domingo, 12 de junio de 2022

capítulo 14 – llamadas telefónicas

 


hay un reguero de palabras direccionadas, guionadas cotidianamente mediante costumbres y ritos, modismos, muletillas, convenciones…

 

una tecnología como veremos nos acerca desde la invención del teléfono y al mismo tiempo nos modifica el hablar, nos sitúa estrictamente en el género de la conversación –que no necesariamente es lo mismo que un diálogo

 

todas las personas tenemos muchas vivencias para recordar relacionadas con llamadas por teléfono (lo nombro así porque el objeto teléfono nombrado así a secas ya puede remitirnos al teléfono celular que es casi una computadora portátil que se usa cada vez menos para la conversación o llamada telefónica)

 

la sorpresa, la alegría del reencuentro, la vibración en el cuerpo de recibir una voz querida

la mala noticia, el aviso, la amenaza, la respuesta más esperada, un negocio, un chusmerío o una llamada en broma

 

desde las anécdotas de teléfonos compartidos o prestados, el ya casi desaparecido teléfono público, la llamada a larga distancia, los cospeles, las tarjetas

 

el término discar que nos quedó de aquellos aparados con la rueda de los números

 

en la literatura, la poesía, en novelas y en películas y en teatro, el teléfono parece a veces un personaje y a la vez un escenario en sí mismo

 

sirve para sugerir mucho más de lo que dice, abre al lector un código que les es familiar, ya que todos y todas participamos en esas convenciones

 

por aquí una experiencia de poesía por teléfono reseñada de algún lugar:

 

 

En un contexto influido por la prédica de Marshall McLuhan (para quien el teléfono se constituía como uno de los medios más intrusivos) y a partir de la premisa de que “el medio es el mensaje”, John Giorno, estrella del film de Andy Warhol,  Sleep, comenzó en los años´60 a hacer poesía usando como soportes alternativos al libro, la radio, la televisión, los álbumes de discos o el teléfono. Así fue como, entre otros proyectos, en 1968 nació el servicio Dial-A-Poem. Marcando determinado número, uno podía escuchar poemas grabados de William Burroughs, Allen Ginsberg o John Cage entre otros, así como también discursos de los Panteras Negras, sermones o mantras budistas y, en general, diferentes producciones de obras de la literatura underground de la época. El servicio Dial-A-Poem de Girono se convirtió en el antecedente directo tanto de los servicios de arte “on demand” como de los email poems.

 

“El medio es el mensaje” es una frase original de los años sesenta del siglo XX, cuyo autor es Marshal McLuhan, un filósofo y enorme teórico de la comunicación. El tema es que, originalmente, McLuhan quiso decir algo distinto al significado que ha adquirido esa frase con los años.

El filósofo dijo “El medio es el mensaje”, refiriéndose a que el medio a través del cual recibimos la información nos afecta más que la información misma.

 

Dueño de un diseño innovador y mayúsculo, que incluyó particularísimas imágenes e ilustraciones, además de una colección de diferentes tipografías y efectos de lectura, en su obra el erudito profesor explica que “todos los medios son prolongaciones de alguna facultad humana, psíquica o física”. Para luego pasar a ejemplificar que el libro es una prolongación del ojo, la ropa una prolongación de la piel y el circuito eléctrico una prolongación del sistema nervioso central, y desarrollar más ampliamente esta idea: “Los medios, al modificar el entorno, suscitan en nosotros percepciones sensoriales de proporciones singulares. La prolongación de un sentido cualquiera modifica la forma en que pensamos y actuamos, la forma en que percibimos el mundo”. Por eso “cuando estas proporciones cambian, las personas cambian”, concluye.

 

El teléfono pensado como una prolongación de nuestra voz hacia un oído lejano y ausente en el lugar en el que estoy

 

el teléfono como un medio que si bien no es estrictamente el mensaje lo pausa, lo estructura, lo fracciona en ritos, ritmos, muletillas

 

como cuando decíamos imitando a las películas aloo

 

entre la necesidad de síntesis y el otro extremo, quien se explaya y es imposible cortarlo

 

la sorpresa, el suspenso, el chiste, el terror, el amor, la muerte, el pedido

tantos diálogos pasan a traves del teléfono

que lo convierten en un marco tentador para inventar y contar historias –y también hacer poesía-

 

dos textos con la llamada telefónica como elemento principal

 

Dorothy Parker

Si no pienso en eso, tal vez el teléfono suene. A veces lo hace. Si pudiera pensar en otra cosa. Si pudiera pensar en otra cosa. Quizá si cuento hasta quinientos de cinco en cinco, suene antes de que termine. Voy a contar lentamente. Sin trampas. Y si suena cuando llegue a trescientos, no voy a parar, no voy a contestar hasta que llegue a quinientos. Cinco, diez, quince, veinte, veinticinco, treinta, treinta y cinco, cuarenta, cuarenta y cinco, cincuenta… Oh, por favor, llama. Por favor.


DOROTHY COMPLETO


Roberto Bolaño

 

Llamadas telefónicas
(Llamadas telefónicas, 1997)


      B está enamorado de X. Por supuesto, se trata de un amor desdichado. B, en una época de su vida, estuvo dispuesto a hacer todo por X, más o menos lo mismo que piensan y dicen todos los enamorados. X rompe con él. X rompe con él por teléfono. Al principio, por supuesto, B sufre, pero a la larga, como es usual, se repone. La vida, como dicen en las telenovelas, continúa. Pasan los años
      Una noche en que no tiene nada que hacer, B consigue, tras dos llamadas telefónicas, ponerse en contacto con X. Ninguno de los dos es joven y eso se nota en sus voces que cruzan España de una punta a la otra. Renace la amistad y al cabo de unos días deciden reencontrarse.

 

BOLAÑO COMPLETO


AMOROSAMENTE, el poeta Federico también deja que el teléfono se meta en un soneto herido 


EL POETA HABLA POR TELEFONO CON EL AMOR (Sonetos del amor oscuro)

Federico García Lorca

 

Tu voz regó la duna de mi pecho
en la dulce cabina de madera.
Por el sur de mis pies fue primavera
y al norte de mi frente flor de helecho.

Pino de luz por el espacio estrecho
cantó sin alborada y sementera
y mi llanto prendió por vez primera
coronas de esperanza por el techo.

Dulce y lejana voz por mí vertida.
Dulce y lejana voz por mí gustada.
Lejana y dulce voz amortecida.

Lejana como oscura corza herida.
Dulce como un sollozo en la nevada.
¡Lejana y dulce en tuétano metida!


Mario Benedetti ya nos inventa un diálogo buscando un efecto algo perturbador:

 

Larga distancia
(Despistes y franquezas, 1989)

«Oh, you know me, Walter. You've known me
a long time.» A click and nothing.

TRUMAN CAPOTE

      —Hola. ¿Quién?
      —Buenos días. ¿René?
      —Sí. ¿Quién es?
      —No importa quién soy.
      —¿Cómo que no importa?
      —Verás que no.
      —Un momento. Quiero saber con quién estoy hablando.
      —Ya lo sabrás. A su tiempo.
      —No estoy para bromas. Adiós.
      ..........
      —Hola.
      —¿Otra vez?
      —Sí.
      —¿Vas a decir el nombre?
      —Por ahora no.
      —Entonces.
      —Pero hombre, no seas esquemático.
      —Chau.
      ..........
      —Hola.
      —Aquí estoy de nuevo.
      —¡Qué pesado! O pesada. No sé bien.
      —¿Y no tenés curiosidad por averiguarlo?
      —Bah.
      —René, no cortes esta vez. Es larga distancia.
      —¿De dónde llamás?
      —De alguna parte.
      —Ufa.
      —Después te diré mi nombre. Te lo prometo.
      —¿Cuándo?
      —Después. No seas impaciente.
      —¿Se puede saber a qué tanto misterio?
      —Te conozco.
      —¿Y yo a vos?
      —También, pero menos…..

Benedetti completo

uno infantil y cómico :

El Señor Moc atiende el teléfono Luis Pescetti


Una interesante obra de teatro de Abelardo Castillo:



 

(Suena el teléfono; ella sentándose, habla con voz repentinamente gastada.)

Sí... Sí... (Tiende la mano sobre el aparato, casi con un gesto de dolor físico, y allí la deja.) La próxima vez, amor... Yo voy a levantar el tubo y voy a escuchar tu voz apagada, de chico bueno, tu arrepentimiento un poco solemne, y voy a decirte palabras bellas de consuelo y perdón. Y todo, durante un minuto, será hermoso...

(El teléfono ya no suena. La mujer, que ha ido abandonándose, cierra los ojos, sacudida por una nerviosa convulsión que, poco a poco, da paso a una risa triste, monocorde, y acaba rompiéndose en un sollozo largo. El teléfono vuelve a llamar; ella se rehace. Su expresión cambia. Levanta el tubo. Antes de que tenga tiempo de oír la voz del otro lado, habla con tristeza.)

¿Para qué llamaste...? (Pequeña pausa. Su actitud, súbitamente, cambia: evidentemente no oye la voz que esperó oír.)

Oh, Marcela... Perdoname, creí que... No. Andrés no está en casa... (Escucha. Su rostro cambia de expresión. Se pone de pie.) ¿Qué estás diciendo? (Mira el reloj. En sus ojos hay una mezcla de perplejidad y sospecha: una premonición repentina, aún inconcreta, pero horrible. Con voz cortante, casi histérica.) ¿Desde qué hora estás llamando? Mecánicamente, mira otra vez el reloj. Con el tubo en la mano, sin importarle ya lo que del otro lado están diciéndole, se vuelve lentamente hacia la puerta cerrada. El picaporte comienza a girar. Mientras la puerta se abre, cae el 
 

TELÓN 

Castillo /  Obra completa


más allá de estos ejemplos, y hay muchos más –podrán recordar la canción de la famosa telenovela argentina-

escribir llamadas telefónicas es un pequeño universo más en el que meternos un rato en este Bestiarios de escrituras, y descubrir allí otros “tonos” que tiene nuestra propia voz


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