domingo, 7 de abril de 2024

capítulo 3 - las puertas del contar (historias)

 


la mansión infinita de la narrativa, del relato, del contar, de las historias

puertas grandes y pequeñas, ventanas, pasillos, sótanos

desde el había una vez

lo que alguien frente al fuego en una caverna primitiva contó de cómo robamos el fuego a los dioses

hasta una historia que nos engancha de un hilo en netflix o cambiando canales y nos atrapa

vivimos en el tiempo y eso es parte del tema: queremos saber qué pasó, qué pasará, si hay un final…

y claro también se nos ocurre ser los inventores, o copiadores, los mini historiadores, los escritores de algo

real o irreal o más o menos

tomado de por ahí:

La costumbre de contar historias es muy antigua. Todos los pueblos conservan relatos que explican cómo nacieron, cuál es el origen de sus dioses, de sus cosechas, de su lenguaje. Las historias, del mismo modo que las semillas, viajan por el mundo y se agrandan o se achican en boca de los narradores. Muchas circulan de boca en boca desde tiempos antiquísimos.

Un componente básico de toda narración es la secuencialidad: en un relato las acciones se ordenan en una secuencia temporo-causal. Una simple sucesión cronológica de acciones no constituye un relato: si decimos «el rey murió y luego murió la reina», tenemos sucesión de acciones en el tiempo, pero no hay relato. En cambio, si decimos «el rey murió y luego la reina murió de pena», el relato se ordena en relación con esa causalidad. En «El arte narrativo y la magia», J. L. Borges dice que en el cuento rige una causalidad frenética, parecida a la de la magia o a la de la superstición. En un cuento no hay ningún elemento que esté porque sí, todo es funcional, todo tiene su causa o su razón de ser.

Ricardo Piglia, en su artículo «Tesis sobre el cuento», también reflexiona sobre el tema de la causalidad en los relatos. El escritor parte de un argumento de A. Chéjov: «En Montecarlo. Un hombre va al casino. Juega. Gana un millón. Vuelve a su casa. Se suicida». Como dentro de nuestros esquemas socioculturales el suicidio no es compatible con ganar un millón en el casino, haría falta una explicitación de causas para vincular los dos hechos. En principio, lo que aparece son dos historias desenganchadas: la historia del juego y la del suicidio. Piglia propone, como primera tesis, que todo cuento narra dos historias: una visible y otra secreta, y luego aclara que la historia secreta no es una historia oculta que hay que descubrir a través de la interpretación, sino simplemente una historia que se cuenta de manera enigmática. Cada una de esas dos historias responde a una causalidad diferente y los mismos elementos participan de ambas, funcionan en una y otra historia; a veces, esa relación depende de la capacidad del lector para realizar inferencias.

//

antes de adentrarnos en pasillos que dan a técnicas y a géneros –cómo algo es cuento, crónica, novela etc.- invito a pensar y re-descubir que cualquier acontecimiento cotidiano  tiene algo que contar y algo que escribir solo mezclándolo con un pequeño ingrediente

ayer en la verdulería del supermercado chino me regalaron hojas de lechuga sobrantes para mis dos conejos, con esa sencilla anécdota podría hacer varias historias:

-versión amor : Ansioso por llegar a casa, con el corazón exaltado, recordando la alegría de ella cuando nos regalaron los conejos, sus ojos brillantes, una ternura transportada del pelaje negro y las orejas a una caricia de su pelo y el olor fresco de la lechuga como de una piel nueva etc.

-versión terror: Era la única manera de evitar lo que los vecinos ya estaban empezando a sospechar, una extraña e indetenible hambre y sed sangrienta por parte de mis conejos, que crecían de tamaño proporcionalmente a la desaparición de mascotas, y podrían ir luego por la carne humana…

-versión niña:  La pequeña tomó las hojitas de lechuga luego de que las lavamos en la pileta, las cortamos con sus cubiertos de juguete y las preparó en su cocinita. Tenía en su carita el entusiasmo y la seriedad de una verdadera mamá, la mamá de los conejos, que ya en el patio se acercarían a olerle los pies y a recibir su manjar

-versión política: Abrí la bolsa con los restos de lechuga en casa y una por una vi –y olí- el verdor de cada hoja, noté que estaban perfectas y junto al hambre sentí una cierta vergüenza. Iba a dar los animales lo que cada vez más personas carecen para alimentarse, volveríamos cocinar con restos de la basura como en los 90?

-versión intertextual :  Tal vez con estas hojas de lechuga el conejo me permitirá seguirlo hasta la cueva donde está el sombrerero loco festejando un no cumnpleaños…

y en fin muchas muchas más –psicológica, de suspenso, de receta de cocina, ecologista, humorística, religiosa, científica y más

//

La invitación es a encontrarse con esa experiencia en todos los rincones de la vida y explorar con el propio estilo interior

Después se verá, ya hablaremos en otros encuentros, trucos, manejos de los tiempos, dar vuelta el relato, investigar maneras de hacer literatura

La escritora argentina Ana María Shua, nos acompaña con su apreciación:

¿A partir de qué se escribe? Al comienzo, Shua creía “que había que inventarlo todo”. Pero entendió algo diferente:

“Descubrí que se podían tomar cosas de la realidad y que cuando lo hacía, todo mejoraba. Fue fabuloso. Vale usar elementos de la realidad para contar la literatura”.

¿Inventamos? Más o menos. Shua dijo que “la literatura es un arte combinatorio; no inventamos nada sino que tomamos trozos de la realidad, por que la realidad es infinita”. Y dio un ejemplo: más allá de lo más evidente, el escenario, las sillas, la feria, “acá debe haber millones de insectos”. Cosas que un escritor piensa y quién sabe cómo terminan formando parte de un relato.”

 ARTÍCULO COMPLETO

 

 

El arte de contar historias nace con la humanidad con la adquisición misma del lenguaje desde nuestros tiempos primitivos. Nacen como maneras de explicar un tan misterioso y enorme universo, la vida y la muerte, el origen y el fin de las cosas. Dieron origen a lo que se llama el folklore de cada pueblo: sus leyendas y mitos que se transmitían de manera oral.

Luego con el paso de muchas épocas se fueron adquiriendo formas y estructuras… pero muchas veces  la versión escolar de la vida nos hace trabarnos en que para hacer narraciones hay que pensar en “introducción, nudo y desenlace”, que es un modelo de comprensión pero que no es algo que debamos buscar ya que se da solo.

Por ejemplo en los cuentos clásicos recopilados durante la edad media los escritores los recopilaban de los pueblos y los reinventaban por ejemplo en un molde que va desde el había una vez hasta el fueron felices para siempre o la palabra fin.

entre ellos el trabajo de los hermanos Grimm:

Jacob y Wilhelm empezaron a recopilar y elaborar los cuentos de la tradición oral en el entorno burgués de Kassel, marcado por el carácter de los hugonotes. Fue justamente de una mujer proveniente de una familia de hugonotes de quien obtuvieron gran parte de las historias recogidas en su libro Kinder- und Hausmärchen (Cuentos para la infancia y el hogar),1​ dos volúmenes publicados en 1812 y 1815. La colección fue ampliada en 1857 y se conoce popularmente como Cuentos de hadas de los hermanos Grimm. Su extraordinaria difusión ha contribuido decisivamente a divulgar cuentos como Blancanieves, La Cenicienta, Barba Azul, Hänsel y Gretel, Rapunzel, La Bella Durmiente, El Gato con Botas, Elisa la lista, La fuente de las hadas, Juan sin miedo y Pulgarcito.5​ Un aspecto controvertido de este éxito es que en muchos lugares su versión escrita ha desplazado casi por completo a las que seguían vivas en la tradición oral local.

El escritor Paul Auster escribe un artículo breve y bello titulado Por qué escribir, donde también nos habla de  la necesidad de historias –“casi tanto como comer” para nuestra vida:

“La narrativa, sin embargo, se halla en una esfera un tanto diferente de las demás artes. Su
medio es el lenguaje, y el lenguaje es algo que compartimos con los demás, común a todos
nosotros. En cuanto aprendemos a hablar, empezamos a sentir avidez por los relatos. Los
que seamos capaces de rememorar nuestra infancia recordaremos el ansia con que
saboreábamos el cuento que nos contaban en la cama, el momento en que nuestro padre, o
nuestra madre, se sentaba en la penumbra junto a nosotros con un libro y nos leía un
cuento de hadas. Los que somos padres no tendremos dificultad en evocar la embelesada
atención en los ojos de nuestros hijos cuando les leíamos un cuento. ¿A qué se debe ese
ferviente deseo de escuchar? Los cuentos de hadas suelen ser crueles y violentos,
describen decapitaciones, canibalismo, transformaciones grotescas y encantamientos
maléficos. Cualquiera pensaría que esos elementos llenarían de espanto a un crío; pero lo
que el niño experimenta a través de esos cuentos es precisamente un encuentro fortuito
con sus propios miedos y angustias interiores, en un entorno en el que está perfectamente
a salvo y protegido. Tal es la magia de los relatos: pueden transportarnos a las
profundidades del infierno, pero en realidad son inofensivos.

Nos hacemos mayores, pero no cambiamos. Nos volvemos más refinados, pero en el fondo
seguimos siendo como cuando éramos pequeños, criaturas que esperan ansiosamente que
les cuenten otra historia, y la siguiente, y otra más. Durante años, en todos los países del
mundo occidental, se han publicado numerosos artículos que lamentan el hecho de que se
leen cada vez menos libros, de que hemos entrado en lo que algunos llaman la "era
posliteraria". Puede que sea cierto, pero de todos modos no ha disminuido por eso la
universal avidez por el relato. Al fin y al cabo, la novela no es el único venero de historias.
El cine, la televisión y hasta los cómics producen obras de ficción en cantidades
industriales, y el público continúa tragándoselas con gran pasión. Ello se debe a la
necesidad de historias que tiene el ser humano. Las necesita casi tanto como comer, y sea
cual sea la forma en que se presenten -en la página impresa o en la pantalla de televisión-
resultaría imposible imaginar la vida sin ellas.”

 

PAUL AUSTER COMPL 

 

 

para atravesar esa puerta y empezar el juego del narrar tenemos algunas invitaciones como la de este otro escritor norteamericano:

 

“El arte no es una forma de ganarse la vida. Es más bien una forma muy humana de hacer la vida más soportable. Practicar un arte, bien o mal, es una forma de hacer crecer el alma. Por el amor de Dios, canten en la ducha. Bailen con la música de la radio. Cuenten cuentos. Escriban un poema para un amigo o para una amiga, aunque sea pésimo. Háganlo tan bien como sepan y obtendrán una enorme recompensa. Habrán creado algo.” -Kurt Vonnegut Jr

 

Y una cita de Borges que nos abre una puerta que une esos espacios, narración y poesía:

Pero hay algo a propósito del cuento, del relato, que siempre perdurará. No creo que los hombres se cansen nunca de oír y contar historias. y si junto al placer de oír historias conservamos el placer adicional de la dignidad del verso, entonces algo grande habrá sucedido. Quizá yo sea un anticuado hombre del siglo XIX, pero soy optimista y tengo esperanza: y, puesto que el futuro contiene muchas cosas –quizá el futuro contenga todas las cosas–, pienso que la épica volverá a nosotros. Creo que el poeta volverá a ser otra vez un hacedor. Quiero decir que contará una historia y la cantará también. Y no consideraremos diferentes esas dos cosas, tal como no las consideramos diferentes en Homero o Virgilio. 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

capítulo 7 – escribir (con) diálogos

        andando algunos pasos por esta casona de escritura nos acercamos a un recinto en el que se van escuchando distintas voces, como un...