domingo, 17 de marzo de 2024

CASA DE ESCRITURA --capítulo 1 –giroscopio

 

 


 

Este año vamos a jugar con la metáfora caprichosa de que el escribir es una gran casa con muchas habitaciones, pasillos, espacios y recovecos con y sin ventanas. La poesía tendrá sus habitaciones, la narrativa sus espacios, áreas comunes, pasadizos luminosos o secretos.

Para empezar en este primer encuentro simplemente nos vamos a conocer y a nuestras motivaciones a escribir y a compartir espacio de taller con otros.

la imagen del giroscopio basado en un aparato muy curioso, un giroscopio

es para empezar el juego dibujando imaginariamente los círculos en los que gira nuestra mirada y nuestras palabras, los ejes en los que se centran, la cosas en las que puede ser interesadamente descentrarse

la circulación –que hermosa palabra que contiene el ´circulo dentro de sí- a la que nos exponemos al expresarnos, al leer, al mostrar, al escuchar y contemplar nuestro escribir en el de otros

esa errancia en un mundo que no deja de dar vueltas  que nutre de paisajes, de colores, de sentimientos, de eventos y acontecimientos lo que constituye nuestro ser y en parte la materia prima con la que podemos escribir realidad o ficción y otras opciones

y para mirar precisamente en torno a lo que rodea la escritura, nuestra escritura pequeña o grande o más o menos

 

como el flaneur que yira por la ciudad mirando todo:

La ciudad como escenario vital, no es sólo una serie de objetos que ocupan un espacio, por el contrario, se trata de un área capaz de cobrar vida, la ciudad podría pensarse como la metáfora de una sociedad, el lugar dónde se inscriben las historias singulares y colectivas de quienes las habitan: “La ciudad es una escritura; quien se desplaza por la ciudad, es decir, el usuario de la ciudad (que somos todos) es una especie de lector que según sus desplazamientos aísla fragmentos del enunciado para actualizarlos” ( Barthes, 1990

El término flâneur (/flɑnœʀ/) procede del francés, y significa 'paseante'​ o 'callejero'. ​ La palabra flânerie,​ se refiere por tanto, a la actividad propia del flâneur, que era vagar por las calles, callejear sin rumbo, sin objetivo, abierto a todas las vicisitudes y las impresiones que le salen al paso.

 

 

aquí marguerite duras

nos habla de que todo escribe a nuestro alrededor:

Escribir también es no hablar. Es callarse. Es aullar sin ruido. Un escritor es algo que descansa, con frecuencia, escucha mucho. No habla mucho porque es imposible hablar a alguien de un libro que se ha escrito y sobre todo de un libro que se está escribiendo. Es imposible. Es lo contrario del cine, lo contrario del teatro y otros espectáculos. Es lo contrario de todas las lecturas. Es lo más difícil. Es lo peor. Porque un libro es lo desconocido, es la noche, es cerrado, eso es.

El libro avanza, crece, avanza en las direcciones que creíamos haber explorado, avanza hacia su propio destino y el de su autor, anonadado por su publicación: su separación, la separación del libro soñado, como el último hijo, siempre el más amado.
Estar sola con el libro aún no escrito es estar aún en el primer sueño de la humanidad.  Todo escribe a nuestro alrededor, eso es lo que hay que llegar a percibir; todo escribe…

 

Todo escribe y hay un deseo nuestro, unas ganas repentinas, un impulso , una ilusión de que vamos a hacer palabras ciertas vivencias o ciertas ocurrencias…

En un lindo artículo sobre Gustavo Roldán encuentro esta reflexión:

Cuando se habla del deseo de escribir, como el de hablar y signar de cualquier manera la experiencia, se dice que no somos nosotros quienes hablamos. Somos hablados por esos signos, nos hacen vivir lo que decimos.

Es el deseo de llegar a ese momento imposible por lo relativo del lenguaje que no alcanza y por eso el cuento debe ser contado una y otra vez, vuelto a leer, nuevamente escuchado. Deseo  de escribir como inestabilidad necesaria y creadora.

 

CLICK ARTÍCULO ROLDÁN 

 

 

hoy para empezar hablo girando nomás en ese punto primordial el deseo de escribir, qué es lo que nos lleva a escribir, más adelante pensaremos en qué y cómo hacemos con ese escribir

otro aporte de Juan José Saer:

 

Por el gusto de escribir algo: después de muchos día de silencio escritural me ha asaltado en el baño, mientras me lavaba las manos, antes de irme a acostar, el deseo de estar, a la luz de a lámpara, escribiendo. Deseo de escribir; no de decir algo. Pero deseo, también, de escribir en tanto que escritor: sin que ninguna razón, como no sea el deseo de estar a la luz de la lámpara, escribiendo, haya motivado mi acto. Mecerme en el equilibrio infrecuente y perecedero de la mano que va deslizándose de izquierda a derecha, oyendo los rasguidos de la pluma sobre la hoja del cuaderno, victorioso por haber comprendido por fin que el deseo de escribir es un estado independiente de toda razón y de todo saber, liberado de toda exigencia de estructura, de estilo o de calidad, y lleno del silencioso clamor de las palabras que no son de nadie, que nadie puede acumular ni guardar para sí –la voz del mundo y de cada uno que resuena a través de mí en la noche apacible–. Cada vez que este deseo me viene, trae consigo la validez del universo entero y la de esa partícula sin nombre del universo que soy yo mismo.

 

Cosas que giran, la calesita

Trajín, ciudad y tarde buenos aires.
Aire de plaza, ruido de tranvía.
(galopando una música de tango
gira el caballo de la calesita.)

los hombres van y vienen.Una vieja
vende manzanas en aquella esquina.
(Corazón de madera, ojo pintado,
gira el caballo de la calesita.)

Un grave industrial hace negocios.
Un vago duerme junto a la banquina.
(transitado de risas y de niños
gira el caballo de la calesita.)

Una pareja se ama. Un angustiado
compra cianuro, escribe y se suicida.
(Ha muerto un ruiseñor, pero no llores
gira el caballo de la calesita.)

Os contaré una historia maravillosa y cierta.
Una tarde (el crepúsculo lentamente caía)
se me llenó la boca de soledad. Desierta
era mi sangre. Mi alma ni un pájaro tenía.

Caminaba a lo lejos se oían los violines
que el crepúsculo toca para verme más triste.
Mi alma se vestía de lentos adoquines
(Mi alma en la soledad no se desviste.)

Iba sin una luz, sin una rosa.
Sin un poco de mar, sin un amigo.
Me vio el caballo de la calesita
Me vio tan solo que se fue conmigo.

Y ahora en mi corazón y desde entonces
transitado de niños y de risas
prisionero de mi música voltea,
gira el caballo de la calesita.

(Tiene el ojo pintado
su corazón es de madera limpia)

Juan Gelman

 


 

Y en el girar rodar dar vueltas rondar , como gira una pelota y tanto hace escribir eso a quien se apasiona, sobre un planeta que gira y su luna espejo giratorio y el sol y las estrellas rondando o siendo giradas por los ojos que se levantan , con las agujas del reloj siempre para elmismo lado, las ruedas de las bicicletas los autos el colectivo, la bolilla en la ruleta, la cuchara en el café , la luz del faro, giros

de todos tamaños y velocidades

dar media vuelta y ver que pasa allá afuera

no todo el mundo tiene primavera

como dice fito paez

giritos de lapicera sobre el papel

empezamos este primer taller

girando


 

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