EL VENDEDOR DE GLOBOS
Había una vez…una gran fiesta en un pueblo.
Toda la gente había dejado sus trabajos y ocupaciones de cada día para reunirse
en la plaza principal, donde estaban los juegos y los puestitos de venta de
cuanta cosa linda uno pudiera imaginarse.
Los niños eran quienes gozaban con aquellos festejos populares.
Había venido de lejos todo un circo, con payasos y equilibristas, con animales
amaestrados y domadores que les hacían hacer pruebas y cabriolas.
También se habían acercado hasta el pueblo toda clase de vendedores, que
ofrecían golosinas, alimentos y juguetes para que los chicos gastaran allí los
pesos que sus padres o padrinos les habían regalado con objeto de sus
cumpleaños, o pagándoles trabajitos extras.
Entre todas estas personas había un vendedor de globos. Los tenía de todos los
colores y formas. Había algunos que se distinguían por su tamaño. Otros eran
bonitos porque imitaban a algún animal conocido, o extraño. Grandes, chicos,
vistosos o raros, todos los globos eran originales y ninguno se parecía al otro.
Sin embargo, eran pocas las personas que se acercaban a mirarlos, y menos aun
los que pedían para comprar. Por eso, en un momento en que toda la gente estaba
ocupada en curiosear y detenerse, un gran vendedor hizo algo extraño. Tomó uno
de sus mejores globos y lo soltó. Como estaba lleno de aire muy liviano, el
globo comenzó a elevarse rápidamente y pronto estuvo por encima de todo lo que
había en la plaza.
El cielo estaba clarito y, el sol radiante de la mañana iluminaba aquel globo
que trepaba y trepaba rumbo hacia el cielo empujado lentamente hacia el oeste
por el viento quieto de aquella hora.
El primer niño gritó: -¡Mira mamá un globo! Inmediatamente fueron varios más
que lo vieron y lo señalaron.
Para entonces, el vendedor ya había soltado un nuevo globo de otro color y
tamaño mucho más grande.
Esto hizo que prácticamente todo el mundo dejara de mirar lo que estaba
haciendo y, se pusiera a contemplar aquel sencillo y magnífico espectáculo de
ver cómo un globo perseguía al otro en su subida al cielo.
Para completar la cosa, el vendedor soltó dos globos con los mejores colores
que tenía, pero atados juntos.
Con esto consiguió que una tropilla de niños pequeños lo rodeara, y pidiera a
gritos que su papá o su mamá le compraran un globo como aquellos que estaban
subiendo y subiendo.
Al gastar gratuitamente algunos de sus mejores globos, consiguió que la gente
le valorara todos los que aún le quedaban, que eran muchos. Porque realmente
tenía globos de todas formas, tamaños y colores.
En poco tiempo ya eran muchísimos los niños que se paseaban con ellos, y hasta
había alguno que imitando lo que viera, había dejado que el suyo trepara en
libertad por el aire.
Había allí cerca un niño negro, que con dos lagrimones en los ojos, miraba con
tristeza todo aquello. Parecía como si una honda angustia se hubiera apoderado
de él.
El vendedor, que era un buen hombre, se dio cuenta y llamándole le ofreció un
globo.
El pequeño movió la cabeza negativamente, y se rehusó a tomarlo.
– Os lo regalo, pequeño! le dijo el hombre con cariño, insistiéndole para que
lo tomara.
Mas el niño negro, de pelo corto y ensortijado, con dos grandes ojos tristes,
hizo nuevamente un ademán negativo rehusando aceptar lo qué se le estaba
ofreciendo.
Extrañado el buen hombre le preguntó al pequeño qué era entonces lo que lo
entristecía.
Y el niño le contestó, en forma de pregunta:
– Señor, si usted suelta ese globo negro que tiene ahí ¿Será que sube tan alto
como los otros globos de colores?
Entonces el vendedor entendió. Tomó un hermoso globo negro, que nadie había
comprado, y desatándolo se lo entregó al pequeño, mientras le decía:
– Has tú mismo la prueba. Suéltalo y verás cómo también tu globo sube igual que
todos los demás.
Con ansiedad y esperanza, el niño soltó lo que había recibido, y su alegría fue
inmensa al ver que también el suyo trepaba velozmente lo mismo que habían hecho
los demás globos.
Se puso a bailar, a palmotear, a reírse de puro contento y felicidad.
Entonces el vendedor, mirándole a los ojos y acariciando su cabecita enrulada,
le dijo con cariño: – Mira pequeño, lo que hace subir a los globos no es la
forma ni el color, sino lo que tiene adentro.
Es una manera
sencilla de armar de alguna manera una fábula o una parábola con un hecho
cotidiano (comentario sobre cuento los dos burritos)
Por
otra parte encontramos una reflexión que pone al lector como mayor elaborador
del mensaje:
Utilizar
la literatura para la transmisión de un mensaje (no importa de qué tinte
ideológico estemos hablando), no sería otra cosa que valerse de un instrumento
sofisticado para convencer al lector acerca de alguna verdad dada. En el caso
que nos ocupa (el de una verdad de tipo moral) de lo que se trata es además de
exhortar al lector a actuar de una manera determinada. No estamos lejos por lo
tanto de la función propia de la publicidad, la propaganda, el panfleto o el
sermón.
Cuando el texto literario es utilizado con un fin básicamente de
comunicación de un contenido predeterminado (presente en el texto de manera
explícita o inducido a partir de una lectura direccionada por parte del
mediador) el emisor del mensaje (el autor, el mediador) posee un proyecto sobre
el destinatario; y sus decisiones (en el texto, o en la situación de lectura)
estarán destinadas a asegurarse la eficacia de la transmisión de dicho
contenido. Todo esto en desmedro de la plurisignificación del texto, y de la
libertad del lector de encontrar otros significados más allá del
"oficialmente válido". (22)
Podemos afirmar, como lo hace Jorge Larrosa en relación a la
novela pedagógica, que el carácter pedagógico de un texto literario, es un
efecto de lectura más que una característica intrínseca a los textos (si bien
muchos libros son escritos para favorecer su lectura pedagógica). Toda ficción,
todo relato, puede leerse desde la búsqueda de una enseñanza, un mensaje que
supuestamente el autor ha depositado en el texto para ser develada por los lectores.
Todo texto literario, por lo tanto, puede ser leído alegóricamente, como si se
tratase de una parábola bíblica. La búsqueda de un mensaje moral en los textos
literarios sería entonces ante todo una modalidad de lectura.
es interesante por advierte de un significado múltiple que
no siempre podremos manejar:
La literatura (como el
arte en general) es plurisignificativa, es ambigua, inaprensible en sus
posibilidades de significación. La selección de los textos debe por lo tanto
privilegiar esta plurisignificatividad, favorecer esta libertad y apertura en
la interpretación del lector. Y aún más allá del texto, se vuelve necesario
pensar en situaciones de lectura ajenas al control sobre los significados. Se
trata de una actitud de escucha en el encuentro con los textos y los lectores.
Un espacio abierto al despliegue de todas las lecturas posibles. Se trata del
respeto hacia las interpretaciones múltiples, libres, salvajes, herejes… Una
escucha atenta hacia la lectura de los otros (no importa la edad que tengan).
*
el texto también reflexiona sobre la sobre actuación en la literatura
infantil, una sobre carga de estar enseñando algo que tuvo en varios momentos
Por otra parte tenemos compilaciones enormes sobre cuentos
con reflexiones aquí un ejemplo:
Diálogo
entre un médico y un anciano, cuento Sufi sobre la aceptación
Ser y parecer, cuento
gracioso sobre dos loros
El gato atado,
cuento Zen sobre las creencias limitantes
Quien te
enfada te controla, cuento sobre el enfado
¿Hay vida
antes de la muerte?, cuento de Anthony de Mello
La rosa y el sapo,
cuento que explica que todo está relacionado.
Palabras,
cuento de Anthony de Mello sobre la inteligencia sin palabras
El
árbol de los deseos, antigua fábula hindú sobre los deseos y preocupaciones
Metáfora
árbol de frutas, superar los obstáculos nos fortalece
Buena suerte
o mala suerte, todo es transitorio
Cita con la muerte,
si deseamos morir bien, debemos aprender a vivir bien.
El
Buscador, cuento de Jorge Bucay sobre el único y verdadero tiempo vivido
Cuento corto de Oscar Wilde sobre Narciso y un
río… la sociedad narcisista y competitiva
Cuento Zen sobre la rabia y
los insultos. ¿Qué hacer cuando te insultan?
Tahar y el
perfume, cuento Sufi sobre el proceso de crecer paso a paso
La vasija agrietada,
aprender a quererse a uno mismo y aceptarse como uno es
Sé
responsable de tus actos, el tigre y la campanilla… cuento de la China
En muchas tradiciones de escritura desde antigua China, los hindúes,
el budismo etc. el cuento con un aporte de cierta sabiduría para la vida ha
sido un recurso muy utilizado
Por otro lado en la poesía tenemos un género bastante
especial que son los aforismos:
Un aforismo es, según nos dice la RAE, una
sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte. Del
latín aphorismus, y este del griego ?φορισμ?ς (definir), un
aforismo es una declaración breve que pretende expresar un principio de una
manera concisa, coherente y en apariencia cerrada.
Parece que el término aforismo fue
utilizado por primera vez por Hipócrates. Y fue posteriormente
aplicado a la ciencia y, finalmente, a todo tipo de principios.
Lo que no te mata, te hace más fuerte. -
Friedrich Nietzsche
El tiempo perdido nunca se vuelve a encontrar. -
Benjamin Franklin
A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino
los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro. -
Chesterton
La duda es uno de los nombres de la inteligencia. -
Jorge Luis Borges
Ayudar al que lo necesita no sólo es parte del deber,
sino de la felicidad. - José Martí
Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o
conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien. - Antonio Machado
El futuro nos tortura, el pasado nos encadena. He aquí
por qué se nos escapa el presente. - Gustave Flaubert
En argentina, además del famoso José Narosqui tenemos un
gran poeta :
Antonio Porchia fue un poeta
italoargentino, nacido en Conflenti, Catanzaro, Calabria, en 1885. A los 15
años emigró a Argentina junto a su madre y hermanos, ya que su padre había
fallecido en 1900. Allí, para mantener a su familia desempeñó diversas tareas:
de carpintero, tejedor de cestas y changas en el puerto, entre otras. A su vez,
escribe en su tiempo libre. En 1938 aparecen sus primeras publicaciones en el
periódico La Fragua. Fue autor de un único e icónico libro
titulado Voces, versos que oscilan entre la poesía y el
aforismo, escritos con un lenguaje directo y cotidiano, caracterizados por un estilo
limpio y fresco, alejados de la estética de la poesía de su tiempo, que lo
convirtieron en un icono de la literatura argentina. André Breton
llegaría a afirmar que se trataba del «pensamiento más dúctil de la literatura
hispana». Porchia nunca se vio a sí mismo como un escritor profesional,
pese a haber cultivado este arte desde muy joven.
Voces
El hombre no va a ninguna parte. Todo viene al hombre, como
el mañana.
***
El mundo perdona tus defectos, no tus virtudes.
***
Estar en compañía no es estar con alguien, sino estar en
alguien.
***
Quien perdona todo ha debido perdonarse todo.
la escritura es una buena herramienta para escribir sobre
muchas causas, desde la importancia de ser solidario, la crueldad inaceptable
de la guerra, la necesidad de un mundo más justo
o de maneras de relacionarnos con los otros, la amistad, el
diálogo
además de valores que podemos nombrar como generales en
abstracto como la libertad, el amor, la muerte, la enfermedad, la vejez
pienso un ejemplo muy cercano a nosotros que es Daniel Contini quien gusta de ese
estilo de escritura, como en su poema sobre la tragedia del submarino Ara San
Juan
no tiene por qué haber un prejuicio que nos impida escribir
en ese sentido cuando lo asumimos con sinceridad, sabiendo que estamos
intentando un posicionamiento de alguna manera pedagógico, el de transmitir a los otros un mensaje que
nos parece verdadero o importante
siempre podemos jugar aunque toquemos esos bordes nombrados:
de lo literario con los religioso, o con la autoayuda, la bajada de línea
política etc. ya que son cosas que también forman parte de nuestra vida
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