domingo, 28 de mayo de 2023

capítulo 12 – viaje al mundo de las cartas

 





el siglo xx fue el último gran momento del género de las cartas, la escritura epistolar

tanto de cartas reales –privadas y públicas- entre escritores personalidades, o personas de la comunidad

como de cartas que hacen a un formato de escritura de cuentos o novelas

Fran Kafka con cartas a mi padre, un libro que es una gran carta y la publicación de sus cartas personales a mujeres con quienes se relacionó (Cartas a Milena, Cartas a Felice)

Merano-Untermais, Pensión Ottoburg

Estimada Frau Mílena:

Le escribí unas líneas desde Praga y luego desde Merano. No ha habido respuesta. Por supuesto, esas líneas no exigían contestación inmediata y si su silencio no es más que señal de una relativa bienaventuranza -lo cual con frecuencia se traduce en una cierta resistencia a escribir- me doy por satisfecho. Pero también existe la posibilidad -y por eso le escribo- de que en mis líneas la haya herido de alguna manera. ¡Qué torpe sería ¡ni mano, contra toda ni¡ voluntad, si ése fuera el caso! O bien -y eso sería mucho peor por cierto- que ese momento de sereno respiro, al cual usted aludía, haya pasado y una vez más se inicie una mala época para usted.


KAFKA CARTAS A MILENA


Las cartas de Anais Nin y Henry Miller

Queridísima Anaís:

     Terriblemente, terriblemente vivo, afligido, absolutamente consciente de que te necesito. He de verte, te veo brillante y maravillosa y al mismo tiempo le he escrito a June y me siento desgarrado, pero tú lo entenderás, debes entenderlo.
Anais, no te apartes de mí; me envuelves como una llama brillante. Anais, por Dios, si supieras lo que siento en este momento. Quiero conocerte mejor. Te quiero. Te quise cuando viniste a sentarte en mi cama -esa segunda tarde fue toda como una cálida neblina- y de nuevo oigo cómo pronuncias mi nombre, con ese extraño acento tuyo.

     Despiertas en mí tal mezcla de sentimientos, que no sé cómo acercarme a ti. Ven a mí, aproxímate a mí, será de lo más hermoso, te lo prometo. No sabes cuánto me gusta tu franqueza, es casi humildad. Sería incapaz de oponerme a ella. Esta noche he pensado que debería estar casado con una mujer como tú. ¿O es que el amor, al principio inspira siempre esos pensamientos?  No temo que quieras herirme. Veo que tú también posees fuerza, de distinto orden, más escurridiza. No, no te romperás. Dije muchas tonterías sobre tu fragilidad. Siempre he sentido un poco de vergüenza, pero la última vez menos. Acabará desapareciendo toda.

CARTA MILLER


Artaud y su Carta a los poderes

ARTAUD CARTAS


o Vincent Van Gog con sus Cartas a Theo

Las casi ochocientas cartas que Vincent escribió a Theo (publicadas en 1911, traducidas al francés en 1960) constituyen un testimonio único de la vida del artista. 

son solo alguno de los muchos ejemplos

yendo a la historia, las ficciones creadas con ese formato epistolar:

Durante el siglo xviii, la novela epistolar se hizo popular en la cultura anglosajona con dos obras del moralizante Samuel Richardson Pamela o la virtud recompensada (1740) y Clarissa (1748). Siguieron Tobias Smollett con su Humphry Clinker (1771), de matiz picaresco, y Evelina (1778) de Frances Burney, costumbrista, entre otras. Desde Inglaterra, pero también con raíces autóctonas, se extendió al continente europeo, compitiendo en la cultura francesa con la Julia, o la nueva Eloísa (1761) del suizo Jean-Jacques Rousseau, pretexto para que el autor exponga sus ideas sobre el matrimonio y la educación. Más allá del sentimentalismo prerromántico, Goethe usó el género para expresar la desesperación romántica (Die Leiden des jungen Werthers / Las penas del joven Werther, 1774), en lo que fue imitado por Ultime lettere di Jacopo Ortis / Últimas cartas de Jacopo Ortis (1802) del italiano Ugo Foscolo. Una novela psicológica muy penetrante y realista, disección de la ideología libertina, fue la del francés Pierre Choderlos de Laclos Les Liaisons dangereuses / Las amistades peligrosas (1782). El género alcanzó incluso a la novela gótica con los populares Frankenstein (1818) de la inglesa Mary Shelley y Drácula (1897) del irlandés Bram Stoker.

La novela epistolar es un recurso narrativo que permite cierto análisis psicológico, por lo que fue utilizado a veces por los narradores románticos, como Las penas del joven Werther (1774) de Goethe o Lady Susan (última década del siglo xviii) de Jane Austen. La literatura rusa tiene una excelente ejemplo en la primera novela de Fiódor DostoyevskiPobres Gentes, escrita entre 1844 y 1846, cuando el autor tenía veinticinco años de edad.

 

 

 

 

un género muy especial de escritura, íntimo (y a la vez extimo diría el psicoanálisis) lleno de belleza en su contexto

el ritual de pensar la carta, sentarse a escribir, el envío

recibir una carta, abrirla, buscar el lugar y el momento de leer o no animarse a leer

las cartas perdidas, rotas quemadas

hay un matiz en nuestro uso del lenguaje al escribir cartas, hay lago de la voz

-recuerdo    con algo de humor la lectura de cartas en las novelas televisivas-

hay otra vez esa tonada personal puesta en un ritmo especial del sentimiento y la intención, en un sentido muy directo y elaborado hacia ese otro, hay yo diría un plus: un decir diferente y más de lo que se podría decir en persona hablando

una conversación en otro tiempo, o incluso afuera del tiempo y afuera del espacio, en la construcción de un objeto que una vez cerrado el sobre ya no cambiará y que va a viajar, un discurso sellado –con una alusión al antiguo gusto por las estampillas- que no puede ser interceptado –en nuestro país sigue siendo un delito grave abrir una carta ajena

Isidoro Blaisten imagina una empresa dedicada a encontrar o re escribir cartas no enviadas

Después la llamé. «Cartas», le dije, y ella me miró. «Cartas no enviadas», y ella me siguió mirando. Le dije que en cada ser humano latía una carta no enviada. Ella me miró y yo vi que estaba pensando que iba a ser muy difícil encontrar esas cartas.

CUENTO ÚLTIMA EMPRESA


desde la filosofía, una reflexión acerca del sentido –un sentido posible de escribir cartas en nuestra época  tecnológica:

La palabra carta: proviene del griego charta derivado de χάρτης, que se refería concretamente a la hoja de papel hecha de papiro en la cual se solía escribir cartas. Así, desde la antigüedad: en papiros y pergaminos se han escrito desde cartas de amor hasta la historia de la humanidad. De esta manera, una carta es un medio de comunicación escrita por un remitente para un destinatario. Actualmente existen diversos tipos de cartas: carta abierta; carta acordada; carta astral; carta blanca; carta cuenta; carta de ajuste; carta de amparo; carta de ciudadanía; carta de contramarca; carta de crédito; carta de derechos; carta de dote; carta de emplazamiento; carta de examen; carta de fletamento; carta de gracia; carta de guía; carta de hermandad; carta de hidalguía; carta de marca; carta de marea; carta de naturaleza; carta de pago; carta de personería; carta de porte; carta de quita; carta de repudio; carta de Urías; carta de vecindad; carta de venta; carta desaforada; carta dotal; carta ejecutoría; carta forera; carta magna; carta náutica; carta orden; carta otorgada; carta pastoral; carta puebla; carta real; cartas credenciales; cartas expectativas; entre otras.[2] Pero: ¿y la carta de amor? ¿Cuál es la esencia de la carta de amor? Es decir: ¿qué es lo que hace que una carta sea una carta de amor en la era de la técnica? De acuerdo con Emanuel Lévinas (1906-1995): al ir en busca de un sentido de trascendencia, hace falta ir más allá de la esencia.[3] Con base en ello, yo deseo que no nos quedemos en la carta a nivel de lo ente, sino que sea posible el abrirnos a la dimensión del ser del ente en una heteronomía de amor al otro. Pero, para comenzar a responder a estas preguntas, yo voy a poner de manifiesto la filosofía de Martin Heidegger (1989-1976) de su obra “La pregunta por la técnica” del año 1953, escrito donde se propuso preparar una relación libre con la técnica correspondiendo a su esencia y experimentándola en su delimitación. 

Dejar ser en libertad: tal es la función del amor contra la técnica moderna en tanto consumación de la metafísica de la presencia. Es por ello, que en el presente artículo yo deseo poner de manifiesto un fundamento ontológico para una filosofía de la educación, esto porque la técnica moderna instrumentaliza al sujeto de la educación al enajenarlo e instrumentalizarlo. Pero aprender por fin a amar haciéndonos libres, es una de las tareas ético-políticas del arte subversivo con base en la educación, siendo ello lo que yo deseo llevar a cabo con el género literario epistolar al escribir sobre el amor, que en sí mismo es ya un acto revolucionario perteneciente a una filosofía de la educación cuya misión pedagógica es liberadora. Aquí, surge la siguiente pregunta: ¿por qué el arte de escribir una carta de amor en la era de la técnica es un acto subversivo y revolucionario? Lo que yo pienso es que escribir con amor es un acto de liberación, con respecto al fetichismo del objeto técnico emplazado como mercancía en el mercado capitalista neoliberal. Si bien, no todo objeto técnico es un fetiche, al ser emplazado como mercancía en el entramado de relaciones capitalistas, obnubila u obtura el estado de abierto del Dasein, lo cual implica ser empleado como fetiche sobre la falta en ser del sujeto. Tal es la operatividad del engranaje del Ge-stell, siendo en este sentido que debemos pensar las palabras de Jacques Lacan (1972): “[…] el capitalismo forcluye las cosas del amor”.[7] Sin embargo, existe otra manera de relacionarnos con el objeto técnico con base en la obra de arte, concretamente con la carta de amor, porque, como bien dijo Martin Heidegger (1950): “[…] el arte es el acontecer de la verdad”.[8] Dicho lo anterior, la pregunta aquí es la siguiente: ¿Cómo el Ge-stell forcluye la carta de amor? El capitalismo por medio de la técnica moderna provoca un engranaje, donde el entramado de relaciones sociales instrumentaliza al sujeto al éste no relacionarse en comunión con otros sujetos, sino que, al serle impuesto un tipo de relaciones entre cosas, así mediatiza a los sujetos con el objeto técnico emplazado como mercancía fetichista, relegando el ser del ente al olvido al eludir el acontecimiento de su verdad, así como al velar la esencia que hace ser al sujeto y que lo deja ser en libertad: el amor verdadero.

 

Con base en el arte el ser acontece desocultando, y el sujeto puede tener como verdad una carta de amor en tanto efecto poético de lo imposible, teniendo a su vez la posibilidad de ir más allá de la escritura para ser ahí donde los amorosos sujetos puedan tener en el acto de amor un destino sin parangón. Así, el ser no es el ente, el ser es paso, es un pasar imposible de definir. Pero es un paso que hace camino para andar hacia el amor y su misterio. Es viviendo de esta otra manera, que una carta de amor llega siempre a su destino sin parangón, siendo ahí donde el sujeto y el prójimo son dejados ser en libertad.

ARTICULO LA CARTA DE AMOR...


Cuando se escribe una carta el que la envía afronta la posibilidad del vacío, de la ausencia de respuesta y tal vez ese sea en muchos casos el destino, afrontar esa ausencia. La escritura de una carta puede responder entonces al circuito de la demanda de amor. La no respuesta es una posibilidad de la demanda, es una manera de escribir la falta, la castración. Puede ser pensada como lettre de d’a-mur?

Para Lacan la carta (lettre) es una metáfora del significante que circula entre varios sujetos. El significante se convierte así en el elemento significativo del discurso (consciente o inconsciente), que en este caso puede tomarse con cierto valor performativo en la actualidad, y que convoca a reinstalar la vivacidad de la memoria evitando el adormecimiento y no sucumbir a lo que se nombra como el sacrificio a los dioses oscuros.

 La escritura de una carta se podría pensar como un jirón, un desgarro de vida, una parte pequeña de un todo, un recorte de palabras talladas, un grabado de escenas, que determina los actos y promete el destino de un sujeto sin que él lo sepa.

ARTÍCULO CARTAS DESEO


a manera de juego, propongo pensar qué carta escribiría hoy a un ser querido dejando por un rato la inmediatez del teléfono y las redes sociales, o a alguien ya lejano

qué carta escribiría a mí mismo/a para dentro de 10 años o al niño niña que fui

dejarse tentar por la belleza –sin miedo a lo cursi- de las palabras que surgen cuando se escriben cartas de amor

 

también imaginar

o reconstruir

o inventar la escena

una mesa, un block de hojas o un cuaderno, lapicera

o máquina de escribir

el momento de pensar releer

el cierre y la post data

volviendo a reflexionar en que el acto de comunicación

sea o no creación literaria

es un trabajo y un acto de dar a otro


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

capítulo 7 – escribir (con) diálogos

        andando algunos pasos por esta casona de escritura nos acercamos a un recinto en el que se van escuchando distintas voces, como un...