me resulta atractivo comparar con un poco de
humor aunque también encaminando al tema de hoy dos textos
uno la canción de Marolio
Mate, café, harina y
palmitos
Yerba, mermelada,
cacao, picadillo
Paté, caballa, arroz y
arvejas
Sardinas y atún, choclo
y lentejas
Marolio le da sabor a
tu vida
Marolio está desde el
comienzo del día
y el otro el poema de
Borges, Los justos:
Un hombre que cultiva
su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
a simple vista
podríamos pensar que son textos opuestos absolutamente, uno una canción
publicitaria y el otro un poema genial de un gran escritor
pero y si nos
preguntamos qué tienen en común?
nos encontramos con
cierta musicalidad y un anudamiento muy atractivo a nuestro lenguaje y a la
poesía que es
LA ENUMERACIÓN
entre tantos textos
antiguos, para reafirmar una descripción y una fuerza poética ya sea infundir
fe o temor o hacer visible, en la Biblia antigua:
Y a Leviatán, ¿lo
pescarás con un anzuelo?
¿Podrás atarle la lengua con una cuerda?
2 (40.26) ¿Podrás
pasarle un cordel por las narices
o atravesarle con un gancho la quijada?
3 (40.27) ¿Acaso
va a rogarte que le tengas compasión,
y a suplicarte con palabras tiernas?
4 (40.28) ¿Acaso
harás que te prometa
ser tu esclavo toda la vida?
5 (40.29) ¿Jugarás
con él como con un pajarito?
¿Lo atarás como juguete de tus hijas?
6 (40.30) ¿Se
pondrán a regatear por él en el mercado?
¿Lo cortarán en pedazos para venderlo?
7 (40.31) ¿Podrás
atravesarle el cuero con flechas,
o la cabeza con arpones?
8 (40.32) Si
llegas a ponerle la mano encima,
te dará tal batalla que no la olvidarás,
y nunca volverás a hacerlo.
9 (1) Con sólo ver a Leviatán,
cualquiera se desmaya de miedo.
10 (2) Si
alguien lo provoca, se pone furioso;
nadie es capaz de hacerle frente.
11 (3) ¿Quién,
que se le enfrente, saldrá sano y salvo?
¡Nadie en todo el mundo!
12 (4) No
dejaré de mencionar sus patas
y su fuerza sin igual.
13 (5) ¿Quién
puede quitarle el cuero que lo cubre,
o atravesar su doble coraza protectora?
14 (6) ¿Quién
puede abrirle el hocico,
con su cerco de terribles dientes?
15 (7) Sus
lomos son hileras de escudos
cerrados y duros como la piedra.
16 (8) Tan
apretados están unos contra otros,
que ni el aire puede pasar entre ellos.
17 (9) Tan
unidos y trabados están,
que nadie puede separarlos.
18 (10) Sus
estornudos son como relámpagos;
sus ojos brillan como el sol cuando amanece.
19 (11) De
su hocico salen llamaradas
y se escapan chispas de fuego.
20 (12) De
sus narices sale humo,
como de una caldera que hierve al fuego.
21 (13) Su
aliento enciende las brasas,
de su hocico salen llamas.
22 (14) Su
cuello es tan fuerte
que ante él todos se llenan de miedo.
23 (15) Aun
la parte carnosa de su cuerpo
es dura e impenetrable, como hierro fundido.
24 (16) Tiene
el corazón duro como la roca,
duro como piedra de moler.
25 (17) Cuando
él se levanta, los dioses se espantan
y huyen llenos de terror.
26 (18) Ni
espada ni lanza ni flecha ni dardo
sirven de nada para atacarlo.
27 (19) Para
él, el hierro es como paja,
y el bronce como madera podrida.
28 (20) Las
flechas no lo hacen huir;
lanzarle piedras es como lanzarle paja.
29 (21) Un
golpe de mazo le es como un golpe de caña;
se ríe al oír silbar las jabalinas.
30 (22) Cuando
se arrastra, abre surcos en el barro,
como si lo hiciera con afilados trillos.
31 (23) Hace
hervir como una olla al mar profundo;
como una caldera para mezclar ungüentos.
32 (24) Va
dejando en el agua una estela
blanca y brillante como melena de canas.
33 (25) No
hay en la tierra nada que se le parezca;
fue hecho para no sentir miedo jamás.
34 (26) Hace
frente aun a los más arrogantes,
y es el rey de todas las fieras.
(Libro de Job –
Capítulo 14)
enumerar, acumular,
hacer como listados que atrapan un poquito de lo infinito del universo, genera
además de ese recorte un cierta música, la fluidez de ir “bajando” entre los
elementos
tomando mano de
posibilidades como nexos como la y o sencilla puntuación
y la ceguera, que es penumbra y cárcel,
y la vejez, aurora de la muerte,
y la fama, que no merece nadie, [...]
y unas monedas y un reloj de arena
y que una tarde, igual a tantas otras,
se resigna a estos versos.
Borges
circula una
clasificación, arbitraria como decimos siempre, pero que no orienta en los diversos sentidos que puede tener la
enumeración, tanto en la poesía como en otros usos del lenguaje en la vida:
- Enumeración ascendente o clímax: por la
que los elementos se ordenan de menor a mayor según importancia o desde
abajo hacia arriba según su posición espacial.
- Enumeración descendente o anticlímax: por
la que los elementos se ordenan de mayor a menor según su importancia o de
arriba abajo según su posición espacial. (En ocasiones consideran estas
dos primeras enumeraciones de la misma clase)
- Enumeración simple: por la cual se
disponen de manera continuada todo tipo de conceptos o características
comunes.
- Enumeración caótica: por la que los
elementos se disponen sin orden ni concierto ni con una relación clara.
En la situación de
poesía será más comúnmente la llamada enumeración caótica:
Whitman, inspirándose en la Biblia , es el primer poeta moderno en usar
este procedimiento. Según Spitzer, “el vigoroso
asíndeton” empleado por
Whitman “acerca violentamente unas a otras las
cosas más dispares, lo más
exótico y lo más familiar, lo gigantesco y lo
minúsculo, la naturaleza y los
productos de la civilización humana como un niño
que estuviera hojeando
el catálogo de una gran tienda”
Más ejemplos de Borges:
en “El idioma analítico de John Wilkins”, en Otras
inquisiciones (1952), a propósito de
[...] cierta enciclopedia china que se titula Emporio
celestial de conocimientos
benévolos
. En sus remotas páginas está escrito que los
animales se dividen
en (a) pertenecientes al Emperador, (b)
embalsamados, (c) amaestrados, (d)
lechones, (e) sirenas, (f ) fabulosos, (g) perros
sueltos, (h) incluidos en esta
clasificación, (i) que se agitan como locos, (j)
innumerables, (k) dibujados
con un pincel finísimo de pelo de camello, (1)
etcétera, (m) que acaban
de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen
moscas. (Borges 2009: 104)
y el memorable fragmento de el cuento El aleph:
Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las
muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra
pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos
escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y
ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas
que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi racimos,
nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos
ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que
no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer en el
pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol,
vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio,
la de Philemon Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico, yo
solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y
perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un
poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi
mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre
dos espejos que lo multiplican sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una
playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osatura de una mano, vi a los
sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate
de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el
suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos,
vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un
cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles,
precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado
monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había
sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje
del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos,
vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la
tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque
mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los
hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.
Una gran influencia para toda la poesía moderna es Walt
Whitman, quien hizo de la enumeración una de las características más notables
de su estilo:
Una hoja de hierba
Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles.
Descubro que en mí,
se incorporaron, el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.
Quien recibe su influencia entre muchos es Pablo
Neruda:
ODA A LOS NÚMEROS
Pablo Neruda
Qué sed
de saber cuánto!
Qué hambre
de saber
cuántas
estrellas tiene el cielo!
Nos pasamos
la infancia
contando piedras, plantas,
dedos, arenas, dientes,
la juventud contando
pétalos, cabelleras.
Contamos
los colores, los años,
las vidas y los besos,
en el campo
los bueyes, en el mar
las olas. Los navíos
se hicieron cifras que se fecundaban.
Los números parían.
Las ciudades
eran miles, millones,
el trigo centenares
de unidades que adentro
tenían otros números pequeños,
más pequeños que un grano.
El tiempo se hizo número.
La luz fue numerada
y por más que corrió con el sonido
fue su velocidad un 37.
Nos rodearon los números.
como vemos en la llamada enumeración caótica se
mezclan planos diversos: objetos, acciones, conceptos, sentimientos
por otra parte, la enumeración puede ser buscada o
surgir espontáneamente, puede ser todo el texto o un fragmento
un poema puede ser una simple enumeración libre o
enmarcarse en algo, como en el ejemplo de María Elena Walsh en el que elije
poner todo en una cajita de fósforos:
EN UNA CAJITA DE FÓSFOROS
En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Un rayo de sol, por ejemplo.
(Pero hay que encerrarlo muy rápido,
si no, se lo come la sombra).
Un poco de copo de nieve,
quizá una moneda de luna,
botones del traje del viento,
y mucho, muchísimo más.
Les voy a contar un secreto:
En una cajita de fósforos
yo tengo guardada una lágrima,
y nadie, por suerte la ve.
Es claro que ya no me sirve.
Es cierto que está muy gastada.
Lo sé, pero qué voy a hacer,
tirarla me da mucha lástima.
Tal vez las personas mayores
no entiendan jamás de tesoros.
«Basura», dirán, «cachivaches,
no sé por qué juntan todo esto».
No importa, que ustedes y yo
igual seguiremos guardando
palitos, pelusas, botones,
tachuelas, virutas de lápiz,
carozos, tapitas, papeles,
piolín, carreteles, trapitos,
hilachas, cascotes y bichos.
En una cajita de fósforos
se pueden guardar muchas cosas.
Las cosas no tienen mamá.
Como decíamos el año pasado enumerar –y a esa
consigna nos arrojaremos alegremente- puede ser casi una sencilla lista de
cosas, las relaciones entre cada parte pueden ser conscientes o aparecer
espontáneamente. Es una de las tantas experiencias y ejercicios en los que
surge en nuestro escribir lo inesperado.
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