domingo, 29 de octubre de 2023

capítulo 26 - narraciones mínimas

 


a primera vista pensamos que un mini cuento o microrrelato es algo breve y pequeño

pero como veremos es un germen hiper condensado del arte de contar

es un gajito de palabras que en realidad puede contar un universo

un pedacito de rizoma que podría extender sus ramas hacia diversos infinitos senderos de posibilidades

escribirlos es un lindo juego como tantos que vemos, un desafío a la imaginación apuntado hacia un lector que entre en ese código y de alguna manera caiga en la trampa

 

la mayoría conocemos uno de los más famosos y breves es de Augusto Monterroso:

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

-ya volveremos sobre ese texto-

por el lado de las deficiones :

“Un microrrelato, también conocido como minicuento, minificción, microcuento o cuento brevísimo, es un tipo de texto narrativo extremadamente breve, generalmente de ficción, que condensa en pocas frases (a veces en pocas palabras) lo necesario para causar al lector una impresión estética. Se trata de un género narrativo muy cultivado a lo largo del siglo XX, cuya brevedad lo aproxima al poema, al aforismo, a la adivinanza y al chiste.

Tradicionalmente, el microrrelato se considera un cuento sumamente corto, pero no existen límites exactos respecto a qué tan corto debe ser. En general, los microcuentos suelen oscilar entre unas pocas palabras y una o dos páginas de texto, pero el criterio determinante de su formato no es solamente la extensión, sino también la densidad y precisión del lenguaje que apuesta por lo minimalista, por lo indispensable.

La escritura hiperbreve se ha practicado desde épocas antiguas, en géneros como el epigrama, el aforismo, el haiku, la fábula y la adivinanza, mientras que el microcuento constituye más bien una apuesta literaria moderna. De acuerdo al crítico literario español Pedro de Miguel (1956-2007), su invención es fruto de la influencia de las vanguardias y la proliferación de revistas que las acompañaron, en las cuales predominaban los textos breves ilustrados.

Algunos de los principales cultores del microrrelato en el siglo XX fueron a su vez grandes autores de las letras latinoamericanas, como el mexicano Juan José Arreola (1918-2001), el hondureño-guatemalteco Augusto Monterroso (1921-2003) o los argentinos Leopoldo Lugones (1874-1938), Jorge Luis Borges (1899-1986) y Julio Cortázar (1914-1984), entre muchos otros.”

 

si pensamos nuestra vida cotidiana está llena de microcuentos que casi no percibimos: en anécdotas del trabajo,

en discusiones

en algunas frases de whatsapp

incluso si nos detenemos en fotografías que tomamos y guardamos y compartimos esas fotos cuentan una historia, o sugieren una y mil historias, pero bueno ese microcuento cuento de imágenes también queda para otro capítulo

un versículo bíblico puede ser tomado como un microrrelato

“y Jesús lloró”

(en esa y, y en el contraste de la potencia del personaje con un humano llanto ya hay un cuento completo)

 

pero también cuando pienso en este género –o mini género- se me vienen otras dicotomías tales como

obra abierta/ obra cerrada

lector activo/ lector pasivo

en cuanto a obra abierta Umberto Eco:

esta poética de la sugerencia, la obra se plantea intencionadamente abierta a la libre

reacción del que va a gozar de ella. La obra que "sugiere" se realiza siempre cargada de las

aportaciones emotivas e imaginativas del intérprete. Si en toda lectura poética tenemos un

mundo personal que trata de adecuarse con espíritu de fidelidad al mundo del texto, en las obras

poéticas, deliberadamente fundadas en la sugerencia, el texto pretende estimular de una manera

específica precisamente el mundo personal del intérprete para que él saque de su interioridad

una respuesta profunda, elaborada por misteriosas consonancias. Más allá de las intenciones

metafísicas o de la disposición de ánimo preciosa y decadente que mueve semejante poética, el

mecanismo de goce revela tal género de "apertura".

Mucha de la literatura contemporánea en esta línea se funda en el uso del símbolo como

comunicación de lo indefinido, abierta a reacciones y comprensiones siempre nuevas. Podemos

pensar fácilmente en la obra de Kafka como en una obra "abierta" por excelencia: proceso, cas-

tillo, espera, condena, enfermedad, metamorfosis, tortura, no son situaciones para entenderse en

su significado literal inmediato. Pero, a diferencia de las construcciones alegóricas medievales,

aquí los sobreentendidos no se dan de modo unívoco, no están garantizados por ninguna

enciclopedia, no reposan sobre ningún orden del mundo. Las muchas interpretaciones

existencialistas, teológicas, clínicas, psicoanalíticas de los símbolos kafkianos no agotan las

posibilidades de la obra: en efecto, la obra permanece inagotable y abierta en cuanto "ambigua",

puesto que se ha sustituido un mundo ordenado de acuerdo con leyes universalmente

reconocidas por un mundo fundado en la ambigüedad, tanto en el sentido negativo de una falta

de centros de orientación como en el sentido positivo de una continua revisión de los valores y

las certezas

 

podríamos pensar ya que se nombra a Kafka que el principio de La metamorfosis podría quedar allí como un microrrelato:

Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un

monstruoso insecto.

 

y en cuanto a los lectores:

Para Cortázar existían sólo dos tipos de lectores. El primero de ellos, el lector-hembra, lo describía como “el tipo que no quiere problemas sino soluciones, o falsos pro­blemas ajenos que le permitan sufrir cómodamente sentado en su sillón, sin comprometerse en el drama que también debería ser el suyo”. En el extremo opuesto de la misma cuerda, estaba el lector-cómplice, que definía como aquel que “puede llegar a ser copartícipe y copa­deciente de la experiencia por la que pasa el novelista, en el mismo momento y en la misma forma”.

Después de lo anterior, como es natural, alguien que esté leyendo esta nota no le será difícil concluir que a Julio Cortázar le gustaba pensar que escribía para el segundo tipo de lectores: “Por lo que me toca, me pregunto si alguna vez conseguiré hacer sentir que el verdadero y único personaje que me in­teresa es el lector, en la medida en que algo de lo que escribo debería contribuir a mutarlo, a desplazarlo, a extrañarlo, a enajenarlo”.

Según Diego Trelles Paz, escritor peruano, “la noción del lector como activo creador de la obra literaria y la destrucción del estado parasitario de la lectura, ya habían sido señaladas por José María Castellet en su libro La hora del lector (1957) y, trece años más tarde, Roland Barthes reafirmaba esta premisa señalando que: «el objetivo del trabajo literario (de la literatura como trabajo) es hacer que el lector no sea más un consumidor, sino el productor del texto»”.

LINK ARTÍCULO 

 

También la poesía está poblada de microrrelatos –o versos que pueden ser leídos en ese código-

un ejemplo es el de los haikú

(El haikú es una composición poética de origen japonés que se distingue por su brevedad, austeridad y sencillez. Fue el famoso escritor Matsuo Basho quien popularizó este género en el siglo XVII, al dotarlo de un carácter espiritual.

Se trata de poemas construidos a través de tres versos sin rima de 5, 7 y 5 sílabas, respectivamente. Funcionan como textos que intentan condensar la esencia de un momento, a través de la unión de dos imágenes poéticas.)

una lluvia de verano -
una mujer está sentada sola
mirando fuera

- Takarai Kikaku –

Pero ya volcándonos al género propiamente dicho podemos ver algunos ejemplos:

La autora Ana María Shua ha escrito algunos libros cultivando el cuento breve y microrrelato:

 

Encuentro clandestino

Es un bar o quizás un restorán. Algunas mesas tienen manteles blancos con servilletas en forma de acordeón, otras están desnudas.
Quiero un tostado de queso.
De jamón y queso, como todos me corrige él.
A pesar de su cabeza de camello estoy segura de que hemos sido amantes. Me gustan los ojos profundos y tristes. En cambio el pelo corto y áspero, amarillento, me confunde un poco.
No insisto, con imprudencia. De queso solo.
Él sacude sus belfos, indignado, acalorado.
Debería regresar al desierto me dice de mal humor.
Entonces me pongo a llorar porque sé que todo ha terminado, que no volveremos a vernos hasta el próximo oasis, un poco por culpa de mí terquedad y otro poco porque la vida nos separa. (Botánica del caos)

 

En la silla de ruedas

Tía Petra se finge paralítica para vivir en su silla de ruedas, tapada con una manta escocesa que oculta sus patas de cabra, su cola de pez, su mitad serpiente. Los sobrinos le quitamos la manta mientras dormía y vimos las dos piernas de niño, pequeñas y delgadas, que siempre se pone para dormir. (Botánica del caos)

El arte de las transformaciones

Creí dominar el arte de las transformaciones, pero no era más que un aprendiz de brujo. Un pequeño error, un gesto equivocado en el momento del conjuro y heme aquí cuesta abajo en la rodada, hoy pato, mañana cucharita, montaña, arveja, premolar o polvo edulcorante. Y ahora, precisamente ahora, cuando por fin he logrado controlar tanta locura, reducirla a la ínfima sutileza de un cambio de opinión, ahora es cuando se quejan, absurdos, mis votantes. (Botánica del caos)

y de Augusto Monterroso:

HISTORIA FANTÁSTICA
Contar la historia del día en que el fin del mundo se suspendió por mal tiempo.

NUBE
La nube de verano es pasajera, así como las grandes pasiones son nubes de verano, o de invierno, según el caso.

IMAGINACIÓN Y DESTINO
En la calurosa tarde de verano un hombre descansa acostado, viendo el cielo, bajo un árbol; una manzana cae sobre su cabeza; tiene imaginación, se va a su casa y escribe la Oda a Eva.

EL PARAÍSO IMPERFECTO
‑Es cierto -dijo mecánicamente el hombre, sin quitar la vista de las llamas que ardían en la chimenea aquella noche de invierno-; en el Paraíso hay amigos, música, algunos libros; lo único malo de irse al Cielo es que allí el cielo no se ve.

Algunas características tomadas de por ahí:

Las principales características de un microrrelato son:

  • La brevedad, relacionada más con el tiempo de la anécdota narrada que con la extensión misma del relato, pues los hay que abarcan más de una página. Sin embargo, en general tienden a una escritura condensada, minimalista.
  • La intertextualidad, entendida como la referencia a otros textos, lo cual les permite establecer una red de significados presupuestos, para ironizar o jugar con personajes y formas ya instaladas en la cultura.
  • La elipsis, es decir, la omisión de partes significativas de la historia para centrarse en lo crucialmente importante. Este no es un rasgo único del microrrelato, pero en este género es llevado a su máxima expresión, pues se omite todo aquello que pueda ser repuesto luego por el lector.
  • La simpleza, que se traduce en estructuras sencillas, de pocos personajes mínimamente caracterizados, en ambientes esquemáticos que se describen a medida que se necesitan en la trama.
  • La exigencia lectora, o sea, la necesidad de un lector activo, que participe en el desenvolvimiento del misterio y no que reciba pasivamente la anécdota narrada. A menudo los lectores deben hacer un esfuerzo para entender lo contado.

 

En cuanto a la extensión se dice que: Un microrrelato suele tener entre 7 y 250 palabras

 

por último algunos conceptos del  libro de Ana María Shua “Cómo escribir un microrrelato”




AQUÍ EL LIBRO DE ANA MARÍA MUY RICO Y LLENO DE EJERCICIOS -SE PUEDE LEER EN LÍNEA AUNQUE NO DESCARGAR:

LINK ANA M SHUA



POR ÚLTIMO UNO DE JULIO CORTÁZAR

 

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