había una vez un personaje
un recorrido
un gran problema que puede ser terrorífico
un ser mágico
un final feliz o de alivio
aunque no siempre terminan bien…
llamamos cuentos de hadas a un canon de historias provenientes de la tradición occidental principalmente europea recopilada desde la salida de la edad media al siglo 19
-hago este recorte porque otras latitudes del mundo tienen sus “cuentos de hadas” con características similares pero no presentes en ese canon que tanto conocemos-
qué es lo atrapante y lo tan imborrable de la memoria de esas historias…
la psicología desde distintos paradigmas se ha expresado
clarissa pinkola estés, relacionada al mundo de Jung y también a arquetipos feministas escribió ese libro tan leído, mujeres que corren con lobos
A veces, varias capas culturales desdibujan los núcleos de los cuentos.
Por ejemplo, en el caso de los hermanos Grimm (entre otros recopiladores
de cuentos de hadas de los últimos siglos), hay poderosas sospechas de que
sus confidentes (narradores de cuentos) de aquella época «purificaron» los
relatos para no herir la susceptibilidad de los piadosos hermanos. A lo
largo del tiempo, se superpusieron a los viejos símbolos paganos otros de
carácter cristiano, de tal forma que el viejo curandero de un cuento se
convirtió en una perversa bruja, un espíritu se transformó en un ángel, un
velo de iniciación en un pañuelo o una niña llamada Bella (el nombre
habitual de una criatura nacida durante el solsticio de verano) se rebautizó
con el nombre de Schmerzenreich, Apenada. Los elementos sexuales se
eliminaban. Las amables criaturas y animales se transmutaban a menudo
en demonios y cocos.
De esta manera se perdieron muchos relatos didácticos sobre el sexo,
el amor, el dinero, el matrimonio, el nacimiento, la muerte y la
transformación. De esta manera se borraron también los cuentos de hadas
y los mitos que explican los antiguos misterios de las mujeres. Casi todas
las viejas colecciones de cuentos de hadas y mitos que hoy en día se
conservan se han expurgado de todo lo escatológico, lo sexual, lo perverso
(incluso las advertencias contra todas estas cosas), lo precristiano, lo
femenino, las diosas, los ritos de iniciación, los remedios para los distintos
trastornos psicológicos y las instrucciones para los arrobamientos
espirituales.
Pero no se han perdido para siempre. De niña escuché lo que me consta
que son temas íntegros y sin retoque de antiguas historias, muchos de los
cuales se incluyen en este libro. No obstante, hasta los fragmentos de
relatos en su forma actual pueden contener todo el conjunto de la historia.
He rebuscado un poco en lo que denomino en broma la medicina forense y
la palcomitología de los cuentos de hadas, por más que la reconstrucción
sea esencialmente una tarea larga, complicada y contemplativa. En pro de
la efectividad, utilizo varías formas de exégesis, comparando los
leitmotifs, considerando deducciones antropológicas e históricas y formas
tanto nuevas como antiguas. Trato de reconstruir los relatos a partir de
antiguas pautas arquetípicas aprendidas en mis estudios de psicología
analítica y arquetípica, una disciplina que preserva y estudia todos los
temas y argumentos de los cuentos de hadas, las leyendas y los mitos para
poder entender las vidas instintivas de los seres humanos. Para ello me
resultan útiles los patrones subyacentes en los mundos imaginarios, las
imágenes colectivas del inconsciente y las que aparecen en los sueños y en
los estados de conciencia no ordinarios. Y para redondear la tarea con un
toque más vistoso comparo las matrices de los relatos con los restos
arqueológicos de las antiguas culturas, tales como objetos rituales de
alfarería, máscaras y figurillas. Con pocas palabras y utilizando una
locución típica de los cuentos de hadas, me he pasado mucho tiempo
hozando las cenizas.
**
Hay muchas maneras de abordar los cuentos. El folclorista profesional,
el junguiano, el freudiano o cualquier otra clase de analista, el etriólogo, el
antropólogo, el teólogo, el arqueólogo, tiene cada uno su método, tanto en
la recopilación de los relatos como en el uso a que se destinen.
Intelectualmente, mi manera de trabajar con los cuentos derivó de mis
estudios de psicología analítica y arquetípica. Durante más de media
década de mi formación psicoanalítica, estudié la ampliación de los
leitmotifs, la simbología arquetípica, la mitología mundial, la iconología
antigua y popular, la etnología, las religiones mundiales y la interpretación
de las fábulas.
Visceralmente, sin embargo, abordo los relatos como una cantadora,
una guardiana de antiguas historias. Procedo de una larga estirpe de
narradores: las mesemondók, las ancianas húngaras capaces de contar
historias, tanto sentadas en sillas de madera con sus monederos de plástico
sobre el regazo, las rodillas separadas y la falda rozando el suelo, como
ocupadas en la tarea de retorcerle el cuello a una gallina… y las
cuentistas, las ancianas latinoamericanas de exuberante busto y anchas
caderas que permanecen de pie y narran a gritos la historia como si
cantaran una ranchera. Ambos clanes cuentan historias con la voz clara de
las mujeres que han vivido sangre y niños, pan y huesos. Para ellas, el
cuento es una medicina que fortalece y endereza al individuo y la
comunidad.
Los que han asumido las responsabilidades de este arte y se entregan al
numen que se oculta detrás de él son descendientes directos de una
inmensa y antigua comunidad de santos, trovadores, bardos, griots,
cantadoras, cantores, poetas ambulantes, vagabundos, brujas y chiflados.
//
para seguir en esa línea, la teoría de Carl Jung –el del inconsciente colectivo- asocia a los cuentos a arquetipos inconscientes que arrastraríamos desde culturas primitivas:
¿Cuándo es martes?, pregunta el niño. Esa inviabilidad de comprensión del tiempo se hilvana con esa ausencia de tiempo, "Illud Tempus" dice Eliade (2000), esta eternidad, este ahora y siempre en que comienzan los cuentos de hadas "Érase una vez..." "Muy lejos...allá donde el mundo termina con una empalizada de leños..." y en el que invariablemente transcurren. Este es uno de los elementos esenciales para que este tipo de relato sea el propicio para el psiquismo del niño.
Von Franz en su libro Érase una vez (1970) sostiene que:
Los Cuentos de Hadas expresan de manera extremadamente sencilla y directa los procesos psíquicos del inconsciente colectivo, en ellos, los arquetipos son representados en su aspecto más simple, más sobrio, más conciso. Bajo esta forma pura, las imágenes arquetípicas nos proporcionan la mejor de las claves que permiten comprender los procesos que se desarrollan en la psique colectiva. En los mitos, las sagas o cualquier otro material mitológico más elaborado, solo se alcanzan las estructuras de base de la psique humana a través de la capa de elementos culturales que las recubre. Los cuentos de hadas, por lo contrario, contienen mucho menos material cultural consciente específico y reflejan con mayor claridad las estructuras psíquicas fundamentales. (p. 7-8)
La importancia del cuento de hadas en el niño funcionaría a semejanza del mito y el sueño. Jung (1951) sostiene que tanto en los mitos, como en los sueños y en los cuentos de hadas, se exterioriza el alma y los arquetipos se manifiestan en su relación natural, en forma de formación-transformación-recreación eterna del eterno pensamiento. Es decir, el niño encuentra una salida a sus dudas y comienza su proceso de individuación a través de la escucha e interpretación del cuento. Para Jung (1951), la frecuencia con que aparece el espíritu en los cuentos de hadas en forma del arquetipo del anciano sabio es proporcional a la cantidad de veces que aparece en los sueños. El arquetipo del anciano sabio, bajo todas sus formas, incluso el de hada, se aparece siempre que el héroe se encuentra en una situación límite, de la cual solo puede salir si una meditación profunda o una súbita reacción le da la respuesta. Ya que el héroe no logra esta tarea, aparece, a fin de compensar, la solución perfecta en forma de un pensamiento personificado. O sea, la del anciano dispuesto a aconsejarle y ayudarle.
//
ya vamos a volver a la psicología pero desde otro enfoque muy diferente
pasemos un poco sobre el origen de los cuentos de hadas, un repaso sobre sus lugares y sus re escritores que a medias los inventaron
El cuento de hadas se hizo popular entre los preciosistas franceses de la clase alta (1690–1710),34 y entre los cuentos contados en aquellos tiempos estaban los de Jean de La Fontaine y los Contes de Charles Perrault (1697), quien estabilizó en sus formas actuales a La bella durmiente y Cenicienta.41 Aunque las colecciones de Straparola, Basile y Perrault contienen las formas más antiguas conocidas de varios cuentos de hadas, en la evidencia estilística, todos los escritores reescribieron los cuentos para proporcionarles un efecto literario.42
Los hermanos Grimm se convirtieron, junto a su contemporáneo Franz Xaver Schönwerth, que conservó unos quinientos cuentos de hadas, en los primeros recopiladores en intentar preservar no solo la trama y los personajes de los cuentos, sino también su estilo, al compilar cuentos de hadas alemanes. Irónicamente, aunque su primera edición (1812 y 1815)34 prevalece como un tesoro para los folcloristas, ambos se vieron en la necesidad de reescribir los cuentos en ediciones posteriores para volverlos más aceptables, algo que les aseguró buenas ventas y la consecutiva popularidad de sus trabajos.43
El Gato con Botas, grabado de Gustave Doré.
Tales formas escritas, además de extraer rasgos de los cuentos populares antiguos, influyeron en los relatos del folclore de dicha época. Los hermanos Grimm rechazaron varios cuentos para su colección, aunque muchos otros los escucharon de los alemanes, debido a que los cuentos eran derivados de Perrault. Al final, estos concluyeron que eran cuentos franceses y no alemanes. Ante esto, rechazaron una versión oral de Barba Azul, y decidieron incorporar en cambio al cuento Briar Rose, claramente relacionado con La bella durmiente de Perrault, dado que Jakob Grimm convenció a su hermano de que la figura de Brunilda probaba que la historia de la princesa durmiente pertenecía al folclore alemán.44 Esta cuestión relacionada con el origen de La bella durmiente reflejó una creencia común entre los folcloristas del siglo XIX: que en la tradición popular se preservaban cuentos de hadas en formas antiguas, excepto cuando estos habían sido «contaminados» por las formas escritas, hecho que llevó a la gente a relatar cuentos no auténticos o «contaminados».4
//
les recomiendo esta película;
se viene a sumar al canon el danés
Hans Christian Andersen (Odense, 2 de abril de 1805-Copenhague, 4 de agosto de 1875) fue un escritor y poeta danés famoso por sus cuentos para niños, entre ellos El patito feo, La sirenita, El traje nuevo del emperador y La reina de las nieves.
// volviendo al análisis desde la psicología
Bruno Bettelheim ya desde el psicoanálisis se aleja de estereotipos junguianos peroescribe su famoso libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” donde “defiende” los cuentos de hadas frente a la moderna creación de cuentos para niños suavizados donde no ocurre nada grave;
Los cuentos de hadas suelen plantear, de modo breve y conciso, un
problema existencial. Esto permite al niño atacar los problemas en su forma
esencial, cuando una trama compleja le haga confundir las cosas. El cuento de
hadas simplifica cualquier situación. Los personajes están muy bien definidos y los
detalles, excepto los más importantes, quedan suprimidos. Todas las figuras son
típicas en vez de ser únicas.
Contrariamente a lo que sucede en las modernas historias infantiles, en los
cuentos de hadas el mal está omnipresente, al igual que la bondad. Prácticamente
en todos estos cuentos, tanto el bien como el mal toman cuerpo y vida en
determinados personajes y en sus acciones, del mismo modo que están también
omnipresentes en la vida real, y cuyas tendencias se manifiestan en cada persona.
Esta dualidad plantea un problema moral y exige una dura batalla para lograr
resolverlo.
Por otra parte, el malo no carece de atractivos —simbolizado por el enorme
gigante o dragón, por el poder de la bruja, o por la malvada reina de
«Blancanieves» y, a menudo, ostenta temporalmente el poder. En la mayoría de los
cuentos, el usurpador consigue, durante algún tiempo, arrebatar el puesto que,
legítimamente, corresponde al héroe, como hacen las perversas hermanas de
«Cenicienta». Sin embargo, el hecho de que el malvado sea castigado al terminar el
cuento no es lo que hace que estas historias proporcionen una experiencia en la
educación moral, aunque no deja de ser un aspecto importante de aquélla. Tanto
en los cuentos de hadas como en la vida real, el castigo, o el temor al castigo, sólo
evita el crimen de modo relativo. La convicción de que el crimen no resuelve nada
es una persuasión mucho más efectiva, y precisamente por esta razón, en los
cuentos de hadas el malo siempre pierde. El hecho de que al final venza la virtud
tampoco es lo que provoca la moralidad, sino que el héroe es mucho más atractivo
para el niño, que se identifica con él en todas sus batallas. Debido a esta
identificación, el niño imagina que sufre, junto al héroe, sus pruebas y
tribulaciones, triunfando con él, puesto que la virtud permanece victoriosa. El niño
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realiza tales identificaciones por sí solo, y las luchas internas y externas del héroe
imprimen en él la huella de la moralidad.
Los personajes de los cuentos de hadas no son ambivalentes, no son
buenos y malos al mismo tiempo, como somos todos en realidad. La polarización
domina la mente del niño y también está presente en los cuentos.
Una persona es buena o es mala, pero nunca ambas cosas a la vez. Un
hermano es tonto y el otro listo. Una hermana es honrada y trabajadora, mientras
que las otras son malvadas y perezosas. Una es hermosa y las demás son feas. Un
progenitor es muy bueno, pero el otro es perverso. La yuxtaposición de personajes
con rasgos tan opuestos no tiene la finalidad de provocar una conducta adecuada,
como quizá pretenden los cuentos con moraleja. (Hay algunos cuentos de hadas
amorales, en los que la bondad o la maldad, la belleza o la fealdad, no juegan
ningún papel.) Al presentar al niño caracteres totalmente opuestos, se le ayuda a
comprender más fácilmente la diferencia entre ambos, cosa que no podría realizar
si dichos personajes representaran fielmente la vida real, con todas las
complejidades que caracterizan a los seres reales. Las ambigüedades no deben
plantearse hasta que no se haya establecido una personalidad relativamente firme
sobre la base de identificaciones positivas. En este momento el niño tiene ya una
base que le permite comprender que existen grandes diferencias entre la gente, y
que, por este mismo motivo, está obligado a elegir qué tipo de persona quiere ser.
Las polarizaciones de los cuentos de hadas proporcionan esta decisión básica sobre
la que se constituirá todo el desarrollo posterior de la personalidad.
Además, las elecciones de un niño se basan más en quién provoca sus
simpatías o su antipatía que en lo que está bien o está mal. Cuanto más simple y
honrado es un personaje, más fácil le resulta al niño identificarse con él y rechazar
al malo. El niño no se identifica con el héroe bueno por su bondad, sino porque la
condición de héroe le atrae profunda y positivamente. Para el niño la pregunta no
es «¿quiero ser bueno?», sino «¿a quién quiero parecerme?». Decide esto al
proyectarse a sí mismo nada menos que en uno de los protagonistas. Si este
personaje fantástico resulta ser una persona muy buena, entonces el niño decide
que también quiere ser bueno.
Gianni Rodari en su Gramática de la fantasía, propone como juego de escritura darlos vuelta re escribir, parodiar:
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LAS
FÁBULAS AL REVÉS
Una
variante del juego de equivocar los argumentos de las fábulas es
la de
contarlas al revés, en una alteración de valores más orgánica y
premeditada.
Caperucita
Roja es mala y el lobo es bueno...
Pulgarcito
quiere escaparse de casa con sus hermanos,
abandonando
a sus pobres papás: éstos tienen sin embargo el
acierto
de hacerle un agujero en el bolsillo, antes de llenárselo
de arroz,
que se desparrama por el camino que siguen los
fugitivos...
Todo igual que en la historia original, pero mirado
en un
espejo, donde el lado derecho es el izquierdo...
La
Cenicienta es una descarada que desespera a su buena y
paciente
madrastra y roba los novios a sus diligentes
hermanastras...
Blancanieves
se esconde en el bosque y en lugar de siete
trabajadores
enanitos encuentra siete ladrones gigantescos, y
se
convierte en su mascota en sus inconfesables empresas...
La
técnica del error se basa en una idea-guía, un proyecto de diseño.
El
producto resultará parcial o totalmente inédito, según que la
«alteración»
haya sido aplicada a un solo o a todos los elementos de
la
narración original.
Mediante
la «alteración» podemos obtener, además de una parodia
de la
fábula, la situación de partida de un cuento libre de
desarrollarse
por caminos del todo autónomos
//
Vamos a confundir los cuentos
— Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.
— ¡No, Roja!
— Ah, sí, Roja. Bueno, pues su papá la llamaba...
— ¡No, no era su papá, era su mamá!
— Justo. Su mamá la llamaba y le decía: ve a llevarle a la tía...
— ¡A la abuela! Se lo llevaba a la abuela, no a la tía...
Etc.
Éste es el esquema del viejo juego de «confundir los cuentos», que
se puede jugar en todas las casas, en cualquier momento. Yo mismo
lo utilicé, hace años, en mis Cuentos por Teléfono.
Es un juego más serio de lo que parece a primera vista. Pero hay que
jugarlo en el momento apropiado. Los niños son bastante
conservadores en lo que se refiere a los cuentos. Los quieren
escuchar siempre en la misma versión de la primera vez, por el placer
de reconocerlos, de aprendérselos de memoria en su secuencia
tradicional, de volver a sentir las emociones de la primera vez, en el
mismo orden: Sorpresa, miedo, recompensa. Los niños tienen
necesidad de orden y seguridad: el mundo no debe alejarse
demasiado bruscamente del camino que, con tanta fatiga, van
siguiendo.
Se puede dar el caso que este juego de «confundir los cuentos» les
irrite, porque les haga sentir en peligro. Están preparados para la
aparición del lobo, pero no lo están para la de un nuevo elemento
porque no saben si será amigo o enemigo.
Solamente en el momento que Caperucita Roja no les diga ya nada,
ni les atraiga, esta pérdida de interés hará que acepten que del
cuento nazca una parodia. En parte porque ésta les permitirá alejarse
de algo que ya no les atrae, y en parte porque de alguna manera les
hará volver a sentir el interés perdido. El cuento se les presentará
bajo un punto de vista del todo nuevo. Los niños no estarán ya
jugando con Caperucita Roja, sino con ellos mismos, sintiendo el
desafío de enfrentarse a la libertad, sin miedo, asumiendo
arriesgadas responsabilidades. Entonces debemos estar preparados
para un sano exceso de agresividad y de saltos desmesurados en lo
absurdo.
De alguna manera, el juego tendrá una eficacia terapéutica. Ayudará
al niño a deshacerse de ciertas ideas fijas. El juego desdramatiza al
lobo, le quita maldad al ogro, ridiculiza a la bruja, y establece un
límite más claro entre el mundo de las cosas auténticas -donde
ciertas libertades no son posibles- y el de las cosas imaginarias. Esto
debe suceder tarde o temprano: aunque nunca antes que el lobo, el
ogro y la bruja hayan cumplido con sus funciones. Ni tampoco mucho
después...
Otro aspecto serio del juego consiste en que quien participa debe
realizar un auténtico análisis del cuento, a nivel de intuición. La
alternativa o la parodia pueden hacer su aparición, sólo en
determinados momentos clave de la historia, y nunca en los períodos
de narración comprendidos entre dos situaciones o escenas clave. En
este juego, las operaciones de descomposición y recomposición del
argumento han de ser contemporáneas. Son, justamente,
intervenciones operativas, no abstractamente lógicas.
Resultado de este juego es una invención «puntillista» que raramente
conduce a una nueva síntesis con su propia lógica, sino que más bien
favorece un vagabundeo sin meta entre los argumentos de los
diferentes cuentos. Se trata de bosquejar más que de dibujar. Y, hoy
en día, conocemos muy bien la utilidad del bosquejo.
volviendo al punto de partida, tal vez en todo lo que escribimos y quién sabe hasta lo vivimos –hay una rémora, un eco, una repetición de un cuento de hadas, así como cuando hablamos de escritura y magia, tenemos nuestros esquemas de héroe en viaje, de terror siniestro, de salidas milagrosas, de fantasías y de una imaginación tierna afuera del tiempo y del espacio, que queda en ese lugar sin lugar y tiempo sin tiempo que es el –había una vez…
//
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