lunes, 29 de abril de 2024

capítulo cinco – palabras que hacen ver: la descripción


 

seguimos por estos pasillos de esa casona castillo infinito des escribir

y nos detenemos ante un lente a la vez transparente y opaco

una ventana por la que vemos mil mundos o hasta el más pequeño objeto

el describir

cómo contar a otros la forma de algo, la textura, el color, el tamaño, el olor

si cada cosa cada espacio es tan diferente para cada uno de nosotros según de dónde lo miremos, con qué sentimiento, qué distancia

si a esta altura de los tiempos sabemos que no hay una posible “objetividad” (aunque debemos fingirla como ya hablaremos)

a veces pensamos que necesitamos muchas palabras para contar cada recodo y otras una simple frase –“el saguán húmedo y abandonado” – nos completa eso que hacemos mirar con la escritura

 

Descripción, en primer lugar, deriva del latín, exactamente de “descriptio”, que puede traducirse como “la acción y el efecto de escribir sobre la forma en la que se percibe algo”. Es fruto de la suma de tres componentes: el prefijo “des-”, que significa “de arriba hacia abajo”; el verbo “scribere”, que es sinónimo de “escribir”; y el sufijo “-cion”, que se usa para indicar “acción y efecto”.

la descripción literaria es una técnica utilizada en la Teoría Literaria que consiste en detallar y representar de manera vívida un objeto, personaje o lugar en un texto literario. Es una forma de crear imágenes mentales en los lectores y transportarlos al mundo creado por el autor.

Existen diferentes tipos de descripción literaria, entre ellos:

Índice

  • Descripción objetiva: se centra únicamente en las características físicas y observables del objeto o persona descrita. Por ejemplo: "La casa era grande, con ventanas altas y una puerta de madera antigua".
  • Descripción subjetiva: implica la inclusión de las impresiones y percepciones del narrador o personaje. Por ejemplo: "La casa parecía tener un aire misterioso, como si escondiera secretos en cada rincón".
  • Descripción simbólica: utiliza elementos visuales para transmitir significados más profundos y abstractos. Por ejemplo: "La mariposa revoloteaba libremente, símbolo de la libertad que anhelaba en su interior".
  • Descripción atmosférica: se enfoca en crear una atmósfera o ambiente particular a través de detalles sensoriales. Por ejemplo: "El aire estaba cargado de humedad y el olor a tierra mojada llenaba el ambiente".

 

podemos pensar  ante lka descripción en cómo percibimos

en el trajín cotidiano sin prestar atención

y en momentos más sensibles

la textura de las cosas

el color

el tamaño

la dureza

el peso

y más

y encima cómo y de qué manera distinta cada uno de nosotros puede “traducir” eso en palabras

y para qué:

para que sea escenografía de una situación

porque sí

para ilustrar un sentimiento

para destacar una belleza

etc.

volviendo entonces a ciertas definiciones

LA DESCRIPCIÓN CIENTÍFICA-OBJETIVA

La descripción científica suele combinarse con la exposición, y tiene como

objeto elementos de la realidad (nunca de la fantasía).

Se propone reflejarlos de un modo neutro, objetivo, preciso y desprovisto de

connotaciones subjetivas.

La función del lenguaje que predomina es la representativa.

Entre los rasgos lingüísticos que presenta, podemos señalar:

• La adjetivación es abundante y denotativa. Los complementos del

nombre (adjetivos y complementos preposicionales) sirven para

clasificar y describir objetivamente los objetos y tienden a acumularse

para lograr la máxima exactitud (los piojos son insectos sin alas, apenas

visibles, que se transmiten...).

• La forma verbal más frecuente es el presente de indicativo, con valor

generalizador y atemporal, como corresponde a la descripción científica

(un parásito es un organismo....)

• Abundan las oraciones impersonales con se y las pasivas (Estos

síntomas se confunden... Cuando la cápsula del quiste es digerida...).

• Se utiliza la tercera persona y la modalidad enunciativa (La triquinosis

es una enfermedad parasitaria).

• El vocabulario especializado se manifiesta en la aparición de

abundantes tecnicismos, es decir, palabras de significado preciso que

designan los objetos y conceptos estudiados por la ciencia y que forman

parte de la terminología de cada disciplina científica.

Comprueba las características de los textos científicos en el siguiente ejemplo:

El pingüino emperador (Aptenodytes forsteri) , presente en la Antártica, es el

más grande de todos los pingüinos. Su nombre científico, forsteri, le fue dado

en 1844 en honor al naturalista alemán Johan Reinhold Forster

Normalmente vive más de 20 años, aunque hay constancia de casos de llegar

a los 40. De media los adultos miden 1,1 metros de altura y pesan 30 kilos. A

principios de 2000, científicos de la Base Antártica Marambio, de la Argentina,

localizaron una colonia de 1,70 metros de altura. Su cabeza y alas son negras;

el abdomen blanco; su pico es largo, puntiagudo y ligeramente curvo en su

extremo; las patas son parduzcas y emplumadas hasta su mitad; presenta

tonos dorados a los lados del cuello. El macho tiene un pliegue abdominal que

le sirve de bolsa para incubar el huevo y cuidar la cría. Las crías están

cubiertas por un espeso plumaje gris, más lanoso y opaco que en los adultos.

Esta capa es vital en los primeros días.

CÓMO SE HACE UNA DESCRIPCIÓN CIENTÍFICA

Describir objetivamente un objeto (cosa, vegetal, animal o persona), supone

aportar una serie de datos que faciliten al destinatario de la descripción la

información necesaria sobre dicho objeto:

Qué es (nombre del objeto).

De dónde viene o procede (origen).

Dónde se encuentra (ubicación).

Para qué sirve, qué hace, cómo se comporta o funciona (finalidad, utilidad,

comportamiento).

Qué partes tiene (estructura).

Cómo es (el objeto y cada una de sus partes): forma, tamaño, peso, color,

tacto, olor, sabor, sonido, material del que está hecho.

Escritura creativa: ejemplos de descripción

Para entender las distintas maneras de describir espacios, no hay nada mejor que leer; en estos casos, la literatura sirve como una gran caja de herramientas. Cada género, cada época y cada estilo tiene sus propios trucos, y no hay autor que los use igual que otro. Por eso, para dar una idea de la amplitud de la descripción —y de ninguna manera para agotar sus posibilidades—, recogimos estos pequeños ejemplos:

Gustave Flaubert: la descripción realista

El realismo literario fue una de las corrientes estéticas más influyentes del siglo XIX. Practicado por autores como Balzac, Tolstoi o Dickens, se apoyaba fuertemente en la descripción. Si alguna vez agarraste La guerra y la paz, seguramente te encontraste con largos párrafos de minuciosa descripción. Este estilo se caracteriza por su exhaustividad, su objetividad, su minuciosidad y su amplitud. El narrador, casi siempre una tercera persona omnisciente, suele recorrer grandes paisajes llenos de gente, y los describe con lentitud y detalle, como haría un traveling cinematográfico (aunque décadas antes de la invención del cine, claro). Algo así ocurre en la famosa escena de la feria de Madame Bovary:

El prado empezaba a llenarse, y las amas de casa tropezaban con sus grandes paraguas, sus cestos y sus chiquillos. A menudo había que apartarse delante de una larga fila de campesinas, criadas, con medias azules, zapatos bajos, sortijas de plata, y que olían a leche cuando se pasaba al lado de ellas. Caminaban cogidas de la mano, y se extendían a todo lo largo de la pradera, desde la línea de los álamos temblones hasta la tienda del banquete. Pero era el momento del concurso, y los agricultores, unos detrás de otros, entraban en una especie de hipódromo formado por una larga cuerda sostenida por unos palos. 

Allí estaban los animales, con la cabeza vuelta hacia la cuerda, y alineando confusamente sus grupas desiguales. Había cerdos adormilados que hundían en la tierra sus hocicos; terneros que mugían; ovejas que balaban; las vacas, con una pata doblada, descansaban su panza sobre la hierba, y rumiando lentamente abrían y cerraban sus pesados párpados a causa de las moscas que zumbaban a su alrededor. Unos carreteros remangados sostenían por el ronzal caballos sementales encabritados que relinchaban con todas sus fuerzas hacia donde estaban las yeguas. Estas permanecían sosegadas, alargando la cabeza y con las crines colgando, mientras que sus potros descansaban a su sombra o iban a mamar; y de vez en cuando, y sobre la larga ondulación de todos estos cuerpos amontonados, se veía alzarse el viento, como una ola, alguna crin blanca, o sobresalir unos cuernos puntiagudos, y cabezas de hombres que corrían. En lugar aparte, fuera del vallado, cien pasos más lejos, había un gran toro negro con bozal que llevaba un anillo de hierro en el morro, tan inmóvil como un animal de bronce. Un niño andrajoso lo sostenía por una cuerda. 

Fuente: Pexels

Edgar Allen Poe: la descripción siniestra

La mayoría de las formas de describir son menos objetivas que la realista. Autores como Poe, por ejemplo, están más preocupados por producir un efecto sobre sus lectores —miedo, repugnancia, inquietud— que por adecuarse a la realidad. Y por eso sus descripciones se cargan de adjetivos y se llenan de comparaciones, metáforas y asociaciones funestas, como en “La caída de la Casa Usher”:

Durante todo un día de otoño, triste, oscuro, silencioso, cuando las nubes se cernían bajas y pesadas en el cielo, crucé solo, a caballo, una región singularmente lúgubre del país; y, al fin, al acercarse las sombras de la noche, me encontré a la vista de la melancólica Casa Usher. No sé cómo fue, pero a la primera mirada que eché al edificio invadió mi espíritu un sentimiento de insoportable tristeza. Digo insoportable porque no lo atemperaba ninguno de esos sentimientos semiagradables por ser poéticos, con los cuales recibe el espíritu aun las más austeras imágenes naturales de lo desolado o lo terrible. Miré el escenario que tenía delante —la casa y el sencillo paisaje del dominio, las paredes desnudas, las ventanas como ojos vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles agostados— con una fuerte depresión de ánimo únicamente comparable, como sensación terrena, al despertar del fumador de opio, la amarga caída en la existencia cotidiana, el horrible descorrerse del velo. Era una frialdad, un abatimiento, un malestar del corazón, una irremediable tristeza mental que ningún acicate de la imaginación podía desviar hacia forma alguna de lo sublime.

Fuente: Pixabay.

Felisberto Hernández: la descripción extraña

El siglo XX trajo muchas novedades en materia de descripción. Una de las más particulares fue un estilo profundamente extrañado, casi alienígena, como el que recorre los textos de Felisberto Hernández. Quizás su recurso más característico sea personificar a los objetos y cargarlos de intenciones y emociones, como si estuviera en el palacio de La bella y la bestia. Eso produce una sensación inquietante, que va muy bien con sus relatos extraños y desconcertantes. Algo así ocurre en su cuento “El balcón”, que narra la historia de amor entre una mujer y su balcón de invierno:

El comedor estaba en un nivel más bajo que la calle y a través de pequeñas ventanas enrejadas se veían los pies y las piernas de los que pasaban por la vereda. La luz, no bien salía de una pantalla verde, ya daba sobre un mantel blanco; allí se había reunido, como para una fiesta de recuerdos, los viejos objetos de la familia. Apenas nos sentamos, los tres nos quedamos callados un momento; entonces todas las cosas que había en la mesa parecían formas preciosas del silencio. Empezaron a entrar en el mantel nuestros pares de manos: ellas parecían habitantes naturales de la mesa. Yo no podía dejar de pensar en la vida de las manos. Haría muchos años, unas manos habían obligado a estos objetos de la mesa a tener una forma. Después de mucho andar ellos encontrarían colocación en algún aparador. Estos seres de la vajilla tendrían que servir a toda clase de manos. Cualquiera de ellas echaría los alimentos en las caras lisas y brillosas de los platos; obligarían a las jarras a llenar y a volcar sus caderas; y a los cubiertos, a hundirse en la carne, a deshacerla y a llevar los pedazos a la boca. Por último los seres de la vajilla eran bañados, secados y conducidos a sus pequeñas habitaciones. Algunos de estos seres podrían sobrevivir a muchas parejas de manos; algunas de ellas serían buenas con ellos, los amarían y los llenarían de recuerdos, pero ellos tendrían que seguir viviendo en silencio.

Fuente: Pexels

Silvina Ocampo: la descripción poética

Algunos autores prefieren describir usando los recursos de la poesía; buscan producir imágenes bellas, y para eso recurren a metáforas y comparaciones imprecisas y evocativas, con un estilo marcadamente subjetivo. De alguna manera, sirven para transmitir las emociones del narrador sin nombrarlas directamente, algo que va muy bien con relatos íntimos, marcados por la subjetividad de los personajes. Silvina Ocampo, que además de escribir grandes cuentos fue una reconocida poeta, hace esto en “Cielo de claraboyas”:

La reja del ascensor tenía flores con cáliz dorado y follajes rizados de fierro negro, donde se enganchan los ojos cuando uno está triste viendo desenvolverse, hipnotizados por las grandes serpientes, los cables del ascensor.

Era la casa de mi tía más vieja adonde me llevaban los sábados de visita. Encima del hall de esa casa con cielo de claraboyas había otra casa misteriosa en donde se veía vivir a través de los vidrios una familia de pies aureolados como santos. Leves sombras subían sobre el resto de los cuerpos dueños de aquellos pies, sombras achatadas como las manos vistas a través del agua de un baño. Había dos pies chiquitos, y tres pares de pies grandes, dos con tacos altos y finos de pasos cortos. Viajaban baúles con ruido de tormenta, pero la familia no viajaba nunca y seguía sentada en el mismo cuarto desnudo, desplegando diarios con músicas que brotaban incesantes de una pianola que se atrancaba siempre en la misma nota. De tarde en tarde, había voces que rebotaban como pelotas sobre el piso de abajo y se acallaban contra la alfombra.

Fuente: Pexels

Raymond Carver: la descripción ascética

No todas las descripciones son floreadas y cargadas de recursos. El minimalismo también es una opción. Raymond Carver, como otros autores del llamado “realismo sucio”, prefiere mantenerla en el mínimo indispensable, limpiando sus textos de adjetivos, comparaciones y metáforas. Los objetos y los espacios aparecen a medida que los personajes los encuentran; pocas veces hay descripciones independientes en párrafos apartados de la acción. El efecto es descarnado y en algún punto contenido, cosa que se condice con el estilo de sus narraciones, como en “Vecinos”:

Bill respiró profundamente al entrar en el apartamento de los Stone. El aire ya estaba denso y era vagamente dulce. El reloj en forma de sol sobre la televisión indicaba las ocho y media. Recordó cuando Harriet había vuelto a casa con el reloj; cómo había venido a su casa para mostrárselo a Arlene meciendo la caja de latón en sus brazos y hablándole a través del papel del envoltorio como si se tratase de un bebé.

Kitty se restregó la cara con sus zapatillas y después rodó en su costado pero saltó rápidamente al moverse Bill a la cocina y seleccionar del reluciente escurridero una de las latas colocadas. Dejando a la gata con su comida se dirigió al baño. Se miró en el espejo y a continuación cerró los ojos y volvió a mirarse. Abrió el armarito de las medicinas. Encontró un frasco con pastillas y leyó la etiqueta: Harriet Stone. Una al día según las instrucciones, y se la metió en el bolsillo. Regresó a la cocina, sacó una jarra de agua y volvió al salón. Terminó de regar, puso la jarra en la alfombra y abrió el aparador donde guardaban el licor. Del fondo sacó la botella de Chivas Regal. Bebió dos veces de la botella, se limpió los labios con la manga y volvió a ponerla en el aparador.

Fuente: Pexels

Cómo describir espacios: ejercicios de escritura creativa

La descripción es una técnica y, como cualquier técnica, se perfecciona con la práctica. Hay muchos ejercicios que pueden ayudar a dominar las distintas formas de descripción.

  • Ejercicio 1: imitación y estilo propio. Un primer ejercicio que proponemos para mejorar tu escritura descriptiva es tomar dos de los autores que mencionamos más arriba y describir el mismo espacio imitando sus estilos. ¡Vas a ver cómo cambia la descripción según cada uno! Luego, en una tercera descripción podrías plantear cuál te gustaría que sea tu estilo personal: ¿es más poético o más minimalista? ¿Evoca emociones? ¿Usa metáforas?
  • Ejercicio 2: cinco sentidos. Otro buen ejercicio para hacer mejores descripciones de espacios y objetos es no centrarse únicamente en lo visual, sino tratar de evocar los otros sentidos. Por ejemplo, si queremos describir una habitación, más allá de los colores de las paredes y el nivel de luz, podemos hablar del olor a humedad, de la textura del suelo o del sonido de una gotera en una habitación contigua.
  • Ejercicio 3: tres efectos. Finalmente, podemos describir un mismo espacio desde distintas perspectivas, buscando producir distintos efectos. ¿Cómo describirías tu cuarto para generar miedo? ¿Y extrañeza? ¿Y alegría? El ejercicio consiste en describir el mismo espacio tres veces, buscando generar tres efectos completamente distinto. Cada estilo va a llevarte a usar ciertos recursos en particular, o a resaltar ciertos aspectos y no otros.

En general, a la hora de describir, lo mejor es hacerlo con intención y criterio. Largas parrafadas de descripción poética quedan fuera de lugar en una novela de acción; descripciones ascéticas pueden ser insuficientes para un cuento de terror. Lo importante es aprender a adaptar el estilo a las necesidades de cada texto. Con eso en mente, no vas a tener problema con tus descripciones espaciales. 

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