el
encuentro cósmico es esta vez como en la poesía con una galaxia enorme y muy
antigua, una de las curiosas características que en este universo infinito nos
convierte en esto que llamamos seres humanos
el
narrar
desde
nuestro primitivo encuentro con la vida, con el fuego, con los terrores y
maravillas de la naturaleza
contar
tejer
con palabras una historia
una historia
larga y antigua
una
historia corta y reciente
un
relato de hechos de algo que sucedió en la realidad, o que se inventan con la
imaginación o –lo más frecuente- una mezcla de esas dos posibilidades
los
planetas y lunas y asteroides y estrellas y sistemas gigantes en la galaxia
narrativa: crónica, cuento, novela, carta, relato histórico, leyenda, mito,
relato periodístico, poema épico, bitácora, diario personal, diario de viajes,
teatro, anotación personal, etc.
en la
infancia nos encontramos con ese tiempo afuera del tiempo de los cuentos
clásicos: había una vez
vamos
conociendo relatos que provienen de culturas lejanas o cercanas, fantasías en
sí mismas o cuentos con finalidad como las fábulas o cuentos religiosos
y en un
pequeño aparte de la literatura en la cultura actual consumimos historias:
series y películas, novelas, que nos atrapan en su manera de contarnos algo
en
general no es tema de lo que nos están contando lo que nos atrapa sino el cómo
se nos cuenta
una
historia puede empezar por el principio y seguir el tiempo linal, o puede
empezar por el final o por la mitad e ir y venir, puede estar lleno de trucos
como que una cosa al final es lo contrario de lo que se dice al principio
una
historia nos puede llevar al asombro, al miedo, a la sorpresa, a la
complejidad, a la risa, al llanto
en
algún punto algo o alguien puede ser con que o con quién nos identificamos, una
historia a veces leída la sentimos con la misma intensidad que si la estuviésemos
viviendo
por
otro lado contar es un hacer que a veces se nos vuelve difícil cuando lo
hacemos por escrito –cuando conversando fluye-
nos
cuesta saber si abundar en detalles o al contrario hacer un recorte y una
síntesis, nos exigimos formas y el “escribir bien”, la originalidad y hacer
atrapante el relato, exigencias todas que nos van trabando y alejando de lo que
tenemos ganas de contar
imaginando
sabemos o intuimos que cualquier circunstancia humana, por más mínima e
insignificante que parezca puede volverse un cuento
dice
Ricardo Piglia
Todas las historias del mundo se tejen con la trama de
nuestra propia vida. Lejanas, oscuras, son mundos paralelos, vidas posibles,
laboratorios donde se experimenta con las pasiones personales.
Toda
historia comporta una utilidad, de
alguna u otra forma. Ya sea algún consejo, alguna mirada o alguna experiencia
digna de ser transmitida.
Pero sobre todo constituye una forma de comunicación artística capaz
de reproducir un universo completo en la imaginación de
los lectores-receptores y de suscitar una emoción concreta.
El arte
de la ficción tiene cierto componente mágico por esa
capacidad de crear un significado de
la nada, tan solo a través de imágenes verbales articuladas
por la voz de un narrador ficticio. Es el arte de mostrar
verdades a través de una gran mentira.
Estamos
hablando de «arte» y, sin embargo, muchos autores insisten en el carácter
artesanal de la narración. La narración es un oficio que
cumple una importante función social y cultural. El narrador establece una relación
artesanal con su material (la experiencia de la vida
humana y su imaginación) y lo transforma con sus herramientas en
un producto bello, útil y único.
Un texto narrativo –ya sea escrito o hablado- es como un
organismo vivo:
tiene su respiración y su pulso, en sus pausas, sus colores
tiene voces dentro de una voz, vibraciones rítmicas de las
palabras con las que se evocan instantes, hechos, pensamientos, sentimientos,
señales de los sentidos y la percpepción
tiene su personalidad, su forma de ser
porque una historia se puede contar de mil maneras
el cómo contar, qué contar y a quién contarlo hacen a el
atractivo y misterioso azar de la literatura como hacer humano y de
comunicación
al contar una historia podemos por lo menos traicionar al
tiempo –que en nuestro vivir nos domina y arrastra de manera tan indetenible-
podemos ir hacia atrás, detener el tiempo, viajar al futuro
e incluso entrar en ese tiempo mítico –el tiempo afuera del tiempo de algunos
relatos fantásticos
podemos ser otros, jugar a ser pequeños dioses omniscientes
decidiendo destinos de nuestros personajes
podemos asombrarnos y llegar a sentir que la historia “cobra
vida propia” –una sensación que cuentan tener muchos escritores
unas palabras del escritor premio nobel Orhan Pamuk
El escritor es capaz de contar su propia vida como si fuera
la de otro a la vez que cuenta con palabras las historias de otros que son
tradición. La literatura es la experiencia más valiosa que el ser humano ha
creado para comprenderse a sí mismo. Escribir te hace sentir que todos los
seres humanos se parecen, que los demás tienen heridas parecidas y que por eso
te comprenderán… Escribo para que todo el mundo sepa la vida que hemos llevado
y seguimos llevando yo, los otros, todos nosotros
//
En la narración literaria, se busca “ponernos en la
situación que vivieron otros” para acercarnos a sus experiencias. Si bien
los personajes son seres imaginados por el escritor, son construidos con datos
de la realidad para impactar a los lectores con el relato de lo que
posiblemente experimentaron (Pamuk: 2007). Pero ¿quién es ese otro al
que queremos representar? ¿Cuáles historias merecen ser narradas?
Ángeles Mastretta afirma que sus recuerdos de infancia en la
ciudad de Puebla le permiten volver a presentar formas de hablar, vestir y
hasta de callar de las mujeres en sus novelas Arráncame la vida o Mujeres
de ojos grandes, transportándonos a situaciones que no nos pertenecen, sino
a través de la narración. En tanto, Judith Butler afirma: “Una vida que ha
contado como una vida que merece ser llorada, es una vida que necesita ser
contada.”
Según Heidegger, el escritor se ubica en el dasein, en
el estar ahí (Heidegger, 1971). Yo agregaría no sólo se trata de estar
ahí, sino de estar ahí siendo, viviendo los
sentimientos que posiblemente experimentaron quienes ya no están ahí,
en un ejercicio de fantasía creativa que nos permite la comprensión de el
otro. Así, la literatura también es una forma de conocer. Porque nos lleva
a lugares desconocidos y nos permite sentir, o “vivir” a través de nuestra
imaginación, momentos o espacios donde no podríamos estar sino a partir de la
lectura, lo que permite ampliar nuestro horizonte conceptual.
Habermas agrega que la literatura nos permite enfrentar la
realidad desde diferentes perspectivas, enriqueciendo nuestra visión del
mundo.
//
todos y todas podemos ser el escritor, no hace falta serlo
de forma profesional, solo permitirnos el paso de comenzar a escribir
no hay recetas ni formulas
sí encontramos cada uno señales como en una ruta sin rumbo
pequeños trucos
contagios de lo que leemos
cosas que descubrimos porque nos funcionan con el ensayo y
error de cada cual
ya veremos cómo las galaxias narración y poesía se habitan y
se incluyen entre sí, se tocan como en esta cita de Borges
“Hay que
señalar otro hecho: los poetas parecen olvidar que, alguna vez, contar cuentos
fue esencial y que contar una historia y recitar unos versos no se concebían
como cosas diferentes. Un hombre contaba una historia, la cantaba; y sus
oyentes no lo consideraban un hombre que ejercía dos tareas, sino más bien un
hombre que ejercía una tarea que poseía dos aspectos. O quizá no tenían la
impresión de que hubiera dos aspectos, sino que consideraban todo como una sola
cosa esencial. “
…
“ero hay algo a
propósito del cuento, del relato, que siempre perdurará. No creo que los
hombres se cansen nunca de oír y contar historias. y si junto al placer de oír
historias conservamos el placer adicional de la dignidad del verso, entonces
algo grande habrá sucedido.”
el año pasado en el capítulo 4 de Bestiario de escrituras
que pueden re mirar en este mismo blog citábamos al escritor Paul Auster que
nombramos en estos días
Un escritor contemporáneo que siempre reflexiona sobre el
arte de narrar es Paul Auster, quien también "desacraliza"
la literatura, dándonos a ver que todas las personas "comunes"
tenemos la posibilidad de contar historias.
La narrativa, sin embargo, se halla en una esfera
un tanto diferente de las demás artes. Su medio es el lenguaje, y el lenguaje
es algo que compartimos con los demás, común a todos nosotros. En cuanto
aprendemos a hablar, empezamos a sentir avidez por los relatos. Los que seamos
capaces de rememorar nuestra infancia recordaremos el ansia con que
saboreábamos el cuento que nos contaban en la cama, el momento en que nuestro
padre, o nuestra madre, se sentaba en la penumbra junto a nosotros con un libro
y nos leía un cuento de hadas. Los que somos padres no tendremos dificultad en
evocar la embelesada atención en los ojos de nuestros hijos cuando les leíamos
un cuento. ¿A qué se debe ese ferviente deseo de escuchar? Los cuentos de hadas
suelen ser crueles y violentos, describen decapitaciones, canibalismo,
transformaciones grotescas y encantamientos maléficos. Cualquiera pensaría que
esos elementos llenarían de espanto a un crío; pero lo que el niño experimenta
a través de esos cuentos es precisamente un encuentro fortuito con sus propios
miedos y angustias interiores, en un entorno en el que está perfectamente a
salvo y protegido. Tal es la magia de los relatos: pueden transportarnos a las
profundidades del infierno, pero en realidad son inofensivos.
Al fin y al cabo, la novela no es el único venero de
historias. El cine, la televisión y hasta los tebeos producen obras de ficción
en cantidades industriales, y el público continúa tragándoselas con gran
pasión. Ello se debe a la necesidad de historias que tiene el ser humano. Las
necesita casi tanto como el comer, y sea cual sea la forma en que se presenten
–en la página impresa o en la pantalla de televisión–, resultaría imposible
imaginar la vida sin ellas.
Por último, es solo el inicio del recorrido hacia semejante
inmensidad: todo lo que se puede contar
El infinito en la cabeza de un alfiler
Esto que nos reúne a escribir leer decir contar escucharnos
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