domingo, 11 de diciembre de 2022

capítulo 33 –escrituras colectivas

 




no sé si  es salir del yo –que en lo que ponemos en escribir es tan potente y tan sufriente de sí mismo-

tal vez es compartirle estancos, abrirles ventanas, dejarse contaminar por otros yo

esa tensión entre comunidad e inmunidad que escribe tanto el filósofo italiano Expísoto

el paso de hacer solo a hacer con es para empezar felizmente incómodo

en concreto en ejemplo yo empiezo un poema y lo sigue el otro ¿hacia dónde irá? tal vez lo arruine, o lo mejore

del mismo modos con un relato

sin embargo lo que sucede allí no es poco, son imaginaciones y sujetos puestos en juego y en vínculo es una fórmula muy poderosa y trasformadora cuando funciona

puede ser una dupla, un grupo

puede ser una propuesta pensada como proyecto largo o un juego de azar

 

una de las opciones nos cuenta un costado político de la escritura que rompe con el individualismo del autor creador:

Por Marina Arias (Dra. en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata)

¿A qué llamamos escritura colectiva de ficción?: a la producción de narraciones escritas entre dos o más participantes. El género puede ser novela o relato, la cuestión es que el texto sea el fruto de un trabajo colaborativo en el que lxs “autorxs” se diluyen o se funden en una voz que los trasciende, y que es más y diferente que la suma de las voces participantes en la experiencia. Estamos convencidos de que la escritura colectiva de ficción no puede ser una planificación cerrada ni un manual estanco de consejos para escribir de un modo “correcto” (en ese sentido, no hay textos “bien” o “mal” escritos). La escritura colectiva de ficción es una búsqueda y una creación permanente de sentido: ése es nuestro sur y nuestra brújula. Las historias que se narran se construyen y descubren en la praxis escritural. En estos tiempos de regreso del neoliberalismo, la escritura colectiva es, sin lugar a dudas, una praxis cultural contrahegémonica: no hay autor ni propietario del texto. Y, por sí misma, esa característica la instala ya como un ruido disruptivo en la “matrix” cultural en la que estamos formateados y tramados lxs sujetxs ontemporánexs. Quizás resulte necesario aclarar que la escritura colectiva de ficción que proponemos no es un trabajo de escritura espontáneo ni “inconsciente”, a la manera de los poetas surrealistas. Muy por el contrario, las decisiones argumentales que se toman se explicitan, se discuten, se consensuan y finalmente se llevan adelante. Hay marchas y contramarchas. Hay avanzadas y repliegues. Por eso los proyectos de escritura colectiva pueden ser también espacios de aprendizaje político y militante.


por otra parte el fragmento anterior también alude a otra forma en la que es el surrealismo su principal propulsor: una forma de escribir con el otro que da lugar a la aparición mágica de la poesía, el fluir del inconsciente y – quí estará el puente de unión con el otro – el AZAR

de allí viene esa experiencia creativa o juego que llamamos cadáver exquisito

según una definición básica:

Cadáver exquisito es un juego de palabras por medio del cual se crean maneras de sacar de una imagen muchas más. El resultado es conocido como un cadáver exquisito o cadavre exquis en francés. Es una técnica usada por los surrealistas en 1925, y se basa en un juego de mesa llamado consecuencias 1​en el cual los jugadores escribían por turno en una hoja de papel, la doblaban para cubrir parte de la escritura, y después la pasaban al siguiente jugador para otra colaboración.

Se juega entre un grupo de personas que escriben o dibujan una composición en secuencia. Cada persona solo puede ver el final de lo que escribió el jugador anterior. El nombre se deriva de una frase que surgió cuando fue jugado por primera vez en francés: « Le cadavre - exquis - boira - le vin - nouveau » (El cadáver exquisito beberá el vino nuevo). En resumidas cuentas se combinan cosas de una idea agregando elementos que pueden o no pertenecer a la realidad. Los teóricos y asiduos al juego (en un principio, Robert DesnosPaul ÉluardAndré Bretón y Tristan Tzara) sostenían que la creación, en especial la poética, debe ser anónima y grupal, intuitiva, espontánea, lúdica y en lo posible automática. De hecho, muchos de estos ejercicios se llevaron a cabo bajo la influencia de sustancias que inducían estados de semiinconsciencia o durante experiencias hipnóticas.

Pablo Neruda y Federico García Lorca los llamaron poemas al alimónNicanor Parra y Vicente Huidobroquebrantahuesos. Junto a Enrique Lihn y Alejandro Jodorowsky, hicieron una exposición denominada "El quebrantahuesos". Nicolas Calas –vanguardista greco-estadounidense- sostenía que un cadáver exquisito tiene la facultad de revelar la realidad inconsciente del grupo que lo ha creado, en concreto los aspectos no verbalizados de la angustia y el deseo de sus miembros, en relación con las dinámicas de posicionamiento afectivo dentro del mismo. Max Ernst observó que el juego funciona como un 'barómetro' de los contagios intelectuales dentro de un círculo de creadores.

volviendo un poco a la narrativa –siempre con la idea de ir y venir- escritores se han reunido bajo nombres ficticios para hacer  obras diferentes a la del propio nombre y en grupo

un ejemplo es el escritor Bustos Domeq, que en realidad son escritos por Borges y Bioy Casares

Honorio Bustos Domecq es el autor ficticio de varias colección de relatos detectivescos: Seis problemas para don Isidro Parodi (publicada en 1942), Un modelo para la muerte (1946), Crónicas de Bustos Domecq (1967) y Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977). Fueron escritos en colaboración entre los escritores argentinos Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.1

La obra viene precedida de una somera biografía sobre el supuesto autor a cargo de una maestra llamada Adelma Badoglio, así como de una redicha presentación de un tal Gervasio Montenegro, imaginario colega y amigo de Honorio Bustos. Gervasio Montenegro aparece también como personaje, un célebre actor acusado de asesinato, en algunos de los relatos que se supone que prologa.

Según su biógrafa, Honorio Bustos Domecq, nació en la localidad argentina de Pujato y fue un escritor precoz que publicó sus primeras obras en la prensa de Rosario a la edad de 10 años. Fue un eminente polígrafo y durante la intervención de Labruna fue nombrado Inspector de Enseñanza y, más tarde, Defensor de Pobres.

El origen del pseudónimo consiste en la reunión de los apellidos de un bisabuelo materno cordobés de Borges (Bustos) y del bisabuelo de Bioy (Domecq).

Otro ejemplo es el grupo platense Enjanmbre de jengibres, que jugó durante años una escritura grupal de novela entre autores mayormente estudiantes y docentes de letras.

pueden verlos en este video, algunos de ellos son Necochenses:





Es raro, es otro de esos extrañamientos cuando rompemos con lo acostumbrado, en este caso romper la fina tela del ego que en general busca expresar solo lo suyo –y esto no es que seamos malas personas, es ancestral y un mecanismo bastante inconsciente.

Es difícil, pasar de una voz a otra. Cómo hubiera sido un cuento escrito el principio por E.A. Poe, la mitad por Julio Cortázar y el final por Paul Auster. Un poema escrito entre Pizarnik y Spinetta?

Es un lindo ejercicio imaginar esas mezclas, cada cual con autores/as que más gusta y prefiere.

Cuando es de largo proyecto es interesante las idas y vueltas: ver lo que continuó el otro y seguir y volver a ver. además de ese costado paralelo de comentarse entre personas de qué va la escritura y lo que se lee del otro. es un poderoso y jugoso y enriquecedor vínculo que se va dando en el proceso.

Tenemos experiencias también muy cercanas como el libro Enlazados, coordinado por Alejandra Fernández  como una idea en cuarentena, que además da cuenta del rol de las nuevas plataformas tecnológicas en la escritura

las redes sociales

páginas y aplicaciones de publicación colectiva como Wattpad o  Issuu

La posibilidad de nuevas formas de implicarse en la escritura y la lectura parece estar reanimando también la vocación humana de narrar ficciones, según Benjamín (1991) la forma más artesanal, de la comunicación. Los “relatos compartidos” que se analizan en este trabajo presentan efectivamente una factura y una calidad artesanal en tanto no aspiran al estatuto estético o artístico de la literatura ni a los derechos de propiedad intelectual ni a las responsabilidades y privilegios de la autoría legítima. Son prácticas lúdicas, anónimas y colectivas, ejercicios rudimentarios o sofisticados de ficcionalización. El procedimiento de composición de las “historias compartidas” es muy simple: consiste en una suerte de escritura por relevos - regulada por algunas normas básicas - donde según un orden aleatorio cada participante va sumando un eslabón a la trama. En su mecánica se asemeja al juego del “cadáver exquisito”1 , pero en este caso los jugadores pueden ver la totalidad del texto a medida que se va componiendo de manera que - a diferencia del invento surrealista - aquí no se propicia la intervención del azar, aunque de hecho sea imposible eliminar sus efectos y permanentemente se manifieste como un vector dispersivo que atraviesa y desordena el texto.

Los relatos compartidos están tensados entre dos lógicas opuestas: la del tradicional modelo narrativo basado en la cohesión y la coherencia textual por un lado y por el otro la de una configuración rizomática favorecida por el dispositivo virtual. Así, el proceso narrativo oscila entre una tendencia integradora, unificadora, totalizante y conclusiva (diríase “constructiva”) y un impulso dispersivo y desestructurante que por lo general se impone sobre la primera.

Para ahondar más en este interesante artículo: JUEGOS DE NARRACIÓN COLECTIVA EN LAS COMUNIDADES VIRTUALES

ARTÍCULO COMPLETO


El cadáver exquisito es un juego que idearon los artistas del dadaísmo para la creación en grupo. El juego consiste en comenzar un dibujo o un texto en un papel y doblarlo de manera que el siguiente participante sólo vea el final del mismo (unas líneas o unas palabras) para continuarlo sin saber lo que hay antes.

Con lógica parecida los chilenos hicieron los quebrantahuesos:

Saben qué son los quebrantahuesos? Son ingeniosos poemas visuales hechos con recortes de períodicos.

En el año 1952, Nicanor Parra junto a sus amigos Enrique Lihn y Alejandro Jodorowsky, hicieron una serie de quebrantahuesos que exhibieron en distintos lugares de Santiago y asombraron a muchas personas.






Terminando este año con mucho agradecimiento no puedo dejar de reflexionar sobre esa escritura colectiva que es la participación en un taller literario donde se da tanto el intercambio, el contagio con el otro, el asombro de recibir otras voces y otras imaginaciones en las consignas.

Es colectiva porque si bien la escritura nos implica en etapas de profunda soledad, a su vez es ese misterio que nos reúne.


domingo, 4 de diciembre de 2022

capítulo 32 - el final del texto

 

 




el tiro del final te va a salir

hay una fuerza extraña muchas veces en el último verso de un poema, la última frase de un relato

puede ser que el autor lo haya buscado o que sale como un efecto “natural” del cuerpo anterior

cuando en otros capítulos reflexionamos acerca del ritmo y la musicalidad también econtramos una relación con ese cierre que a veces es musical es una especie de “chan… chán!” como de una canción

con el agregado de que ese cierre musical coincide con una vuelta de tuerca en el sentido y el significado

pensemos en este ejemplo de Quevedo:

 

AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE


Cerrar podrá mis ojos la postrera

sombra que me llevare el blanco día,

y podrá desatar esta alma mía,

hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte en la ribera,

dejará la memoria, en donde ardía:

nadar sabe mi llama la agua fría,

y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

venas que humor a tanto fuego han dado,

medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;

serán ceniza mas tendrá sentido;

polvo serán, mas polvo enamorado.

 

fijarse en la fuerza  de ese último verso en los dos planos: el musical y el de darle un sentido trascebdente –y casi hacer una síntesis- de todo tl texto

 

en la poesía y el formato poema encontramos ese artefacto cerrado y conciso (que de muchas maneras también puede romperse) donde el último verso es una especie de tác

llave de cierre, conclusión, después de allí sigue el silencio pero no un silencio vacío sino ese silencio que el lector experimenta en el efecto que deja su lectura

si ensayamos una clasifiación rápida y simple el poema puede tener uno de esos versos que cierra contundente o puede ser una respiración abierta, una simple interrupción o hasta dejar a propósito para inquietar al lector un sabor de inconcluso

En nuestras estructuras mentales cognitivas tendemos a buscar el cierre en la forma

se me vienen muchos poemas por sus finales, uno de mis favoritos es de Hermann Hesse

Así está nuestro corazón
lealmente entregado,
fraternalmente a lo fugaz,
la vida, lo que mana,
no a lo que, sólido, posee duración.
Pronto lo permanente nos fatiga, joyas,
roca y mundo estrellado,
a nosotros, en el eterno cambio a la deriva,
almas de viento y pompas de jabón,
al tiempo unidos, y fugaces,
a quienes el rocío de una hoja rosa,
a quienes el cortejo de unas aves,
la muerte del espejo de las nubes,
el brillo de la nieve, el arco iris,
la mariposa que voló, nosotros,
a quienes el sonido de una risa
que al pasar nos rozara
nos parece una fiesta
o nos causa dolor. Amamos todo aquello
que nos es semejante, y entendemos
lo que el viento escribe sobre la arena.


POEMA HESSE


Además en este caso el título del poema es Lo escrito en la arena, lo que da una circularidad en el hecho de que el último verso remita al título

otro es este soneto de Leopoldo Marechal

Del amor navegante

Leopoldo Marechal

 

Porque no está el Amado en el Amante

Ni el Amante reposa en el Amado,

Tiende Amor su velamen castigado

Y afronta el ceño de la mar tonante.

 

Llora el Amor en su navío errante

Y a la tormenta libra su cuidado,

Porque son dos: Amante desterrado

Y Amado con perfil de navegante.

 

Si fuesen uno, Amor, no existiría

Ni llanto ni bajel ni lejanía,

Sino la beatitud de la azucena.

 

¡Oh amor sin remo, en la Unidad gozosa!

¡Oh círculo apretado de la rosa!

Con el número Dos nace la pena.

 

con respecto a los procedimientos para dar con ese último verso personalmente creo que en el juego del poema se da algo que es más intuitivo que racional, en algún punto ese último verso ya estaba cuando empezamos a plasmar la primar palabra

claro que se puede también buscar, experimentar, corregir si el efecto final no nos convence pero aún ese “convencimiento” en la corrección es muy personal y en algún punto intuitivo, ligado a la propia historia de escritura

en cuento a la narrativa la frase  final puede dar un cierre “dorado” a la historia, consumar un relato e incluso cambiarle todo el sentido

 

 

uno de los finales memorables es el de Don Segundo Sombra:

Centrando mi voluntad en la ejecución de los pequeños hechos, di vuelta mi caballo y, lentamente, me fui para las casas.

Me fui, como quien se desangra

Son finales que quedan en la memoria. Esos libros que uno lamenta que se hayan terminado.

Una novela de Sartre, El aplazamiento (de Los caminos de la libertad):

Deladier, Édouard Deladier, del partido radical socialista, ministro y jefe del gobierno francés en aquel momento, dijo entre dientes “¡’Qué imbéciles!”.

Por otra parte TENER FINAL  es algo que diferencia a la vida humana nuestra de los libros y las películas y demás. Claro que tenemos final pero es incierto no suele ser con la estructura de un relato, por más que podamos tener la fantasía de tener preparadas nuestras “ultimas palabras”

En el siguiente artículo encontré reflexiones interesantes:

Patricia Somoza en el Diccionario de la novela de Macedonio Fernández: “El problema del final ha sido básico para la conformación de la teoría de la novela. Desde allí define Lukács la historia del género: el final, responsable del sentido, es también fundamento de la forma. A Bajtín, en cambio, el final le permite diferenciar la novela de la épica: mientras que la épica puede acabar de manera arbitraria por representar un pasado clausurado, en la novela el final se constituye en problema; el interés por saber qué va a pasar y cómo va a concluir todo es característico de este género, que abreva en lo inacabado del presente y especula con el no saber. Macedonio participa, a su modo, de este debate: durante cuarenta años escribe una  novela interminable, infinita, inconclusa, mal terminada o ‘sin final’; y, por eso, antinovelística. En Museo de la Novela de la Eterna todo está contado para que nadie espere el final. Allí no hay sorpresas, el sentido no se cierra al terminar. El lector no tiene expectativa del desenlace, sólo espera continuar con la lectura, y que el final, esa muerte simulada, no llegue nunca. Macedonio le ofrece un relato en presente, un tiempo no narrativo, el tiempo de la escritura que es pura duración”. Maravillosa ambigüedad del lenguaje: “todo está contado para que nadie espere el final”. Es el famoso “no esperaba que terminara así…”. Pero acá está dicho en otro sentido, claro: no esperar el final porque no tiene importancia; renunciar al sentido dado por el cierre, por las últimas palabras, por las últimas acciones. Como en el final kafkiano por excelencia, la resolución puede tomar la forma de una postergación eterna o infinita. Y eso, también, es un final.

Cuando al punto final de los finales

Pablo De Santis, además de ser autor de un bello texto sobre los comienzos titulado “Todo comienzo esconde un arte”, escribió una novela magnífica que es a la vez un gran tratado ficcional sobre la finalización, sobre las conclusiones: El buscador de finales –con el inolvidable Míster Chan-Chan–. Allí escribía: “Había que aceptar los finales, como se aceptaban los principios”. Y uno de los personajes decía: “Es que el final lo es todo”, y señalaba un cartel (o cartel-poema) que había en la redacción en la que trabajaba, que rezaba:

EL FINAL, AMIGO, ¿LO VES?

ES LO QUE VIENE DESPUÉS

DEL HABÍA UNA VEZ

A mí me gustan los finales cerrados, y la pregunta que cabría hacerse es: ¿a quién no? (Ya sé que hay muchos a los que no les  gustan, era un chiste). Pero que no parezca, por favor, que estoy despotricando contra el policial ni contra ninguna otra forma de “suspenso” o de relato, cualquiera que sea, que construye su trama apuntando al desenlace. 

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Y otras de nuestras fantasías es “cambiar el final” ya sea de la vida o de una película o serie o relato.

Gianni Rodari tiene uno de sus clásicos para niños “Cuentos para jugar” en el que cada cuento tiene tres finales posibles para que el lector elija el que más le gusta. Recién al final del libro el autor refiere cuáles son los finales que a él le gustan.

ahora revelar un final se le dice spoilear:

Este viene del latín spoliare (despojar, desnudar, arrebatar) a partir del sustantivo spolium (en origen, piel o pellejo de un animal de la que se tira desprendiéndola para pelarlo). De ahí derivamos las palabras expolio y despojar. Se asocia a una raíz indoeuropea *spel- (rajar, desprender).

Bueno ahora me cuesta llegar a la frase final de este capítulo. Como cazadores de palabras, atrapadores y atrapados por ellas, también somos y seremos buscadores de finales, estaremos inquietos hasta la llegada de ese último verso, de esa especie de revelación que nos permite asentar ese pequeñito pero poderoso último punto de tinta y descansar.


capítulo 7 – escribir (con) diálogos

        andando algunos pasos por esta casona de escritura nos acercamos a un recinto en el que se van escuchando distintas voces, como un...