una experiencia de la escritura y del escribir en el que se aventuraron muchas personas es el loco arte de inventar mundos
mundos
parecidos a este, incluso iguales a este, o un poco diferentes o totalmente
diferentes
podemos
pensar en macondo, parecido a un pueblo de Colombia, o en los mundos que
inventa Tolkien en El señor de los anillos, con geografías, idiomas y seres que
hacen a un planeta y un tiempo totalmente diferentes
mundos
paralelos como Narnia o Horgwars en Harry Poters
además de lo que hemos imaginado y proyectado de nosotros en otros planetas en la ciencia ficció
n, como los mundos de Star Wars o la literatura de Ursula Leguin
podría
ser un mundo imaginario
en el
que hablan los animales
o una
ciudad igual a la nuestra, que se llame por ejemplo Puero y mar, y que tenga un
Casino abandonado…
inventar
ciudades, lugares, costumbres con la imaginación y con lo que ya existe deformándolo
y trastocándolo un poco
de
entre tantos ejemplos se me viene esa ciudad de los cuentos del escritor uruguayo
Juan Carlos Onetti
La ciudad se transforma en una metáfora; su construcción es
la ilusión de un orden que pueda transformarse, deshacerse y
armarse; de una geografía inventada que se prolongue en su novelística como las
ciudades del mundo real y como la vida misma que a veces es necesario
inventarla. No existe un fuerte argumento pero alcanzamos a respirar el clima
denso que se cierne en esa ciudad de Onetti, o, quizás sería mejor decir, en el
universo de Onetti porque Santa María aparece una y otra vez en sus obras
mostrando facetas diferentes pero donde el fracaso y el sin sentido se
reiteran.
como
nos dicen también por allí, es interesante ver lo escrito también como una
realidad virtual –algo que normalmente solo asociamos con las nuevas tecnologías-
Crear una ciudad y luego meterse en cada uno de
sus habitantes que se renuevan por generaciones es una empresa fundacional tan
misteriosa que no la podemos dejar de comparar con las referencias sobre
orígenes de todas las religiones Las historias de los personajes
están moldeados por ese espacio geográfico e histórico y en cuanto a
los personajes son muchas y variadas sus historias que a su vez se renuevan o
persisten intactas en distintas generaciones. Sin duda, una ciudad de tales
características constituye el mayor ejemplo de realidad virtual
hasta `para que Dios la vea’, si nos atenemos a lo que dice Maria
Moliner en su diccionario tan elogiado por Garcia Marquez “: Virtual
(f. virtualidad) 1 adj. Se aplica a un nombre para expresar que
la cosa designada por él tiene en sí la posibilidad de ser lo que ese nombre
significa, pero no lo es realmente: ‘Con esta finca tiene un capital
virtual’. 2.Fis. Existente como supuesto físico necesario en la
producción o desarrollo de un fenómeno, pero no con existencia real: ‘Foco
virtual’. 3 Se aplica a lo que tiene existencia aparente . Se
dice sobre todo de las imágenes, sonidos o sensaciones en general que, creados
por medios informáticos, producen en quien los recibe ilusión de realidad:
‘Realidad virtual’ “
podemos conversar y
pensar ejemplos de lugares y mundos inventados que conocemos tanto en la literatura
como en el cine y en otros productos culturales
desde el País de
nunca jamás de Peter Pan, ese lejano y antiguo reino sin nombre que aparece en
muchos cuentos clásicos, la lejana tierra de El mago de Oz… y también los
lugares y tiempos que nombramos como reales pero los estamos inventando un poco
o bastante, como decir el tiempo de los gauchos, 1810, etc.
Este ejercicio
tiene que ver con el extrañamiento: la vuelta imaginativa para inventar también
nos ayuda a ver lo cotidiano como extraño
es una de las “funciones”
de la literatura conocidas desde hace mucho y teorizadas por los formalistas
rusos
también sucede en
el teatro: vemos alguien sentado en una mesa y tomando un café pero en un
escenario, prestamos atención a cada detalle porque todo nos narra algo, hasta
la manera de levantar la taza, es parte del extrañamiento que el arte nos
muestra ante lo cotidiano
cuando inventamos
un mundo podemos decir cosas como: esos seres se alimentaban abriendo unos
orificios de la cara y metiendo en ellos objetos arrancados de la tierra
-sería cualquiera
de nosotros comiendo un poco de lechuga-
y apelando a la
ocurrencia o a la fantasí hay muchas posibilidades, casi infinitas, desde hacer un mundo igual pero con un
detalle
por ejemplo un planeta
igual a este en todo pero en que las personas caminan para atrás
o algo mucho más
imaginario
el uso del
verosímil (que no es para nada obligatorio) puede ser útil, significa que algo
inventado sea como creíble en la lógica de lo real:
La literatura
fantástica está llena de elementos bisagra que sitúan en paralelo dos mundos:
el real y el imaginado. Pensemos en Las crónicas de Narnia y
su armario, o en el pozo de Alicia en el País de las Maravillas, en
la ventana de Peter y Wendy que se convierte en el camino hacia Nunca Jamás…
Son muchos los ejemplos de literatura juvenil y fantástica que utilizan este
recurso. En Los Portales de Éldonon, mi primera saga
publicada, investigué esta posibilidad. Creé Éldonon basándome en la teoría
platónica sobre el mundo de las Ideas, y lo uní a la Tierra a través de
portales mágicos custodiados por guardianes. Éldonon era el mundo de la
imaginación, allí donde todas nuestras ideas se crean, donde nuestros sueños se
construyen como películas y donde las musas trabajan para inspirarnos.
Recogiendo gran parte de la tradición fantástica, Éldonon es un mundo espejo
que podemos comparar con el mundo real. Un mundo fantástico, en el sentido más
amplio de la palabra, en el que todo es posible. Pero aún construyendo un mundo
que en apariencia no tiene normas, necesité acotarlo para que el lector
aceptase mi pacto de ficción. Éldonon debía ser verosímil. Para ello creé
cuatro oficios: creator, somnios, musas e imaginatos.
Éstos últimos eran los encargados de regular el mundo de la imaginación. Pero
todos cumplían normas, seguían protocolos y mostraban al lector los límites de
lo posible dentro de Éldonon. Por poneros un ejemplo, en Éldonon existen las
Puertas Libres, puertas que pueden conectarte con cualquier lugar dentro de ese
otro universo. Aunque, para usarlas, necesitas introducir coordenadas firmes.
En la segunda entrega de la saga, en Los cines somnios, hago a
mis personajes viajar utilizando otro sistema, un método que se dejó de usar en
el pasado, un libro mágico creado por gigantes. Me encontré con un verdadero
aprieto cuando me di cuenta de que, si no encontraban pronto una puerta libre,
jamás podrían regresar a su lugar de origen y mis personajes estarían perdidos
para siempre. No podía, sin más, darle a uno de ellos poderes mágicos para
regresar. No podía hacer que un personaje fuese a buscarlos si nadie sabía lo
que habían hecho. El lector hubiese sospechado.
De modo que
tenemos, por ahora, dos posibilidades a la hora de crear un mundo mágico:
erigirlo a partir de la realidad o situarlo en paralelo al mundo real. Pero no
son las únicas formas. Podríamos hablar ahora de la creación pura de un mundo
distinto, como hizo Tolkien con El Señor de los Anillos, o
como Laura Gallego en su reciente El Bestiario de Axlin. En
estos casos, el autor crea desde el principio el mundo y, en ese camino
creativo, puede alejarse más o menos de la realidad conocida por el lector. Es
muy habitual crear mundos épicos medievales o mundos distópicos futuristas. En
el primero de los casos, asistimos en ocasiones a la creación no sólo de un
escenario particular, sino también de una flora y una fauna singular, incluso
de razas distintas a la humana –hadas, elfos, dragones, enanos, orcos…–. En
estos casos, la descripción se convierte en la gran aliada del escritor, que
debe guiar la mirada del lector para que pueda construir por sí mismo todo ese
escenario distinto que el autor ha ideado. Para ello, en ocasiones, los autores
se apoyan en mapas, diagramas o ilustraciones que ayuden al lector. Son
herramientas que pueden facilitar mucho la lectura y la comprensión del mundo.
como tantas veces
en este espacio volvemos a decir que en el paradigma actual no tenemos manera
de ASEGURAR que algo sea real, objetivo o la verdad porque todo lo humano tiene
esa locura nuestra del lenguaje y la creación y eso, por lo menos a mi criterio,
está buenísimo, aunque en cuanto a creencias e ideologías hay otras miradas al
respecto que son por supuesto de interés y para respetar
EN LA FILOSOFÍA imaginar universos infinitos dentro de una cabeza de alfiler también nos lleva que se nos abran muchos caminos de narración y poesía
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