tipo de poesía visual. Sin embargo, sí fue el primer artista en denominar a este arte con el nombre de caligramas. Además, con esta propuesta vanguardista le sugería al lector del siglo XX, que debía ser más “activo”. Es decir, las personas tenían que buscar sentido al poema y otorgarle un significado propio a la figura que observaban. De esta manera, sólo podía existir el arte tanto en el plano físico como en el metafísico. 

 

 

Muchos expertos sitúan el nacimiento de la poesía visual en las creaciones del poeta Simmias de Rodas, que vivió en Grecia alrededor del año 300 a. C. Sus obras estaban diseñadas para escribirlas encima de objetos, que después se obsequiaban. Esta obra, titulada El hacha, es una de las tres obras atribuidas a él que han llegado hasta nuestra época. Los versos de este poema forman dos semicírculos, alrededor de un eje central. Los versos impares se sitúan a la derecha del eje, y los pares a la izquierda. Se debe comenzar la lectura por la línea superior derecha, hasta completar el círculo.

 

1 Observa a Epidepilecno, le has visto obtener de Dios derribar con fuerza la cima.

3 Como Dárdanos eres sólido cimiento de los que escuchas.

5 Diosa que engendra la noble semilla de los pueblos.

7 Cuida ahora de estos tus fieles que te invocan.

9 Senos propicia y ven con frecuencia.

11 La que habla.

Dispuesto a alejarme de la vida, desde Rodas y en silencio te dedico este pequeño canto.       

12 El Todo.

10 Siempre tú dichosa y espiritual.

8 Reputada por santa y prudentísima Palas.

6 Y desde siempre fuente limpia que cuida del final.

4 Guardiana del culto sacerdotal para que esté dispuesto.

2 Hermafrodita diosa creadora, firme protectora de todos, Atenea.

……….





 

La lectura de la obra de W. J. Ong: Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra, tan sugerente en múltiples aspectos para cualquier estudioso de la literatura griega, renovó mi interés por los curiosos poemas conocidos con el nombre griego de Technopaígnia o «Juegos de ingenio», conocidos también con el nombre latino de carmina figurata, y que en español podríamos llamar propiamente «poemas-figura».' Entre una serie de consecuencias de la escritura, me llamaron la atención algunas en las que Ong alude, un poco de pasada, a la etapa de la escritura manuscrita, para centrarse en la que sigue a la invención de la im~renta.~ Así ocurre en el capítulo dedicado al «espacio tipográfico».' En este y en otros casos tengo la impresión de que, efectivamente, Ong tiene razón en asignar esas consecuencias a la generalización de la imprenta, pero quizá no insista lo suficiente en que se trata de fenómenos ligados a la escritura. Algunos de ellos parecen haberse anticipado en la Antigüedad, en la etapa de escritura manuscrita, por más que la imprenta primero y los nuevos medios técnicos después, los hayan potenciado, multiplicado y llevado por derroteros nuevos.

 

Es evidente que se advierte aquí una evolución del mismo experimento que buscó el primer poeta griego que ideó un poema-figura. También con él el poeta buscó crear, mediante palabras, objetos reales, hacer de la poesía una especie de pintura o escultura. También en ese primer momento el poeta, llevado por su deseo experimental, llegó a manipular, a su modo, el significado de la palabra, subordinándolo a la forma del verso y a retorcerlo después, en algunos poemas, hasta hacerlo prácticamente ininteligible, incomprensible. La palabra escrita se convierte así en objeto material. La escritura no se ha conformado con su función de soporte y recordatorio de la palabra hablada, tampoco con la creación de una sintaxis y un léxico en buena medida propios y distintos a los de la lengua hablada, sino que ha tratado de crear la ilusión de que esta, su sonido, tiene una realidad física y tangible. Pero atrapar el sonido y contenerlo es impo~ible

 

 

 

desde luego que siempre un punto de referencia hermoso son los caligramas del poeta francés Guillaume Apollinaire

 


Son célebres, por otro lado, sus «ideogramas», en que la tipografía servía para «dibujar» objetos con el texto mismo del poema, en un intento de aproximarse al cubismo y como expresión del afán vanguardista de romper las distinciones de géneros y artes.1​ Esta técnica hoy en día es denominada «poesía visual», como un todo o una base desde la cual se realiza esta taxonomía de las diferentes expresiones como la caligramática; referido a la poesía, también existe poesía auditiva, poetry sound.

algunas versiones traducidas:







es un sencillo dibujar con palabras, la imagen tiene relación con el texto –a diferencia de otras experiencias de poesía visual en las que no (o que se juega a lo contrario como en el cuadro esto no es una pipa)

 

 

 

 

El poeta chileno Vicente Huidobro fue uno de los latinoamericanos que se sumaron al juego- Más allá de que en Brasil surgió un gran movimiento llamado poesía concreta que queda para otro capítulo diferente de poesía visual-




El primer caligrama de Huidobro titulado "Triángulo armónico" fue publicado el año 1912 en la revista Musa joven, aunque tuvo mayor trascendencia el conjunto de cuatro que incluyó un año más tarde en la sección "Japonería de estío" en Canciones en la noche. Posteriormente, en Horizon carré (1917) incluye los caligramas "Paysage" y "Moulin"; que logran reunir estrechamente el plano formal y textual, en un ejercicio ya plenamente vanguardista. Estos son, probablemente, los poemas mejor logrados de su producción caligramática.

En 1921, Huidobro preparó una exposición de 14 poemas pintados en el Théatre Edouard VII de París. Sin embargo, esta exposición, en que el autor dio un énfasis decididamente plástico a sus poemas al incorporar el color, fue clausurada por ser considerada demasiado "avanzada".

 

Otro antecedente es Cola de ratón, de Lewis Carrol, incluida en sus sagas de Alicia

 



surgen desde el contenido o desde la forma, son productos del garabateo también y

de la deconstrucción del espacio en la página

 

hacer caligramas o poemas dibujo es jugar en manuscrita o a máquina o en computadora

es un dibujo claro o un collage desprolijo

 

líneas claras o letras superpuestas, formas más o menos reconocibles, jugando a los mismos la poesía emerge siempre con sus sorpresas escondidas


capítulo 7 – escribir (con) diálogos

        andando algunos pasos por esta casona de escritura nos acercamos a un recinto en el que se van escuchando distintas voces, como un...